miércoles, diciembre 27, 2006

Victoria o derrota en Irak: El falso dilema

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Juan Francisco Coloane

Argenpres.info

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La frase, “EEUU país en guerra” ha sido usada en cada coyuntura decisiva interna o externa, por el Presidente George W. Bush. La frase también va a acompañada del “no seremos derrotados, por el terrorismo y los enemigos del mundo libre. ¿ Qué es una derrota en Irak, y para quién es derrota? . O, ¿ qué es una victoria, y otra vez, quién se puede asignar una victoria?. Son preguntas que se cruzan con la interrogante principal: ¿cuál era el objetivo de invadir y ocupar Irak?

El informe del grupo de estudio Baker y Hamilton que tanta expectativa ha generado, y que el propio Gobierno Iraquí definió como una “amenaza”, es apenas un recetario de opciones para disminuir la violencia descarnada. Es un paso positivo, pero demasiado minúsculo en sustancia y volumen, para desentrañar el dilema central que continúa siendo el eje del problema: cuál era el objetivo. Si este objetivo era desintegrar Irak, la “temporada de los informes de estudio”, está llegando a su fin.

En este sentido, aquella visión que comienza a ser popular y que es peligrosa por su capacidad de distorsionar el análisis, de que Irak 2003- 2007 es como el segundo Vietnam de los EEUU, es como una burla al sentido común más básico. También para los propios iraquíes que rechazan la ocupación extranjera en su gran mayoría. En Vietnam el contexto y los objetivos eran claros. Todo era casi nítido. Hoy día, la situación es diametralmente diferente, y no porque los efectos inciten la interpretación del pandemonio, parezca tan claro el homologar Irak con Vietnam.

El argumento de que Irak se desintegra por una guerra de intereses sectarios entre shiitas y sunis, y por la acción de células terroristas de Al Queda, y miembros del partido Baas que sustentaba el anterior régimen, es una parte muy incompleta de la explicación. Aquellos que dirigen Irak, en su gran mayoría pertenecen a una camada de seudo dirigentes políticos sin raigambre local. Por esta carencia de raigambre en las políticas locales, la dirigencia que asume posiciones, tuvo que recurrir a las redes religiosas - shiitas y sunis- para tener respaldo en la población.

El Irak secular, que se montó a partir de la asunción al poder por parte del partido Baas en 1968, ya dejó de existir en el plano político. La incorporación de la consideración religiosa en los asuntos de estado y la política corresponde a la etapa de esta ocupación . Ha sido la gran obra del período pos invasión .

Objetivos y realidad

Más allá de la explicación fácil e inconducente de las legiones de analistas que propagan la idea de que el objetivo de invadir a Irak se reduce a la soberbia y la estrategia expansiva del imperio (por los EEUU), la respuesta al misterio de cuál era el objetivo de invadir Irak, pueda estar en el mismo Gobierno Iraquí.

A poco concluir la ocupación formal -el 28 de junio de 2004- se inicia un proceso que se gestó sobre bases distorsionadas, en el momento en que Naciones Unidas se embarca en avalar la instalación de una constitución y un sistema institucional de representatividad. En una medida desesperada, como todas las decisiones políticas que han afectado a la nación árabe, este escenario constitucional se ha impuesto a la fuerza, a punta de bayonetas, en medio de atentados, y bajo un estado de excepción, manejado más allá de los límites mínimos de seguridad y convivencia. El Irak pos invasión, nace como un estado constitucional en guerra, fiel al estilo del nacimiento de las naciones europeas y la mayoría de las sudamericanas.

De hecho, cada Iraquí que me tocó entrevistar, a favor o en contra del régimen, cuando anduve por la zona, me decía siempre lo mismo. “ El único objetivo de esta invasión es dividir Irak y cambiar el mapa del medio oriente”. Los más osados decían que se llevaba a cabo para expandir los dominios del Estado de Israel, por el asunto del agua, y también descongestionar demográficamente el conflicto palestino israelí, para usar Irak y eventualmente Siria, dos patrias claves del nacionalismo y el arabismo, como tierras para la absorción de población desplazada. Muchas publicaciones se han referido a este último tema, aunque no existe un reconocimiento oficial en las partes responsables de la invasión.

