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-Jesús Cantú
-Diario de Yucatán, Mx.
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Realmente la gira del presidente norteamericano George W. Bush a América Latina es de mero protocolo y totalmente inútil; en el caso mexicano es todavía peor pues por las declaraciones previas de ambos presidentes (Bush y el mexicano Felipe Calderón) es evidente que además las prioridades son muy diferentes e inaceptables o intransitables para sus contrapartes.Bush ignoró durante los primeros seis años de sus dos períodos de gobierno (ocho años en total) a esta región del mundo, pero en los momentos en los que requiere de algún aliento para recuperar su mermada popularidad y credibilidad y, especialmente, cuando en el interior de su país surge el reclamo por la expansión de gobiernos de izquierda en el continente americano, se acuerda de su existencia y realiza esta gira protocolaria.
Las cuatro encuestas realizadas por importantes medios de comunicación norteamericanos —en marzo— le otorgan índices de aprobación que van del 31% al 35% y de desaprobación, del 60% al 65%.
La última es la de la agencia de noticias “Associated Press” y la empresas “Ipsos”, levantada entre el 5 y el 7 de marzo, que indica un 35% de aprobación y un 65% de desaprobación.
El pueblo norteamericano le cobró las primeras cuentas en las elecciones legislativas de noviembre pasado, cuando los republicanos perdieron la mayoría en ambas cámaras. En estas condiciones, sus posibilidades de maniobra y, por lo mismo, de comprometerse con sus homólogos latinoamericanos son nulas.
Así la gira de Bush es meramente mediática, es decir, sólo pretende proyectar sobre los electores norteamericanos la imagen de una preocupación presidencial por lo que pasa al sur del Río Bravo y, particularmente, por ello visita dos de los países con regímenes de izquierda (Brasil y Uruguay) y, desde luego, al vecino del sur: México.
En una conferencia antes de salir de su país, Bush señaló su preocupación por la extrema pobreza y la desigualdad, y anunció programas de apoyo a la educación, la salud y la vivienda. En el caso de la salud, puntualizó que el barco “USS Comfort” (que no se detiene en México) brindará 85,000 consultas y realizará 1,500 cirugías; en cuanto a la vivienda, señaló que a través de la Corporación Privada de Inversiones en el Exterior canalizará 385,000 millones de dólares para créditos en ese rubro.
Bush inició su gira el pasado jueves en Brasil, donde se esperaba un importante acuerdo en materia bioenergética que, según las informaciones de prensa, se redujo a una mera declaración de buenas intenciones, pues no logró concretar la reducción o eliminación del arancel de 0.14 centavos de dólar por litro de etanol que cobra Estados Unidos por la importación del combustible. En Uruguay, tampoco logró ningún acuerdo concreto, pese a las expectativas de impulsar claramente la firma de un Tratado de Libre Comercio entre los dos países.
Mientras tanto, Bush, en una entrevista con el Grupo Reforma antes de salir de su país, dejó en claro que su principal interés es convencer a Calderón de abrir la industria energética, Pemex, al capital privado y extranjero. En dicha entrevista Bush señaló: “Si México toma la decisión interna de ser capaz de atraer suficiente capital para expandirse al ritmo de la demanda (energética) mundial, eso sería positivo”. Es evidente que Calderón nada puede hacer al respecto, pues no cuenta con la cantidad de votos necesarios para lograrlo en el Congreso, precisamente por ello su gobierno se empeña en reiterar que no privatizará Pemex.
En cambio, México tiene tres temas centrales: emigración, seguridad (particularmente narcotráfico) y TLC (particularmente, el agro y diversos apoyos para impulsar el desarrollo económico en las regiones más pobres del país), en los que Estados Unidos no comparte las preocupaciones. Más allá de las declaraciones de Bush en el sentido de impulsar una legislación integral migratoria, la realidad es que durante su administración sólo se ha retrocedido en dicha materia, como lo demuestra fehacientemente la construcción del muro fronterizo.
El sábado pasado, Calderón expresó que Estados Unidos debe asumir su responsabilidad en el combate al narcotráfico, ya que la principal razón por la que en México se produce y cruza la droga es precisamente por el alto consumo de estupefacientes en el vecino país del norte. Sin embargo, solicita el compromiso norteamericano dentro de la misma línea de combate al narcotráfico que sostiene históricamente el gobierno norteamericano.
Así, aunque de acuerdo con la agenda, los temas que le interesan a México estarán presentes, la falta de capacidad y voluntad política de Bush, aunado a su extrema debilidad, no permiten esperar avances ni acuerdos concretos. Una visita más que le permite a Bush responder a los reclamos de sus electores que lo responsabilizan de la pérdida de influencia en América Latina, aunque sea en los estertores de su mandato.— Monterrey, Nuevo León.
jecantue@yahoo.com
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