Aunque el chocoano lleva cuatro derrotas en cuatro partidos, dice que aún tiene la ilusión intacta de cuando dirigió su primer equipo. Afirma que en todas partes del mundo lo respetan, menos en Colombia.
Daniel Avellaneda / Corresponsal Buenos Aires
De El Espectador, Bogotá
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Basta recorrer sesenta kilómetros de cemento para llegar a La Plata. Capital de la Provincia de Buenos Aires, la ciudad conserva la impronta de medio siglo atrás. La estética barroca de sus edificios, las calles adoquinadas, la eternidad de los árboles de sus plazas y sus tradicionales bares. Y se respira fútbol entre sus diagonales, porque Estudiantes y Gimnasia son dos equipos influyentes. Ese escenario es el nuevo lugar en el mundo de Francisco Maturana.
Costará convencer a Pacho pero terminará aceptando la entrevista con El Espectador, único medio colombiano que accedió al ex entrenador de la selección. “Mientras menos hablen de Maturana en mi país, mejor; allá no me reconocen”, dispara quien hace un mes es el nuevo técnico de Gimnasia, un club con 120 años de historia que nunca fue campeón, tuvo problemas con su barra brava, está angustiado por el promedio del descenso y bajo su conducción perdió cuatro partidos en forma consecutiva.
P. ¿Por qué aceptó la propuesta de Gimnasia, un club que arrastra tantos problemas, no sólo en el aspecto futbolístico, además en el institucional?
R. Para cualquier técnico, la posibilidad de estar en un mundo futbolístico como el argentino es un gran desafío y un orgullo. No cualquiera viene a dirigir a Argentina. Y a mí me eligieron para que viniera acá. Yo estaba en una etapa de reflexión, sin alejarme del fútbol. Pienso que tengo una actualidad porque pertenezco al Comité de Estudios Técnicos y Desarrollo de Fifa, estoy en contacto con entrenadores de todo el planeta, tengo una vigencia. Tuve otras oportunidades: Canadá, Irán, Bahrein, Deportivo Quito, pero no me llenaban. Pero cuando apareció la oferta de Argentina, me impactó. Y hay dos cosas de Gimnasia que me impulsaron a aceptar. Primero, en los últimos dos años tuvo un técnico. Eso habla de un dirigente valiente que apoya proyectos. Y después, tiene 120 años y no ganó un solo título. Es el equipo suramericano de más abolengo. Y si tengo la suerte de ligar, quedo en la historia, hago ruido.
P. Seriamente, ¿usted cree que tiene posibilidades de ser campeón con Gimnasia, un equipo chico? Hasta ahora ha perdido todo lo que ha jugado.
R. Vine con mucha ilusión, la misma que tenía cuando dirigí mi primer equipo. Y no la perdí, más allá del descalabro de estas fechas. Pero en un mundo donde a uno siempre se lo está juzgando, a veces de una manera implacable, habitualmente con el sello del fracaso, soy benévolo conmigo mismo. Por eso sería demasiada pretensión de mi parte pedir que mi equipo juegue como yo quiero y además, que gane. Entonces, tengo que ser bastante elástico en mi autocrítica.
De Colombia...
Se acomoda en la silla del restaurante del hotel donde se aloja. Pide un café fuerte y continúa con el rumbo de la charla. El tema es Colombia, su país, y la división que provoca en la afición.
P. Usted habla del fracaso y en Colombia se habla mucho más de sus derrotas que de sus éxitos...
R. En Colombia se practica la cacería del fracaso. Yo oigo que Maturana fracasó en Costa Rica y la gente se come eso. Y ahí se escribe la historia y los niños leen: “Maturana es un fracasado”.
