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Por Julio C. Malone
Del Colegio de Periodistas Dominicanos -CDP-
NUEVA YORK.- Alberto Gonzales, el primer hispano Consultor Jurídico presidencial y Procurador General estadounidense, terminó defraudando a hispanos, republicanos y todo el país desde ambas posiciones. En la Casa Blanca legalizó las torturas y el espionaje telefónico. Su obra cumbre del derecho pre-jurásico es Guantánamo, donde perfeccionó la Bastilla francesa y el Gulag soviético. Guantánamo es un agujero negro en el tiempo, el espacio, los códigos y la consciencia. Nadie saldrá de ahí ni tendrá juicios. En el dintel del Infierno, Dante Alighieri anunció la esencia del lugar: “¡Perded toda esperanza los que entráis!”.
Gonzales carecía de experiencia y estatura jurídica para ser Procurador General, y ascendió al cargo como los mafiosos del cine. Fue a la cama de hospital de su antecesor, John Ashcroft, para forzarlo a re-autorizar espionajes telefónicos. Aschcroft, representante de la ultra derecha, actuó como un campeón liberal negándose a firmar, perdió el empleo y Gonzales lo ganó.
Durante su gestión, muchísimos mexicanos, como él, fueron aporreados, linchados o cazados como patos en la frontera, por grupos fundados en el odio, como el KKK y los Minute Man. Gonzales nada hizo. Bajo su gestión fue la única vez que un ciudadano estadounidense, e hispano, José Padilla, fue confinado a dos años de prisión en una solitaria. Gonzales hizo tanto daño al sistema jurídico estadounidense como solo puede hacerlo un elefante en una cristalería.
Despidió a nueve fiscales federales por razones políticas. Cuando el Congreso lo interpeló, republicanos y demócratas pidieron su renuncia. “Pasar más tiempo con la familia” es la excusa preferida para las renuncias forzadas. Gonzales no dijo por qué renunciaba, quizá sea para “pasar más tiempo con sus abogados”. Sus subalternos del Departamento de Justicia investigan si le mintió al Congreso en su testimonio. Eso nunca ha ocurrido. Este es su nuevo récord.
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