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Por Miguel Guerrero, El Caribe
En “Esta noche la libertad”, un formidable relato biográfico de Gandhi y de la partición de la India, Dominique Lapierre y Larry Collins describen cómo en sus largas y solitarias jornadas de peregrinación por el vasto territorio de su país contra el imperio británico, se le escuchaba cantar al Mahatma aquellos inolvidables versos de Tagore: “Si nadie acude a tu llamado, camina solo, camina solo”.
El pasaje se aplica al trágico drama que la nación ha vivido en los últimos cuatro años, desde la quiebra del Baninter, calificada por las dos últimas administraciones del Banco Central y la Superintendencia de Bancos, como fraudulenta. Las voces que se han alzado contra ese hecho abominable deben mantenerse mientras fuerzas tengan. No importa que se queden solas o que el manto de la impunidad les castigue con la fuerza de un látigo o de un insulto.
Es evidente que una influyente amalgama de intereses económicos y políticos se ha confabulado para hacerle creer a la opinión pública nacional que la acusación no es más que una conspiración.
Primero, de un gobierno, el de Hipólito Mejía; segundo, de la autoridad financiera y monetaria, en dos administraciones distintas; y, por último, de un grupo reducido de abogados, periodistas y representantes de la sociedad civil.
Todos supuestamente empeñados en hacerle la vida difícil a un grupo por la inocente tarea de haber destruido un banco, y de crear un hoyo financiero que el país tendrá que pagar por veinte años, a un costo muy oneroso como lo demuestran cuatro reformas tributarias en igual número de años.
Si este bochornoso hecho no recibe la sanción debida, habrá pocas razones para seguir viviendo en este país. En los argumentos de la defensa legal se ha pretendido llevarse a medio país por delante, logrando apenas llamar demasiada atención sobre la ambigua y desconcertante posición del gobierno en el caso.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do
martes, septiembre 18, 2007
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