P. Bueno, pero en Costa Rica fue elegido el peor entrenador de la historia tica...
Estuve nueve meses en Costa Rica y la selección jugó un solo torneo internacional, la Copa Uncaf. Y la ganamos. Entonces, no entiendo por qué dicen que fracasé. Eso pasa por el odio o la mala fe. Y me tuve que ir porque no me pagaban. Porque cuando llegué allá, de mi contrato se hacía cargo una empresa norteamericana. Pero después le cortaron el chorro. Y recién ahora, tras siete años, gané una demanda de indemnización que yo no inicié. Así que yo me pregunto seriamente, ¿dónde está el fracaso? Acá, en cambio, me reconocen. Me tratan con respeto. Hasta los hinchas de Estudiantes, por mi relación con Osvaldo Zubeldía, Carlos Bilardo y el doctor Madero, me hablan maravillas, me piden que no dirija a Gimnasia, que sea el técnico de ellos.
P. ¿Se siente más reconocido en Argentina y otras partes del mundo que en Colombia?
R. Sin ninguna duda. Es que en Colombia te dicen, por ejemplo: “Fracasaste en Valladolid”. Pero mantuve la categoría. Y para más no le daba a Valladolid. Para ellos fue un éxito y eso me llevó a firmar contrato con Atlético de Madrid. Pero en mi país salvarse del descenso era un fracaso. Y gracias a esos dos años en Valladolid pasé a un equipo grande. Que fracasé en el Atlético de Madrid, está bien, lo acepto. Pero después voy a Arabia, soy campeón local y de Asia y eso nunca lo dicen en Colombia. Dicen “Maturana no gana nada”. Y yo gané, además de esos títulos en Arabia: un título con América de Cali; otro con Atlético Nacional en la Copa Libertadores; fui campeón de América con Colombia; clasifiqué a la selección a dos Mundiales; triunfé con Costa Rica en la Uncaf. Quiero que busquen un técnico en todo el continente que haya ganado tanto como yo. Pero son más rutilantes los fracasos en Atlético de Madrid y Perú. Pero me gustaría ver qué entrenador colombiano va a dirigir en todos los lugares en los que estuve yo.
P. ¿Es por todo eso que dice que se alejó de Colombia?
R. Yo tuve una oportunidad de trabajar con el Gobierno de Colombia y encontré respeto de los deportistas, que estaban muy ilusionados con la posibilidad de que estuviera en los Juegos Nacionales. Y cuando los medios se enteraron, salieron las columnas y los editoriales de que Maturana no era el indicado para el puesto. Y cuando tomé la decisión de decir “muchas gracias, no”, Maturana era un apátrida, que sólo le interesaba la plata... Entonces, uno no los entiende. El tema es fustigar.
P. Pero si lo volvieron a convocar para trabajar, ¿dónde está la falta de reconocimiento en su país?
R. A nivel gubernamental, sí estoy reconocido. Porque fue una determinación presidencial que encontró en Maturana una persona que actuó honestamente y que estaba capacitada para ayudar en los Juegos Nacionales, que son muy importantes para nuestro país.
P. Entonces, ¿por qué dijo no?
R. Fue una decisión dura decir que no, porque los atletas colombianos tienen un talento espectacular y el director de Coldeportes es un líder impresionante y el presidente, maravilloso. Aunque había una parte que me dio miedo, la administrativa. Como era un empleo público el que me ofrecían, no quería que Maturana estuviera juzgado por los convenios que se hicieron o situaciones vinculadas a temas económicos. Eso me daba pánico. Siempre fui una persona transparente. En una época trabajé en América de Cali con un presidente que era público, Miguel Rodríguez, y terminé investigado y haciéndole pasar malos momentos a mi familia. No quiero eso de nuevo.
P. Así como lo llamaron de Coldeportes, ¿cree que lo van a volver a convocar los dirigentes de la Federación de Fútbol para dirigir nuevamente la selección?
R. No, no creo, porque yo tengo el rótulo de fracasado y no hay un técnico en la historia de Colombia que haya logrado lo que conseguí yo. Obtuve dos eliminatorias, gané una Copa América y eso le dio un reconocimiento a nuestra selección. Pero a mí no. De todos modos, como decía Marcelo Bielsa, uno no pretende el reconocimiento, lo que no quiere es odio. Pero la tendencia es ésa. Resulta que soy un fracasado pero la Fifa me llamó para ir al Mundial Sub 20 de Canadá como integrante de la Comisión de Estudios Técnicos. Cuando voy a España, Italia o Alemania, encuentro el respeto de todos por haber sido el tercer técnico en haber dirigido más selecciones en el mundo. Entonces, si yo soy fracasado, qué le queda al resto.
