La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

Cuando se lea este artículo, el presidente Leonel Fernández estará de viaje en la ciudad de Nueva York. Permanecerá en territorio estadounidense 13 días, según ha informado el Palacio Nacional.

La importancia del nuevo periplo presidencial está determinada por lo que se propone hacer allí. Según el gobierno, pronunciará un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, evento al que sólo concurren ya los jefes de Estado cuando tienen algo trascendente que decir, y hará el lanzamiento simbólico al inicio de un partido de los Yankees, en su viejo estadio del Bronx, cuyos días están contados.

Además, el mandatario se reunirá con representantes de la comunidad dominicana en varias ciudades norteamericanas y, por supuesto, pronunciará una que otra conferencia. Como se puede concluir, se trata evidentemente de una gira proselitista en la que no figura una sola actividad que pueda ser calificada propiamente como un compromiso de Estado.
Cuando se analiza la inclinación del Presidente por los viajes, se puede observar claramente que ha estado más tiempo en el exterior que en el interior del país. Bastaría contar los días que ha pasado fuera del territorio con los que ha pernoctado en ciudades dominicanas fuera de Santo Domingo.

De hecho, los 13 días que pasará entre Nueva York, Washington y Boston superan todas las noches que, se sepa, ha dormido desde que es presidente en Santiago, la segunda ciudad del país.

Y naturalmente mucho más de las veces que ha estado en Pedernales, Dajabón, Montecristi y otros lugares de la frontera, la zona más sensible de toda la geografía nacional.

Por esa razón, y por el hecho de haber vivido en aquella urbe en su adolescencia, el Presidente nos habla con tanta propiedad de hacer de nuestra capital un Nueva York chiquito y explica en parte la obsesión por un metro que tal vez no pueda inaugurar si pierde la reelección.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
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