lunes, marzo 12, 2007

Argentina e Irán: Relaciones peligrosas




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Quien escribe estas líneas censuró hace pocas semanas el viaje a Irán del “piquetero” Luis DElía, con el objeto de solidarizarse con las autoridades de ese país, continuando acciones ya iniciadas ante su embajada en Buenos Aires.Por Horacio Calderon

Personajes impresentables como el primero de los nombrados -ávido lenguaraz que desconoce los delicados pliegues de la política internacional que pueden afectar nuestra seguridad nacional-, pueden tal vez por ignorancia supina involucrarse en cuestiones altamente sensibles e inducir a un estado patrocinador del terrorismo a desarrollar acciones en nuestro país, trasladando a estas tierras un conflicto que es deseable mantener alejado de nuestras fronteras.

El desconocimiento de las reacciones que pueden detonar decisiones políticas y hasta simples gestos en ciertas regiones del mundo desconocidos hasta por quienes pretenden ser expertos en la materia, ocasionaron ataques como los ocurridos en Buenos Aires en 1992 y 1994, más allá de quienes hayan sido los ejecutores materiales y cómplices locales de ambos crímenes, irresueltos hasta el día de la fecha.

Carlos Saúl Menem, presidente de la Nación Argentina durante una década, es decir alguien con una altísima responsabilidad institucional y mayor experiencia internacional que el dirigente “piquetero” mencionado, adoleció también de aquello “que procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse” (ignorancia supina, Real Academia Española) ante advertencias similares a las que se intenta verter en esta artículo. Decenas de muertos en los casos Embajada de Israel y AMIA fueron el resultado de la gestión de un presidente que nunca fue encausado por la negligencia previa a ambos atentados y el encubrimiento de sectores de su Gobierno ante el segundo de los ataques mencionados.

Jamás hubiera dedicado declaraciones o notas periodísticas al “piquetero” en cuestión, si no compartiera las sospechas de otros analistas en cuanto a que en su acercamiento al gobierno iraní, cuenta con la aquiescencia de algunos funcionarios estatales, de dirigentes políticos afines y en principio de todos aquellos que vean en Irán a un valioso aliado contra el odiado “imperialismo” norteamericano.

No tiene este autor duda alguna de que existe un proyecto hegemónico global en progreso por parte del gobierno estadounidense, en detrimento de la existencia misma del Estado-Nación, como instrumento ejecutor de los intereses nacionales y de la soberanía, que es nada menos que su propia autoridad suprema, algo que también es una amenaza para la República Argentina. Esto de manera alguna implica que para defender nuestro acervo e intereses nacionales, debamos entregarnos en cuerpo y alma a los brazos de sectas extremistas de signo apocalíptico, que no dudarían un segundo en

decapitar hasta a sus molestos aliados en cuanto consideraran que sus objetivos han sido cumplidos.

La República Argentina ha sido atacada ya en dos oportunidades por el gobierno de Irán y sus esbirros del movimiento terrorista Hizballah y tal vez sea nuevamente blanco en caso de un bombardeo estadounidense e/o israelí a las instalaciones nucleares de ese país, habida cuenta de que sus autoridades han tomado el dictamen del Dr. Alberto Nisman en el caso AMIA, como un casus belli que la Argentina ha aportado a los planes de guerra de Washington y Tel Aviv.

La incursión de personajes con actividades públicas que cuentan con una desproporcionada repercusión social -como es el caso de Luis DElía-, en apoyo de figuras como el también impresentable presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, es algo que el Gobierno Nacional debería controlar a efectos de prevenir graves problemas ulteriores.

Es que en este momento Irán y su aliado libanés Hizballah constituyen el eje extremista de la rama chiíta del Islam, que se encuentra desde hace tiempo en pie de guerra con el yihadismo global encabezado por la red Al-Qaeda. No sólo en Irak, sino en otros países de la región y de Asia Central.

No en vano la misma Venezuela del presidente Hugo Chávez Frías ha sido amenazada públicamente por el lugarteniente de Osama Bin Laden, Dr. Ayman Al-Zahuahiri, con el pretexto de que este país es uno de los principales exportadores de petróleo a los EE.UU.

No puede ciertamente Al-Qaeda desconocer que el presidente venezolano es uno de los enemigos públicos declarados más molestos de Washington, no solamente en Ibero América sino también a escala global, pingües negocios petroleros al margen, desde luego. Pero más cierto es aún que la organización de Osama Bin Laden percibe que un eje Venezuela-Irán es perjudicial para los intereses de la red terrorista sunnita que lucha salvajemente contra el extremismo chiíta por el dominio global de la “audiencia” musulmana regional y global.

Es decir, lisa y llanamente, que un fortalecimiento de las relaciones de actores estatales, subestatales y no estatales con Irán, podría atraer como un imán a células de ataque en condiciones de trasladar a la Argentina -aunque en menores proporciones- el conflicto intersectario que se observa en Irak, Paquistán y otros países del mundo.

