domingo, marzo 18, 2007

¿Nueva estrategia en Irak?

-De La Voz, Ar.

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Militares estadounidenses dicen que sí

BAGDAD - La guerra en Irak entra en su quinto año con una campaña de los militares estadounidenses para mantener la seguridad en ciudades y vecindarios, fortalecer el ejército y la policía iraquíes, y cultivar relaciones con los líderes comunitarios en busca de apoyo para un gobierno en esta era posterior a Saddam Hussein.

Esos objetivos se asemejan a los que Estados Unidos dice haber intentado casi desde que inició la invasión en los primeros meses del 2003. Pero sus reiterados esfuerzos han sido infructuosos hasta ahora.

Pero esta vez, los funcionarios estadounidenses insisten en que van a conseguirlo.

Muchos oficiales y suboficiales están en su tercera misión y dicen haber aprendido de la experiencia. Entre ellos se encuentra el comandante general, el general David Petraeus. Ha reconfigurado la estrategia contra la insurgencia para tratar no sólo de dominar al enemigo sino también de conquistar el apoyo público.

Aunque nunca lo admitió públicamente, el cambio de estrategia incluye también claros indicios de que ha fracasado el viejo plan estadounidense de transferir rápidamente el control de la seguridad a las fuerzas iraquíes, una misión que Petraeus impulsó hace dos años. Los soldados de Estados Unidos ya no se quedan en reserva. De nuevo están participando activamente... mientras el Congreso y el público de su país se los permita.

Lo que no está claro es cuánto tardará la nueva estrategia en conseguir resultados, y si los 21.500 soldados adicionales despachados a Irak serán suficientes.

Los oficiales estadounidenses dicen que tienen de seis a nueve meses para demostrar resultados en la lucha contra los insurgentes suníes, extremistas de al-Qaida, milicias chiíes y escuadrones de la muerte sectarios, y que la actual bien podría ser su última oportunidad. La oposición a la guerra en Estados Unidos podría tornar políticamente insostenible seguir la misión en el prólogo a la elección presidencial del 2008.

Gran parte de la nueva estrategia luce como la vieja: incursiones armadas por las zonas disputadas para matar y capturar todos los extremistas que sea posible, y después instalar una fuerza de seguridad iraquí para asegurarse de que los pistoleros no regresen.

Pero esta vez, sin embargo, los estadounidenses planean quedarse después de la lucha, manteniendo una fuerza residual en las comunidades para trabajar junto con los soldados y los policías iraquíes. A medida que mejore la seguridad, las autoridades estadounidenses e iraquíes civiles tratarán de restablecer los servicios públicos, abrir bancos y revivir las economías locales.

Las fuerzas estadounidenses ya están estableciendo puestos de seguridad en vecindarios de Bagdad alguna vez convulsionados por la lucha sectaria. Al oeste, los militares están reclutando clanes suníes para tratar de disputar a al-Qaida y otros grupos extremistas la lealtad de los suníes en la provincia de Anbar.

Poner en práctica la nueva estrategia requiere una atención constante porque las características de la guerra varían con el territorio. En Bagdad y la zona circundante la cuestión es aquietar la lucha por el poder entre chiíes y suníes, en que los civiles son el blanco principal.

Al oeste, donde viven pocos chiíes, la lucha se libra entre los insurgentes suníes y la fuerza estadounidense-iraquí, que ahora incluye clanes suníes que apoyan al gobierno. En el norte, la lucha entre curdos, árabes y turcomanos agrega un nuevo elemento.

Para los estadounidenses, la cuestión radica en proteger a los civiles y no tratar a ningún iraquí como potencial terrorista o francotirador. Eso significa que los soldados ya no entrarán más pateando las puertas durante sus inspecciones rutinarias de viviendas ni aterrorizarán a las familias despertándolas intempestivamente a medianoche.

Un oficial británico, el brigadier general Nigel Aylwin-Foster, ha dicho que las tácticas de los estadounidenses eran muestra de "insensibilidad cultural" fronteriza en "racismo institucional".

Ahora se insta a los soldados a pedir permiso para entrar en las casas _siempre que no haya nadie disparando desde el interior_ y a no disparar a menos que estén seguros de su blanco.