P. ¿Considera que la ausencia de Colombia de los últimos dos mundiales tiene que ver con la historia de éxito-fracaso que embarra el camino?
R. Creo que Colombia tuvo siempre jugadores de fútbol: Pedro Zape, Miguel Escobar, Osvaldo Calero, Alejandro Brand, Diego Umaña, Víctor Campaz, Ernesto Díaz, Willington Ortiz, Toto Rubio, Alfredo Arango, cualquier cantidad de buenos jugadores que no tienen nada que envidiarles a los Valderrama, a los Rincón, a los Iguarán. Entonces, se dice que Maturana se encontró con una generación, una manera tan facilista de restar méritos. Y creo que el facilismo no deja ver que se está jodiendo al fútbol colombiano. Yo tuve la posibilidad de encabezar un proyecto gracias a un dirigente valiente que no dudó ante los descalabros. Y todo ese grupo de jugadores, desde las eliminatorias del Mundial 90 hasta el del 94, tuvieron concentraciones, partidos, hermandad, algo que no sucede ahora. Y ese es el gran problema de Colombia, no pudo tener personas que estén compartiendo tiempo, entrenamientos y fortaleciendo vínculos de amistad.
P. Mucho se dice del cambio de mentalidad del futbolista colombiano, que tenía que ser más disciplinado y ganador. ¿Acaso no cambió el perfil del jugador?
R. El futbolista colombiano es bueno donde vaya. Nadie puede desconocer la virtud de un Juan Pablo Ángel, de un Iván Ramiro Córdoba, de un Mario Alberto Yepes. Sin embargo, ninguno de ellos jugó un Mundial. Y se encuentra un Guarín, un Zapata, en Europa; un Rodallega en México; un Falcao en River Plate. Y con mentalidad ganadora. A nivel de clubes tuvieron éxito y no a nivel de selección.
P. ¿Y cómo observa el proceso de Jorge Luis Pinto?
R. Con los ojos, el corazón y el sentimiento colombiano. Porque el fútbol es del país entero. Y si a Colombia le va bien, le va bien al entrenador, a los dirigentes, a todos. Porque muchos piensan que el éxito son once jugadores y un técnico. Y en realidad son ellos más el entorno. En el 90 y 94 éramos una sola carne con la afición. Pero se perdió el respeto. Ahora el técnico dice A y otros dicen B. Entonces, no hay armonía del país alrededor de la selección.
P. De acuerdo con su opinión parece difícil que a Pinto le vaya bien...
R. Pinto es una persona muy capaz, ojalá le vaya bien. Pero no cuenta con ese plazo del que hablaba yo. Aunque tiene buenos jugadores que quizá puedan acortar los tiempos de adaptación.
P. ¿Le dolió que antes de contratar a Pinto hayan buscado un entrenador extranjero?
R. No, ¿cómo me va a doler? Este es un mundo globalizado. Menos Hernán Darío Gómez o Pacho pueden hablar de eso, que tuvieron la distinción de dirigir otras selecciones. Estaría mal decirle que no a un extranjero.
P. Pero era darle otra idea diferente a la que le dio éxito a Colombia...
R. Lo que ellos buscaban desactivar era algo que habían inventado. Cuando digo ellos hablo de cierta parte de la prensa. Había mucha contra en el camino. Y como Maturana o Gómez dividían, buscaron a alguien que no lo hiciera.
P. ¿A usted le parece que la prensa tiene tanta influencia?
R. La influencia está dada por las voces. Y dentro de las voces está el periodismo. En Inglaterra, por ejemplo, era imposible dirigir por las barras. Ahora se cambió la mentalidad. Pero cuando no hay una premura de ese estilo ni del aficionado ni del periodismo, es muy difícil. En nuestro país aparece un partido, hay una manifestación, los hinchas se enojan y el dirigente echa al técnico. Cuando alguien entienda que el fútbol es una idea y no un resultado, el directivo irá a buscarlo.
