La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe
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Estamos frente a una situación de emergencia por los daños causados por el paso de la tormenta tropical Noel sobre el territorio nacional, y es hora de pasar balance y adoptar medidas tendentes a paliar los graves daños provocados a la agricultura y la actividad económica y auxiliar a los cientos de miles de personas afectadas.

Se necesitará de todo el sentimiento de solidaridad capaz de generar esta sociedad para atender las necesidades de toda esa gente que ha quedado sin hogar y desamparada. Apartar los ojos de esa realidad sería inhumano y un error fatal.

El esfuerzo no debe ser sólo del gobierno, si bien a este le corresponde la inaplazable obligación de actuar con la celeridad que nunca mostró en los días previos al paso de la tormenta, ni en los momentos cruciales en los que las aguas anegaban el territorio nacional de un extremo a otro.

No es hora de llamar la atención sobre la inexplicable pereza gubernamental frente a un caso de tanta gravedad. Ni examinar las razones por las cuales apenas este lunes, cuando la tragedia era ya un hecho de enorme magnitud, se convocara a un consejo de gobierno de seis horas mientras las aguas llegaban a los techos de las casuchas y los puentes cedían al paso de las crecidas de los ríos, sin informar de inmediato al país sobre planes de contingencia. Se requiere de acción inmediata.

No es el momento de indagar el costo de las negligencias oficiales, eso quedará para más tarde, ni las causas por las cuales el presidente y otros jerarcas del gobierno prefirieron permanecer en el palacio todavía el lunes, sin molestarse en comprobar con sus propios ojos los resultados de esta brutal embestida de la naturaleza.

Como tampoco la urgencia nos concede tiempo suficiente para averiguar las razones por las cuales, en la vecindad de otra tormenta, la que nos trae el precio del petróleo, carezcamos aún de un plan de ahorro de energía.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do