sábado, diciembre 23, 2006

Chávez trató de imponer su estilo en América Latina pero falló la estrategia

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La metodología de Hugo Chávez para triunfar en Venezuela consistió en prometer la liquidación de los partidos tradicionales, a sabiendas de su descrédito, y su sustitución por "una democracia participativa". Esa fórmula tuvo imitadores en América Latina, pero sólo dos consiguieron la presidencia: Evo Morales, en Bolivia, y Rafael Correa, en Ecuador. La acarició Ollanta Humana en Perú. Los dos nuevos gobernantes siguen el libreto de Chávez: convocar una Asamblea Constituyente que redacte una Carta Magna a la medida. El ex teniente coronel, que también cargó contra el neoliberalismo, creó la Constituyente para laminar en ocho años la institucionalidad del bipartidismo venezolano establecido en 1958 e imponerse al frente del Movimiento Quinta República (MVR). Morales y Correa pretenden emularle, pero sus circunstancias nacionales son más complejas, y no cuenta con los multimillonarios ingresos petroleros manejados por Chávez para hacer carburar su revolución.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, aplaudió las 11 elecciones presidenciales desarrolladas este año en América Latina, sin ocultar que la región afronta todavía problemas gravísimos, como son la pobreza, la delincuencia o la necesidad de crecer más económicamente. Chávez creó escuela, o trató de conseguirlo sin éxito. Lo cierto es que el mapa latinoamericano cambió después de las consultas celebradas entre noviembre de 2005 y el año que ahora acaba en México, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Costa Rica, Honduras y Nicaragua.

La reelección de Chávez apuntaló la permanencia en el mando, durante otros seis años -y probablemente más porque piensa promover la reelección indefinida-, de un mandatario cuyo comportamiento y polémicas declaraciones tienen impacto fuera de las fronteras de su país; el último triunfo, el 3 de diciembre, anticipa también la transformación de su Gobierno en un régimen, aliado con Cuba, que habrá que tener en cuenta porque su influencia en los sectores más radicalizados de la región no es desdeñable. Chávez envía a Cuba 100.000 barriles de petróleo diarios para asegurar su suministro energético, y acentuó su colaboración con la isla en todos los órdenes. Previsiblemente, el eje Caracas-La Habana continuará con Raúl Castro cuando fallezca Fidel Castro, que atraviesa una incierta convalecencia.

Los resultados de las 11 presidenciales mostraron asimismo las dificultades para construir mayorías políticas y gobernar con cierta comodidad. De los 11 presidentes electos, sólo cuatro cuentan con mayoría legislativa propia: Evo Morales en Bolivia, Michelle Bachelet en Chile, Álvaro Uribe en Colombia y Chávez en Venezuela, según observa Daniel Zovatto, director de América Latina del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA). En los otros siete, Brasil, Ecuador, Costa Rica, Honduras, México, Nicaragua y Perú, los nuevos ejecutivos deberán construir acuerdos para llevar a cabo su agenda de gobierno, "y evitar la parálisis que suele aquejar a los presidentes latinoamericanos que se ven obligados a ejercer su mandato en situaciones de Gobiernos divididos".

América Latina se afianzó electoralmente este año, aunque con democracias conflictivas, deficitarias en Estado de derecho, y todavía divergentes en tendencias, ideologías y programas. La corrupción, el clientelismo y la injusticia social constituyen, lamentablemente, uno de los denominadores comunes de la mayoría de sus países. El resultado de las 11 consultas certifica el esfuerzo de buena parte de los candidatos ganadores por acercarse al centro-izquierda con programas sociales, según el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, o el ex presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti. Lo hicieron, con flancos populistas o nacionalistas, el conservador Felipe Calderón en México, el izquierdista Daniel Ortega en Nicaragua, Lula da Silva en Brasil, el peruano Alan García o la socialista Bachelet en Chile. Todos se alejaron del Consenso de Washington, que propugnó en los noventa la férrea disciplina presupuestaria, las privatizaciones, las liberalizaciones y nuevas prioridades del gasto público en países sin defensas para afrontar sus consecuencias. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calculó que la región apenas creció un punto y medio de promedio en esa década.


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