P. ¿En Colombia hay dirigentes valientes?
R. Hay valentía donde menos repulsa más. El técnico más importante de Colombia hoy es Eduardo Lara y no lo tocan. Pero no es lo mismo dirigir una Sub 17 que una mayor. Y ahí es donde yo quiero la valentía.
Costará convencer a Pacho pero terminará aceptando la entrevista con El Espectador, único medio colombiano que accedió al ex entrenador de la selección. “Mientras menos hablen de Maturana en mi país, mejor; allá no me reconocen”, dispara quien hace un mes es el nuevo técnico de Gimnasia, un club con 120 años de historia que nunca fue campeón, tuvo problemas con su barra brava, está angustiado por el promedio del descenso y bajo su conducción perdió cuatro partidos en forma consecutiva.
P. ¿Por qué aceptó la propuesta de Gimnasia, un club que arrastra tantos problemas, no sólo en el aspecto futbolístico, además en el institucional?
R. Para cualquier técnico, la posibilidad de estar en un mundo futbolístico como el argentino es un gran desafío y un orgullo. No cualquiera viene a dirigir a Argentina. Y a mí me eligieron para que viniera acá. Yo estaba en una etapa de reflexión, sin alejarme del fútbol. Pienso que tengo una actualidad porque pertenezco al Comité de Estudios Técnicos y Desarrollo de Fifa, estoy en contacto con entrenadores de todo el planeta, tengo una vigencia. Tuve otras oportunidades: Canadá, Irán, Bahrein, Deportivo Quito, pero no me llenaban. Pero cuando apareció la oferta de Argentina, me impactó. Y hay dos cosas de Gimnasia que me impulsaron a aceptar. Primero, en los últimos dos años tuvo un técnico. Eso habla de un dirigente valiente que apoya proyectos. Y después, tiene 120 años y no ganó un solo título. Es el equipo suramericano de más abolengo. Y si tengo la suerte de ligar, quedo en la historia, hago ruido.
P. Seriamente, ¿usted cree que tiene posibilidades de ser campeón con Gimnasia, un equipo chico? Hasta ahora ha perdido todo lo que ha jugado.
R. Vine con mucha ilusión, la misma que tenía cuando dirigí mi primer equipo. Y no la perdí, más allá del descalabro de estas fechas. Pero en un mundo donde a uno siempre se lo está juzgando, a veces de una manera implacable, habitualmente con el sello del fracaso, soy benévolo conmigo mismo. Por eso sería demasiada pretensión de mi parte pedir que mi equipo juegue como yo quiero y además, que gane. Entonces, tengo que ser bastante elástico en mi autocrítica.
De Colombia...
Se acomoda en la silla del restaurante del hotel donde se aloja. Pide un café fuerte y continúa con el rumbo de la charla. El tema es Colombia, su país, y la división que provoca en la afición.
P. Usted habla del fracaso y en Colombia se habla mucho más de sus derrotas que de sus éxitos...
R. En Colombia se practica la cacería del fracaso. Yo oigo que Maturana fracasó en Costa Rica y la gente se come eso. Y ahí se escribe la historia y los niños leen: “Maturana es un fracasado”.
P. Bueno, pero en Costa Rica fue elegido el peor entrenador de la historia tica...
Estuve nueve meses en Costa Rica y la selección jugó un solo torneo internacional, la Copa Uncaf. Y la ganamos. Entonces, no entiendo por qué dicen que fracasé. Eso pasa por el odio o la mala fe. Y me tuve que ir porque no me pagaban. Porque cuando llegué allá, de mi contrato se hacía cargo una empresa norteamericana. Pero después le cortaron el chorro. Y recién ahora, tras siete años, gané una demanda de indemnización que yo no inicié. Así que yo me pregunto seriamente, ¿dónde está el fracaso? Acá, en cambio, me reconocen. Me tratan con respeto. Hasta los hinchas de Estudiantes, por mi relación con Osvaldo Zubeldía, Carlos Bilardo y el doctor Madero, me hablan maravillas, me piden que no dirija a Gimnasia, que sea el técnico de ellos.
