domingo, diciembre 31, 2006

¡Vaya lío el de Colombia y Nicaragua por San Andrés!

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D'Artagnan, Columnista de El Tiempo, Bogotá

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Es muy complejo entender el tema del litigio entre Colombia y Nicaragua, a propósito de la demanda que este último país interpuso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, demanda referente a la plataforma marítima y a la misma soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia.

La audiencia ya fue fijada para la primera semana de junio del 2007 y mientras aquí se le restó importancia a la noticia, en Nicaragua fue primera plana en todos los medios. Lo mínimo que uno puede esperar es que a Colombia le vaya bien en su estrategia jurídica, pero no podemos cerrar los ojos -menos aún el presidente Uribe- ante el hecho de que una derrota es igualmente posible.

Por ahora hay que aguardar a que la Corte celebre audiencias y adopte un fallo (que se producirá entre octubre y diciembre del 2007, es decir, aproximadamente dentro de un año) y que consiste en lo siguiente: que la CIJ diga que sí hay controversia y rechace la posición de Colombia, manifestada a través de las excepciones previas, lo que obviamente constituiría estruendoso fracaso de nuestra política internacional.

Son muy sólidos los que se oponen a la estrategia de presentar excepciones preliminares, como lo hizo Colombia precipitadamente y a última hora. El ex canciller Guillermo Fernández pretende que hay un consenso que no ha existido. Desde la vieja guardia de abogados internacionalistas a la nueva, varios son críticos. De la vieja guardia, el fallecido Germán Cavelier, Alberto Lozano Simonelli, Jaime Pinzón López y Martín Alonso Pinzón. De la nueva, Juan Daniel Jaramillo -asociado con el prestigioso Fletcher School de las universidades de Tufts y Harvard-, Carlos Salgar, del Externado de Colombia; José Joaquín Caicedo Demoulin, de la Sorbona; el ex embajador en La Haya Pedro Alejo Gómez Vila, así como un experto grupo académico de la Universidad Nacional.

No precisamente unos pintados en la pared, como Fernández de Soto se ha encargado de presentarlos privadamente, al soltar venenosas suspicacias sobre la mayoría, incluso ya fallecidos...

Uribe va a tener que tomar esto en sus propias manos, sin seguir delegándolo -con una ingenuidad que puede costarle mucho- en mentes presumiblemente preparadas, encasilladas además en posturas excluyentes y que no necesariamente garantizan hoy un triunfo jurídico. Por lo pronto, lo único posible es esperar a las audiencias, pues ya Colombia presentó sus excepciones y no puede echarse para atrás: los memoriales escritos, en efecto, están presentados y se han surtido las etapas establecidas.

Pero si el país es derrotado

tras las audiencias de junio y la CIJ decide que sí hay controversia sobre San Andrés o las áreas marítimas, lo que prolongará el proceso, Uribe no tendrá otra alternativa que cambiar el equipo e implementar una táctica más consensuada. Y trasladarles el costo político a quienes han estado al frente del litigio, aparte de que habrá que darles seguridad a los sanandresanos. Si la CIJ dice que hay controversia, aunque la soberanía siga siendo de Colombia (mientras se decide qué es de Colombia y qué de Nicaragua), los isleños van a entrar en una especie de limbo, por lo demás muy peligroso en la medida, además, en que nunca se han sentido colombianos de veras. Otro plato hirviente en la mesa de Uribe que tendrá que manejar con guantes de seda gruesa.

Lo que es inaceptable en todo esto son las satanizaciones y los ataques personalistas, según los cuales si se está en contra de la estrategia actual se es un antipatriota irresponsable, como fue lo que insinuó Fernández de Soto en reciente columna de EL TIEMPO del jurista Carlos Villalba Bustillo. Quien, en su condición de ex magistrado, entiende -como muchos otros- que algo marcha mal.

Si hay derrota inicial, ¿podrá Colombia seguir confiando en sus actuales ejecutores para la buena defensa del interés nacional, cuando Nicaragua tiene hoy en La Haya a los internacionalistas más avezados e influyentes para dirigir el caso, y el presidente Daniel Ortega, una bandera nacionalista a la que no va a renunciar?

Serio interrogante para que Uribe medite en estos días postnavideños.


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