Otro punto importante a señalar es la situación actual de Irán, con motivo de la presión internacional por el supuesto desarrollo de sus programas nucleares con fines bélicos, las estruendosas declaraciones de su presidente en cuanto a la negación del Holocausto judío durante la II Guerra Mundial y sus continuas amenazas a la existencia misma del Estado de Israel.

Lo que Luis DElía y muchos otros no entienden ni comprenden, es que Mahmoud Ahmadinejad dirige su delirante discurso para consumo de aquellos conciudadanos adeptos que se sienten defraudados por el incumplimiento de sus promesas electorales, con la esperanza de unificar el frente interno del país, utilizando eslóganes que giren en torno a cuestiones que son parte del “orgullo nacional”. Y si eso sirve para sumar voluntades en la “calle” árabe de la vecindad, sea chiíta o sunnita -como sucedió con el ayatolá Ruhollah Jomeini décadas atrás-, que recibe sin duda con agrado el mensaje del presidente iraní contra enemigos comunes, mucho mejor aún.

El resultado de las agresivas declaraciones y amenazas del presidente iraní, además de sumir a su país en el aislamiento internacional, ha sido debilitar cada vez más el régimen político instaurado en 1979, basado en la doctrina de la “Guía del Docto” (Velayat-e Faqih) que rige actualmente en ese país, cuyo principal beneficiario es el guía espiritual, ayatolá Alí Jamenei.

Fue el mismo ayatolá Jomeini quien inauguró la combinación de la autoridad religiosa como modelo a seguir (Marja Taqlid) con la autoridad política gubernamental.

La información actual más clasificada disponible para un analista, sugiere que no estamos frente a una sorda y exclusiva guerra entre los EE.UU. e Israel por un lado e Irán por el otro, sino también entre facciones religiosas y políticas internas de este último país, habida cuenta que la mayoría de los clérigos chiítas -más allá de su “dureza” o “blandura” frente a los enemigos externos- consideran a Mahmoud Ahmadinejad como miembro de una secta mesiánica y apocalíptica que puede tener entre sus próximos objetivos intentar la aceleración del “fin del mundo”.

Habiendo estudiado estas doctrinas e informaciones durante mucho tiempo, como asimismo adelantado algunos de sus aspectos en reportajes recientes, resulta importante destacar que Mahmoud Ahmadinejad está sospechado por la clerecía iraní de ser un miembro del “Grupo Jamkaran”, perteneciente al movimiento “Hojjatiyeh”, que sostiene que un régimen islámico verdadero es solamente posible con el retorno del Imán Oculto, es decir el Mahdí, cuyo advenimiento se adelantaría al fin del mundo y al “Juicio Final”.

Para un mejor análisis de la creciente tensión entre Mahmoud Ahmadinejad y el mismo ayatolá Alí Jamenei y los sectores que ambos representan, por acciones que atentan de facto contra la llamada “Guía del Docto”, debe comprenderse que el tipo de mesianismo al que adhiere el presidente iraní, constituye un profundo desafío teológico-conceptual que puede carcomer las mismas bases fundacionales del régimen religioso y político instalado por el ayatolá Ruhollah Jomeini. Es que mientras el régimen vigente manda concentrar el poder en una sola mano (Velayat-e Faqih), es decir la de Alí Jamenei en este momento, el movimiento Hojjatiyeh reclama que un liderazgo colectivo sea quien gobierne el país hasta el retorno del Imán oculto (Mahdí).

El líder de dicho movimiento apocalíptico es el ayatolá Mohammad Taqi Mesbah-Yazdi -quien quedó en sexto lugar en la última elección para la Asamblea de Expertos de Irán-, que es considerado como un peligro para la seguridad de su propio país por muchos de sus colegas religiosos. Sospechan asimismo estos clérigos que dicho sea de paso nada tienen de “blandos”, que de estar la posibilidad al alcance de sus manos, muchos de los miembros de dicha secta no dudarían en desencadenar un “Armagedón” o algo que se parezca a ello, en todo el Medio Oriente o más allá de él.

Ante el cuadro de situación mencionado en el presente trabajo y más allá de la evolución de los futuros acontecimientos en o en torno a Irán, resulta importante que su contenido pueda ser considerado como el argumento base levantado contra la opinión de quienes apoyan de manera directa e indirecta las acciones políticas externas y domésticas de Mahmoud Ahmadinejad.

No es nada personal contra alguien en particular, ya que lamentablemente la ignorancia supina es un mal que castiga a casi toda la clase política argentina y no es exclusiva de un personaje con las características de quien viajara a Irán hace pocas semanas, para endosar los delirios públicos e indirectamente la vocación mesiánica extremista de su cuestionado presidente.

Pero negar el peligro que generan acciones extemporáneas de dirigentes políticos en torno a actores comprometidos con actividades terroristas globales y permanecer impasibles frente a ello, sería una gran irresponsabilidad para quienes de alguna manera estamos comprometidos en la lucha contra ese flagelo que tanto ha castigado la vida de nuestra Nación.

El autor es Analista Internacional, Experto en Medio Oriente y Africa del Norte y Especialista en Contraterrorismo.

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