P. ¿Se siente más reconocido en Argentina y otras partes del mundo que en Colombia?
R. Sin ninguna duda. Es que en Colombia te dicen, por ejemplo: “Fracasaste en Valladolid”. Pero mantuve la categoría. Y para más no le daba a Valladolid. Para ellos fue un éxito y eso me llevó a firmar contrato con Atlético de Madrid. Pero en mi país salvarse del descenso era un fracaso. Y gracias a esos dos años en Valladolid pasé a un equipo grande. Que fracasé en el Atlético de Madrid, está bien, lo acepto. Pero después voy a Arabia, soy campeón local y de Asia y eso nunca lo dicen en Colombia. Dicen “Maturana no gana nada”. Y yo gané, además de esos títulos en Arabia: un título con América de Cali; otro con Atlético Nacional en la Copa Libertadores; fui campeón de América con Colombia; clasifiqué a la selección a dos Mundiales; triunfé con Costa Rica en la Uncaf. Quiero que busquen un técnico en todo el continente que haya ganado tanto como yo. Pero son más rutilantes los fracasos en Atlético de Madrid y Perú. Pero me gustaría ver qué entrenador colombiano va a dirigir en todos los lugares en los que estuve yo.
P. ¿Es por todo eso que dice que se alejó de Colombia?
R. Yo tuve una oportunidad de trabajar con el Gobierno de Colombia y encontré respeto de los deportistas, que estaban muy ilusionados con la posibilidad de que estuviera en los Juegos Nacionales. Y cuando los medios se enteraron, salieron las columnas y los editoriales de que Maturana no era el indicado para el puesto. Y cuando tomé la decisión de decir “muchas gracias, no”, Maturana era un apátrida, que sólo le interesaba la plata... Entonces, uno no los entiende. El tema es fustigar.
P. Pero si lo volvieron a convocar para trabajar, ¿dónde está la falta de reconocimiento en su país?
R. A nivel gubernamental, sí estoy reconocido. Porque fue una determinación presidencial que encontró en Maturana una persona que actuó honestamente y que estaba capacitada para ayudar en los Juegos Nacionales, que son muy importantes para nuestro país.
P. Entonces, ¿por qué dijo no?
R. Fue una decisión dura decir que no, porque los atletas colombianos tienen un talento espectacular y el director de Coldeportes es un líder impresionante y el presidente, maravilloso. Aunque había una parte que me dio miedo, la administrativa. Como era un empleo público el que me ofrecían, no quería que Maturana estuviera juzgado por los convenios que se hicieron o situaciones vinculadas a temas económicos. Eso me daba pánico. Siempre fui una persona transparente. En una época trabajé en América de Cali con un presidente que era público, Miguel Rodríguez, y terminé investigado y haciéndole pasar malos momentos a mi familia. No quiero eso de nuevo.
P. Así como lo llamaron de Coldeportes, ¿cree que lo van a volver a convocar los dirigentes de la Federación de Fútbol para dirigir nuevamente la selección?
R. No, no creo, porque yo tengo el rótulo de fracasado y no hay un técnico en la historia de Colombia que haya logrado lo que conseguí yo. Obtuve dos eliminatorias, gané una Copa América y eso le dio un reconocimiento a nuestra selección. Pero a mí no. De todos modos, como decía Marcelo Bielsa, uno no pretende el reconocimiento, lo que no quiere es odio. Pero la tendencia es ésa. Resulta que soy un fracasado pero la Fifa me llamó para ir al Mundial Sub 20 de Canadá como integrante de la Comisión de Estudios Técnicos. Cuando voy a España, Italia o Alemania, encuentro el respeto de todos por haber sido el tercer técnico en haber dirigido más selecciones en el mundo. Entonces, si yo soy fracasado, qué le queda al resto.
P. ¿Considera que la ausencia de Colombia de los últimos dos mundiales tiene que ver con la historia de éxito-fracaso que embarra el camino?
