martes, octubre 02, 2007

Evitar los abortos

Quienes defendemos el derecho a la vida desde la concepción y partimos de la Encíclica Humanae Vitae de su santidad Pablo VI no podemos reducir el debate del aborto a mantener su penalización

Por
David Álvarez Martín / El Caribe

Sacando el tema del aborto de la “chercha” de los medios y del carnaval de la campaña política, la cuestión merece la atención de las mentes y los corazones más íntegros de nuestra sociedad. Reducirlo a su penalización o no-penalización es maniqueo, ya que en todo aborto hay dos víctimas.

Por un lado la vida del bebé asesinado; por otro lado la de la mujer, que queda perturbada. No conozco a nadie en su sano juicio que plantee el aborto como método anticonceptivo.

Al aborto llega la mujer -en su mayoría adolescentes y pobres- por carencias en su formación personal y por modelos que la discriminan por su género y clase social.
Quienes defendemos el derecho a la vida desde la concepción y partimos de la Encíclica Humanae Vitae de S.S. Pablo VI, que tan sabiamente colocó el problema de la reproducción a la luz del amor divino y humano, no podemos reducir el debate del aborto a mantener su penalización, como si nuestro llamado a evangelizar se agotara en procesos legislativos y jurídicos.

¿Qué estamos haciendo –los antiabortistas y quienes lo defienden- para garantizar que las niñas y jóvenes reciban una adecuada formación integral? ¿Qué estamos haciendo para proteger la maternidad, tanto en términos materiales como formativos? ¿Qué estamos haciendo para desterrar el machismo que mira y usa a las mujeres como objetos? ¿Qué estamos haciendo para prevenir las violaciones y la pederastia en el seno de los hogares –donde ocurren la mayoría de los casos-, las escuelas, los espacios comunitarios y públicos? ¿Qué estamos haciendo para prevenir el feminicidio y el abuso infantil? ¿Qué estamos haciendo para ayudar a las mujeres y niñas que ya han tenido abortos? ¿Qué estamos haciendo con las niñas que son madres?
Los católicos –y los cristianos en general- debemos asumir con mayor responsabilidad la parte prepositiva y buscar formas efectivas de amar y cuidar a las niñas, adolescentes y mujeres de nuestra sociedad que son tan vulnerables a la violencia intrafamiliar, a las violaciones y la pobreza. Llevamos años con el aborto penalizado y cada año se registran miles.

Es hora de comprometernos y comprometer al Estado en políticas efectivas de protección y educación especial para niñas, adolescentes y mujeres adultas que las formen de manera integral en el cultivo de su sexualidad, las proteja en los procesos de maternidad para cuidar con igual esmero la vida de la criatura y su madre.

Percibamos el problema desde el Evangelio, no desde un tribunal.

David álvarez Martín es filósofo
davidalvarez144@yahoo.com

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