lunes, diciembre 11, 2006

¿No habrá otro Clinton por ahí?

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Manuel Zaguirre
-LA VOZ DE ASTURIAS-
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Es necesario que Bush desaparezca de la escena histórica y América abra horizontes a la humanidad.

Se ha dicho, con evidente razón, que en las elecciones políticas que se celebran en los Estados Unidos de Norte América, ya sean presidenciales o legislativas, deberíamos poder votar todos cuantos poblamos este mundo habida cuenta lo mucho que nos atañe --demasiadas veces para mal-- cuanto allí se maneja.

De haberse podido realizar ese imposible, desde luego Bush no sale electo tal como venía la mano, ni mucho menos reelecto tras burlarse del clamor mundial contra la invasión de Irak y el anunciado y confirmado desastre al que asistimos entre la rabia porque se haya producido a causa de la arrogancia y estupidez de unos pocos y la impotencia de no encontrar una salida minimamente viable.

Las más de 600.000 víctimas iraquíes a causa de la espiral invasión- insurrección, el altísimo riesgo que ello comporta para la vergüenza universal y la estabilidad mundial, sobre todo al vincularse con otra herida que sangra incontenible desde hace décadas: la ocupación militar e intento de borrar del mapa al pueblo palestino... nos impiden todo consuelo por el desprecio y la severidad con que la Historia tratará a Bush y a sus chicos del coro jugando a ganadores. Y bueno que va a ser.

Retomando el hilo, ya que no podemos votar en los USA permítasenos al menos opinar con el debido cuidado, eso sí, de no confundir los deseos con la realidad o de hacer virtud de la necesidad. Quiero decir que la victoria de los demócratas en las recientes legislativas, ganando la mayoría en el Congreso y en el Senado, necesitamos que sea un vendaval de sosiego en un escenario internacional hipertensionado por las peligrosísimas políticas de la administración Bush y del complejo militar- industrial y los lobis petroleros a los que sirven sin el menor respeto a las formas.

DE MOMENTO,el cese fulminante de Rumsfeld --allí no hay tradición de que dimitan los presidentes a causa de errores, tropelías y mentiras, como es el caso-- y los guiños de Bush a la mayoría demócrata para reorientar la política internacional en sus tramos más calientes --Irak, Palestina, Irán--, pueden ser señales en esa dirección del cambio necesario.

No obstante, a veces a lo necesario se opone lo posible y es legítimo pensar que la victoria demócrata se va a administrar en clave local estadounidense y que la política exterior --la política imperial por excelencia-- no va a sufrir variaciones esenciales. En este punto se recrean mucho los antiyanquis primarios que sostienen que demócratas y republicanos son idénticos en los collares y en lo demás.

Yo creo, contrariamente, que la necesidad de que los USA cambien su comportamiento internacional es tan clamorosa para todos, ellos incluidos, que acabará concretándose en hechos que alivien y descompriman la misma. Por supuesto, lo de que demócratas y republicanos son caras de una misma moneda siempre fue un reduccionismo estéril. En qué cabeza cabría que Kennedy y Nixon fueron lo mismo y, sobre todo y a raíz de la que está cayendo, nadie sostendría que Clinton y Bush, da igual padre o hijo, son similares en los planos nacional o internacional.

Tras la victoria demócrata no hay la menor duda de que algo ha empezado a moverse en el polvorín por excelencia de oriente próximo. Son movimientos tan tenues que parecen imperceptibles, pero Bush, despabilado a golpe de votos en contra, ha entendido que encontrar alguna salida a la carnicería y al caos que provocó en Irak pasa inexorablemente por implicar a Siria e Irán y ello pasa, a su vez, por negociar seriamente en vez de amenazar con ataques imposibles a estas alturas. Asimismo, esa negociación multibanda es imprescindible con interlocutores válidos de la insurgencia iraquí y afgana (no le será difícil al Bush junior pues su papá, al que quería asesinar Sadam, tiene mucho que ver con la promoción y sostén de todos ellos). Por supuesto, sin acabar con la brutalidad del Estado de Israel contra Palestina, imponer una tregua duradera, levantar el criminal embargo contra la población exhausta, reencarrillar el conflicto por la vía de la negociación, con mediación internacional e intervención de la ONU, camino de la creación de un Estado palestino en los términos que establece Naciones Unidas... son inútiles todos los esfuerzos pacificadores en la región. La herida por la que sangra el mundo árabe y musulmán en su conjunto se llama Palestina; sin cerrarla no habrá paz ni estabilidad alguna.

BUSH, ENsu brutal ignorancia, con su guerra preventiva y el intento democratizador manu militari, va camino de provocar que el islamismo extremista sea hegemónico política y culturalmente en los países árabes-musulmanes. El subdesarrollo impuesto, la desesperanza de los jóvenes, los regímenes neo-totalitarios serían los mayores aliados de Bush y el mejor combustible para la producción infinita de mártires, insurgentes o resistentes como les llaman por allí, o terroristas como les llaman por aquí.

Impedir ese desastre geopolítico de alcance incalculable pasa por idear soluciones más imaginativas e integradoras en la línea de la alianza que sugiere nuestro presidente y otros mandatarios mundiales, repensar el conjunto de equilibrios viables en oriente próximo de modo que, con epicentro en Palestina, alumbren una paz suficiente a cuyo amparo encarar los grandes retos de justicia social, modernización, inserción digna en la escena internacional, que el mundo árabe y musulmán reclama y merece tras siglos de colonialismo y expolio aún en vigor.

Por supuesto, es necesario también que Bush y lo que representa desaparezcan de escena histórica como un mal sueño irrepetible. Tal vez él se conforme con una salida discreta como una contribución última para atenuar o evitar que los republicanos sean barridos de aquí a dos años. Da por supuesto, y todos los demás también, me temo, que ninguna instancia jurídica le va a pedir cuentas. Pero no deja de ser molesto el ineludible juicio de la Historia, normalmente más demoledor que el otro.

TAL VEZ PORtodo ello ya se esté moviendo Bush en la dirección que esperamos, deseamos y necesitamos que se muevan los demócratas tras su reciente victoria en las legislativas y la previsible en las presidenciales.

Lo imprescindible, no obstante, es que toda la sociedad norteamericana se mueva en una dirección que abra horizontes a la Humanidad, de la que ellos son parte, obviamente. Por ello, y por lo que tiene de luminosa y precursora, no me resisto a concluir con una frase de Bill Clinton, pronunciada ante un auditorio estudiantil hace unos meses: "Los Estados Unidos deberíamos trabajar hace ya tiempo para construir un orden internacional en el que nos sintamos a gusto cuando no seamos primera y única potencia mundial..."

Que así sea cuanto antes, por la cuenta que nos trae a todos. Es decir, que un mundo multipolar, fundado en el derecho internacional, el desarme, la paz, la solidaridad, el desarrollo sostenible y la erradicación de cuanto hay de inhumano en él, del sida al hambre y del analfabetismo a la explotación infantil, sustituya a esta paranoia que se levantó tras caerse el famoso muro.

*Presidente de USO.

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