R. Creo que Colombia tuvo siempre jugadores de fútbol: Pedro Zape, Miguel Escobar, Osvaldo Calero, Alejandro Brand, Diego Umaña, Víctor Campaz, Ernesto Díaz, Willington Ortiz, Toto Rubio, Alfredo Arango, cualquier cantidad de buenos jugadores que no tienen nada que envidiarles a los Valderrama, a los Rincón, a los Iguarán. Entonces, se dice que Maturana se encontró con una generación, una manera tan facilista de restar méritos. Y creo que el facilismo no deja ver que se está jodiendo al fútbol colombiano. Yo tuve la posibilidad de encabezar un proyecto gracias a un dirigente valiente que no dudó ante los descalabros. Y todo ese grupo de jugadores, desde las eliminatorias del Mundial 90 hasta el del 94, tuvieron concentraciones, partidos, hermandad, algo que no sucede ahora. Y ese es el gran problema de Colombia, no pudo tener personas que estén compartiendo tiempo, entrenamientos y fortaleciendo vínculos de amistad.
P. Mucho se dice del cambio de mentalidad del futbolista colombiano, que tenía que ser más disciplinado y ganador. ¿Acaso no cambió el perfil del jugador?
R. El futbolista colombiano es bueno donde vaya. Nadie puede desconocer la virtud de un Juan Pablo Ángel, de un Iván Ramiro Córdoba, de un Mario Alberto Yepes. Sin embargo, ninguno de ellos jugó un Mundial. Y se encuentra un Guarín, un Zapata, en Europa; un Rodallega en México; un Falcao en River Plate. Y con mentalidad ganadora. A nivel de clubes tuvieron éxito y no a nivel de selección.
P. ¿Y cómo observa el proceso de Jorge Luis Pinto?
R. Con los ojos, el corazón y el sentimiento colombiano. Porque el fútbol es del país entero. Y si a Colombia le va bien, le va bien al entrenador, a los dirigentes, a todos. Porque muchos piensan que el éxito son once jugadores y un técnico. Y en realidad son ellos más el entorno. En el 90 y 94 éramos una sola carne con la afición. Pero se perdió el respeto. Ahora el técnico dice A y otros dicen B. Entonces, no hay armonía del país alrededor de la selección.
P. De acuerdo con su opinión parece difícil que a Pinto le vaya bien...
R. Pinto es una persona muy capaz, ojalá le vaya bien. Pero no cuenta con ese plazo del que hablaba yo. Aunque tiene buenos jugadores que quizá puedan acortar los tiempos de adaptación.
P. ¿Le dolió que antes de contratar a Pinto hayan buscado un entrenador extranjero?
R. No, ¿cómo me va a doler? Este es un mundo globalizado. Menos Hernán Darío Gómez o Pacho pueden hablar de eso, que tuvieron la distinción de dirigir otras selecciones. Estaría mal decirle que no a un extranjero.
P. Pero era darle otra idea diferente a la que le dio éxito a Colombia...
R. Lo que ellos buscaban desactivar era algo que habían inventado. Cuando digo ellos hablo de cierta parte de la prensa. Había mucha contra en el camino. Y como Maturana o Gómez dividían, buscaron a alguien que no lo hiciera.
P. ¿A usted le parece que la prensa tiene tanta influencia?
R. La influencia está dada por las voces. Y dentro de las voces está el periodismo. En Inglaterra, por ejemplo, era imposible dirigir por las barras. Ahora se cambió la mentalidad. Pero cuando no hay una premura de ese estilo ni del aficionado ni del periodismo, es muy difícil. En nuestro país aparece un partido, hay una manifestación, los hinchas se enojan y el dirigente echa al técnico. Cuando alguien entienda que el fútbol es una idea y no un resultado, el directivo irá a buscarlo.
P. ¿En Colombia hay dirigentes valientes?
R. Hay valentía donde menos repulsa más. El técnico más importante de Colombia hoy es Eduardo Lara y no lo tocan. Pero no es lo mismo dirigir una Sub 17 que una mayor. Y ahí es donde yo quiero la valentía.
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