EL Nuevo Herald, Miami
VIOLETA YANGÜELA
Santo Domingo -- Dicen que el tamaño importa y define. Parecería ser verdad. El debate si grande o pequeño se ocupa de diferentes temas y diferentes situaciones. Así, el tamaño del Estado, de cualquier Estado, es tema de discusión aquí, allá y acullá. Ese tamaño tiene dos medidas, una por la cantidad de funcionarios y la otra por el porcentaje de los gastos del gobierno en relación a su producto interno bruto (PIB).
Esos gastos del gobierno para algunos gurús económicos y políticos definen los niveles de una sociedad centrada en la planificación estatal, lo que a su vez explica un concepto ideológico de derecha y de izquierda. Suelen llamarle el estado de bienestar en el que la distribución de la riqueza es la prioridad para la izquierda. Y dentro de esa distribución de riqueza que va dirigida a las llamadas variables sociales se incluye el tamaño del funcionariado. Es decir, la creación de empleo vía el Estado. La creación de riqueza vía el mercado es concepto de la derecha. En uno, Estado grande y protector; en otro, Estado pequeño y eficiente.
En Francia, origen de la definición de un lado y del otro, los gobiernos de cada lado han sido fieles a distribuir más riqueza de la que se crea. De acuerdo al Indice del Gasto Público de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el gasto público francés es el segundo más alto de los países que integran la organización. Es casi el doble de los dos últimos países: Japón y Estados Unidos. En términos de población, Estados Unidos tiene 300 millones, Japón 127 y Francia 60. En el Indice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, Francia ocupaba el lugar número 8 en el año 90, en la actualidad ha pasado a ocupar el lugar 16. Su deuda pública ronda el 120% de su PIB.
El Estado francés emplea el 23% de los asalariados a los que se le agregan 3 millones de desempleados y 1.5 millones de lo que llaman eremistas (RMI) que reciben el ingreso mínimo. Esto sin contar las empresas --grandes y pequeñas-- de las que el Estado francés es socio y director. Renault, que fabrica carros, o EADS, que fabrica aviones, son empresas de accionariado ''estatal''. Por estos contornos caribeños se llaman clientelismo.
Con una economía que no crece y una tasa de desempleo de un 10% por más de 20 años, llegó a la presidencia Nicolás Sarkozy con la promesa de ser rupturista. ¿Qué va a romper Sarkozy?
En términos políticos comienza con una oferta pública de acciones (OPA) al Partido Socialista. Cuentan que en una reunión, Sarkozy decía que ''el único que no es socialista soy yo'' (está por verse). Una OPA tiene la ventaja de que las acciones usualmente se compran a un precio más alto de su valor en el mercado. Los accionistas del Partido Socialista, incluyendo su asesor económico, van desde distintos ministerios, presidencias de comisiones de reformas, hasta la propuesta para el cargo de director del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los otros accionistas intentan recomponer la ruptura o grieta que incluye las desavenencias de la ex pareja socialista aspirante a la presidencia francesa.
Esa OPA de Sarkozy es analizada, comentada, debatida en todos los medios de comunicación globales como una muestra de la habilidad política del presidente francés. Por estos contornos caribeños le llaman compra.
Asunto de sofisticación de definiciones y, por supuesto, de lenguaje
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