Enfrentando este panorama, las opciones del análisis para facilitar la comprensión se reducen a dos grandes áreas. Primero, o se está en presencia de un plan deliberado - de la alianza invasora- que “salió así”, no por un error de cálculo, sino que se transformó en lo que se esperaba. Segundo, estamos frente a una incompetencia política de implicancias internacionales graves en las potencias que lideraron la invasión, con al apoyo de 43 naciones, que no puede continuar escudándose detrás de la lucha internacional contra el terrorismo, y la implantación del sistema democrático occidental.

En ambos casos hasta hoy, la fiscalización de la llamada “comunidad internacional” ha sido nula. El propio gobierno iraquí se negó a la iniciativa de realizar una conferencia internacional, para debatir soluciones el problema de Irak en un plano más amplio, y no constreñido a la unilateralidad de que es un triunfo o una derrota de los EEUU.

Irak es paradigma en el estudio de la política, porque es la situación más evidente en donde el resultado y la nueva realidad provocada por la invasión, hicieron perder de vista el objetivo inicial. Es, cuando las implicancias superaron largamente los objetivos, al menos los que decidieron y planificaron hayan manejado los objetivos con códigos de fraude. Es decir: los objetivos eran otros, y probablemente sean exactamente lo que vemos hoy: desintegración de una nación.

Si se diseñó para que así ocurriera, los que lo planificaron han revolucionado los paradigmas sobre los cuales se sustentaban algunos principios más usados en política internacional. Llámense éstos “realismo duro”, “idealismo realista”, “constructivismo o conductismo pos- pos moderno”, el modelo de simulación aplicado en Irak, incluyó antecedentes y supuestos equivocados, se usó mal, o simplemente no existía.

Ni la futura presencia de células de Al Queda, que eran fácilmente previsibles a partir de la ocupación, ni la resistencia del partido Baas, o el apoyo a la resistencia proveniente de las redes islámicas desde Indonesia hasta Mautitania , pasando por toda la gama de países donde el islamismo es poderoso, estaban fuera del juego de simulación, como actores principales. Por lo sucedido, todo lo que ocurre estaba contemplado.

Por los antecedentes, no es posible darle credibilidad a la frase de que “hubo equivocación en los que decidieron políticamente y planificaron”. Una fuerza de elite política, con todo el apoyo del capital transnacional detrás, no puede cometer equivocaciones de tal magnitud dos veces, al menos que se hayan ocultado los objetivos primarios.

Algo no cuadra, y se hace difícil recurrir a la peor de las hipótesis: se planificó así y el objetivo era ese: partir Irak en varias partes, con el objetivo de remodelar la zona, políticamente y económicamente.

Hay que observar detenidamente los objetivos de las potencias tradicionales y emergentes, en su viscoso flujo de poder, respecto a qué hacer con el tema Irak y el medio oriente. Tal vez allí resida una buena parte de la explicación del dilema y de la continua tragedia en Irak: qué desean hacer estas potencias con el futuro de la zona.

Al parecer, a varias de las potencias más tradicionales, todavía se le descuelgan por los cuellos los antiguos fantasmas del colonialismo, en aras de su propia supervivencia, a las que se agrega una intensa China, en búsqueda de ese nicho de potencia política internacional al cual siempre aspiró.

Es de esperar que de los arbolitos navideños que se instalan en las oficinas y los hogares de los que tomaron las decisiones de invadir y ocupar Irak, se cuelguen también algunas luces, e ideas para solucionar el tenebroso panorama en Irak. Los políticos con poder, en esa gran cantidad de países del sistema de Naciones Unidas que por lo general observan, también pueden colocar en sus arbolitos mensajes para una reactivación en pos de esa solución. No es un problema de victoria o derrota de los EEUU, ni del actual gobierno iraquí. Es mucho más que eso, aunque a los gobiernos más comprometidos con esta ocupación, no les acomode el concepto de “Irak: un problema de la comunidad y la paz internacional. Mientras no se tome conciencia de esto, no hay nada que celebrar...


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