En Hit, una ciudad árabe suní a 160 kilómetros al oeste de Bagdad, los soldados de la tercera división de infantería están ayudando al administrador de un hospital a construir una nueva ala en el edificio. La anterior unidad estadounidense detuvo tres veces al administrador _por otra parte el único cirujano_ después de descubrir que el hospital trataba a insurgentes heridos.

La nueva interpretación estadounidense es que el personal médico sencillamente cumple su juramento profesional.

Para sentar el tono, Petraeus ha hecho varias visitas visibles a mercados públicos en Bagdad y otros sitios caminando sin casco, aunque detrás de una falange de guardias bien armados, y saludando a los transeúntes con frases sencillas en árabe.

Todo eso conlleva algún riesgo para los soldados estadounidenses que se trasladan de guarniciones fortificadas a las comunidades donde son más vulnerables a los ataques. Pero el comando estadounidense parece preparado para correr el riesgo.

El nuevo lema es: "Mientras más protejas a las fuerzas, menos seguro estarás en realidad".

Los riesgos se han tornado necesarios debido a que las fuerzas iraquíes no han sido capaces de controlar la crisis, pese a las reiteradas afirmaciones estadounidenses de que los soldados y policías locales estaban progresando rápidamente.

Las autoridades estadounidenses se apresuraron a sacar más policías y soldados iraquíes a las calles después que la insurgencia cobró fuerza a fines del 2003. El resultado fue una fuerza con una jefatura inadecuada, escasa instrucción e infiltrada por partidarios de las milicias.

Una y otra vez, las fuerzas estadounidenses han transferido el control de pueblos a las fuerzas iraquíes para que cayeran bajo la influencia de extremistas. El derramamiento de sangre aumentó en Bagdad el año pasado después que la mayoría de los soldados estadounidenses se trasladó a instalaciones fuera de la ciudad.

Durante la actual operación de seguridad en Bagdad, las fuerzas norteamericanas han podido desplazarse a muchas zonas de la capital con escasa o ninguna resistencia debido a que muchos iraquíes confiaban en ellas más que en sus propias fuerzas de seguridad.

Con suerte, la nueva estrategia ganará tiempo para que los partidos políticos seculares y étnicos de Irak acuerden cómo compartir el poder, algo que no han podido hacer en los cuatro años desde que se desplomó el régimen de Saddam.

Pero el tiempo podría ser también el peor enemigo.

Los demócratas en las dos cámaras del Congreso están promoviendo sendos proyectos que disponen el retiro de las fuerzas estadounidenses el año próximo. Aunque el presidente George W. Bush ha amenazado vetar ambos proyectos, crecen las presiones sobre el comando militar para que muestre resultados o se retire.

Ese factor podría alentar a los políticos iraquíes a resistir las presiones de Estados Unidos a ceder concesiones que consideran irrenunciables. Puede que tanto los militantes chiítas como suníes estén aguardando a la sombra, ahorrando sus recursos para desatar un conflicto civil aun más sangriento después que se vayan los estadounidenses.

De todos modos, algunos soldados de Estados Unidos creen que los iraquíes estarían dispuestos a resistir a los atacantes si consideran que ellos no los abandonarán.

En el 2004, las fuerzas estadounidenses tuvieron que abandonar una serie de comunidades en el oeste de Irak cuando la violencia estalló más cerca de Bagdad. Los militares sencillamente carecían del número de soldados para controlar una población diversa.

Los insurgentes retornaron a ciudades del oeste del país como Hit y Haditha donde perpetraron matanzas de policías que habían sido reclutados por los estadounidenses.

Los comandantes norteamericanos se resisten a dar plazos para la operación de contrainsurgencia, pero en los últimos días altos oficiales indicaron que probablemente se extenderá hasta el 2008, lo que podría no ser aceptable para el público de Estados Unidos.

En Hit, el sargento mayor Samuel Coston, en su tercera misión en Irak, señaló una mezquita en el centro del pueblo empobrecido, escena de varias batallas sangrientas en los últimos tres años.

"Los terroristas solían disparar con morteros desde esa mezquita", dijo Coston. "El imán nos dijo que 'si ustedes se van a ir, no los voy a apoyar. Pero si se quedan, seré neutral'".

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