martes, septiembre 18, 2007

Editorial de El Caribe/ Deben cambiar

El principal activo de las instituciones públicas, además de la competencia requerida en sus funciones, es la credibilidad y confianza que pueden inspirar en la población, en base al balance de sus ejecutorias.

Por encima de las normas y del ordenamiento institucional en que se fundamentan, el buen crédito y la imagen de esos organismos depende en gran medida de la forma en que hablan y actúan sus voceros y representantes.

Este sencillo y a la vez fundamental código parece que no acaba de ser entendido por jueces de la Junta Central Electoral (JCE), envueltos en un interminable diferendo sobre asuntos internos que se debaten más en el ámbito externo.

En los últimos tiempos no pasa una semana sin que deje de trascender, a nivel de opinión pública, alguna controversia que los honorables magistrados deberían resolver de forma menos estridente y sin tantos protagonismos.

Si esta tendencia se analiza de forma superficial, sin advertir sus implicaciones, podría pensarse que estamos ante una práctica positiva, por cuanto permite a los medios de comunicación informar con amplitud acerca de todas estas polémicas.

Ocurre, sin embargo, que la manera en que estas diferencias se dan a conocer y en algunos casos los temas y su origen mismo revela más una lucha de carácter personal y un afán de proyección individual que una genuina preocupación por asuntos de orden institucional.

En varias ocasiones, los jueces electorales se han comprometido a cambiar ese procedimiento, pero esto no ha pasado de una incumplida declaración de intenciones.

¿Es esta la forma en que han de comportarse jueces que deberían, por la peculiar naturaleza de su condición y el enfoque en extremo crucial y delicado de sus funciones, cuidarse de cualquier acción que se aparte de la prudencia, el equilibrio y la sobriedad que se espera de ellos?
De ningún modo, esa es la respuesta que de seguro darán los ciudadanos sensatos que, independientemente de sus legítimas preferencias partidarias, aspiran a tener una Junta Central Electoral que transmita confianza e inspire respeto.

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