viernes, septiembre 14, 2007

Chiquitín: “Un cabo de humo ata tu nave a tierra”

Servicios Google/Listín Diario, Matutino Dominicano

Reginaldo Atanay

NUEVA YORK.- ¿Habrá en la Dominicana tierra... un verdadero “lobo de mar”? Si eso no está apuntado en los célebres récords, ya ha de estar. Porque el contralmirante César De Widnt Lavandier es un “lobo de mar”, aunque se haya ido, con sus 93 años, hace pocos meses, al otro lado de la vida. “Chiquitín”, como le gustaba que le llamaran sus amigos, desde siempre, vivió la mar y sus avatares en todos los niveles: marinero, hombre-marinero, militar, civil, educador. Hombre disciplinado, siempre ávido de conocimientos, pero también transmitidor entusiasta de los mismos. Y hombre alegre. A la hora de la muerte de Chiquitín, nos vino al coleto una expresión del poeta chileno Oscar Castro, en su “Elegía a la orilla de los mástiles”. “Un cabo de humo, ata tu nave a tierra, capitán”. Y ese cabo de humo ata a Chiquitín, desde su aposento en la Eternidad, con todo lo que vivió y enseñó en sus años en la Tierra... y en la Mar.

A mano tenemos un ejemplar de “La Segunda Guerra Mundial y los submarinos alemanes en el Mar Caribe” de la autoría de Chiquitín. Habíamos perdido el contacto personal hacía años, aunque sí sabíamos de su vida y trabajo continuo en el lado oriental del río Ozama. Chiquitín solía leer, en Santo Domingo, nuestros artículos... y justo sobre este libro publicamos un trabajo hace unos años. Nos reencontramos al través de la embajadora Quisqueya Damirón, querida amiga, situada ya también, en el otro lado de la vida, quien le suministró nuestra dirección postal. Y a poco recibimos el ejemplar con la dedicatoria: “Reginaldo: Te dedico este libro donde relato una parte de la historia de hechos pocos conocidos llevado a cabo en el Mar Caribe por los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Con afectos, Chiquitín”. Durante la Era de Trujillo, De Windt Lavandier fue figura estrella de la Marina de Guerra, y una vez, cayó en desgracia ante el régimen imperante. Se dijo entonces, que ello se debía a sus desavenencias con el general Anselmo Paulino Álvarez, quien fue figura descollante en el gobierno del Dictador. Hace unos años, publicamos un artículo sobre Anselmo Paulino, siendo él, entonces, Embajador dominicano en España.

Hablábamos de su trabajo, sus ahorros y su “enemistad” con Chiquitín. Anselmo nos hizo llegar una carta en la que decía todo lo contrario: que le unían lazos indisolubles con el Almirante De Windt Lavandier, de quien, dijo, “sólo tengo palabras de elogio y agradecimiento por tan grande hombre.” Ahora nos place dar este réquiem por tan ilustre compatriota y compueblano, gloria indiscutible de la dominicanidad.

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