FIDELIO DESPRADEL
-DE HOY, MATUTINO DOMINICANO-
Los pueblos han venido cambiando la correlación de fuerzas en todo el continente americano: desde Argentina, en el cono sur, hasta México, en la frontera con los Estados Unidos, pasando por Chile, Bolivia, Perú, Uruguay, Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, y la siempre presente, Cuba.
Y digo los pueblos, porque lo central de esta nueva situación, no es sólo, ni principalmente, la existencia de gobiernos progresistas, de distintas tonalidades y matices, sino el papel protagónico, cada vez más decisivo, de los pueblos de cada uno de esos países. Por eso incluyo a Perú, a Colombia, El Salvador y México en este cuadro promisorio. ¡El levantamiento de los pueblos de América!: ¡Ese es el matiz principal!
No puede incluirse la República Dominicana en este cuadro, más que como un inmenso reto para las fuerzas progresistas de la Nación. Y no puede incluirse, porque todavía nuestro pueblo no ha empezado a levantarse ni a recomponerse, en toda su diversidad y heterogeneidad.
El creciente protagonismo de los pueblos de América, el cada vez más evidente declive del imperio norteamericano, las dificultades económicas en esa primera locomotora del mundo, las nuevas insurgencias en Irak, Afganistán, el Líbano y Palestina, son parte fundamental de los vientos que nos vienen de fuera.
Pero ello no son más que entornos favorables para los hombres y mujeres que no rendimos nuestras banderas y principios y que luchamos, enconadamente, por cambiar el panorama actual de Dominicana. Nuestra batalla principal está aquí, en esta tierra, tan pateada y vapuleada desde muchas décadas atrás.
Nuestro objetivo es unir la nación dominicana, en la persona de todos los sectores sociales afectados por el modelo que nos han impuesto los grupos sociales y económicos, y las cúpulas políticas que se sirven, imponen y reproducen dicho modelo.
Una política de unir la nación dominicana fue la que Guillermo Moreno, hablando a nombre propio y en representación de un grupo de hombres y mujeres compromisarios, planteó en una alocución el pasado 28 de noviembre unir la nación en toda su diversidad y heterogeneidad, sin manipulación, respetando la independencia y autonomía de cada sector con posibilidades de aportar su cuota, por más pequeña que ella sea.
¡Poner la Nación en Movimiento!, clamaba Guillermo en dicha alocución, completando la idea con ¡El poder lo tienes tú! No se trata de un nuevo grupo o partido, mucho menos un candidato o una coalición, ni tampoco un frente. Se trata de una política y de un camino para hacerla viable. Se trata de reconocer la diversidad y la heterogeneidad; de no excluir; poner como norte la movilización de la Nación. Y descansar esa movilización en el reconocimiento de la inmensa diversidad de sectores que pueden y deben aportar su cuota.
El pasado lunes, el doctor Leonel Fernández, en un ridículo segundo intento de edulcorar su paquetazo económico, evidenció el atolladero en el que está metido el partido del gobierno y su propia figura. Medidas de austeridad relacionadas con gastos del gobierno, que economizarán 17 mil millones de pesos, lo único que demuestran es la catadura del equipo de hombres y mujeres, que a nombre de una “revolución democrática” nos desgobiernan, dilapidando los dineros del erario, en una francachela que ofende la miseria en que desenvuelve su vida más del 70% de la población.
En el PRD, un tal Miqui aplastará, a papeletazos limpios, a la doctora Milagros Ortiz Bosch, que teniendo un historial de vida muy distinto a las mafias que han desfigurado a ese gran partido que es el PRD, la pondrán a ella y a muchos otros, ante el más grande dilema de su larga vida política y ciudadana: o legitima el entierro de ese gran instrumento del pueblo que fue el PRD, o reivindica, por fuera de esa organización, el legado de los primeros tres lustros de esa organización, que tanto contribuyó a construir el gran movimiento político presente en la década de los 60 en nuestro país.
Continuaré con el tema. Pero no quiero terminar sin plantear que se está acercando la “hora de los hornos”, que tocará las puertas de todos y todas las que nos asumimos patriotas o progresistas, y que la vida no nos perdonará que nos quedemos en la orilla, mientras este pueblo se bate de nuevo, en construir nuevas esperanzas.
¡Ojalá este llamado encuentre oídos receptivos! Mientras tanto, muchos y muchas estamos esforzándonos por colocar la República Dominicana en los “tiempos” de América.
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