jueves, octubre 04, 2007

Editorial de El Caribe/ Buen paso

El periódico El Día ha tomado la iniciativa de plantear ante la Junta Central Electoral (JCE) la primera objeción formal de la prensa escrita sobre un proyecto de reglamento de campaña electoral que limitaría el libre ejercicio periodístico.

En aras de la preservación de la libertad de expresión y difusión del pensamiento, que sufriría una sensible mengua de entrar en vigor tal dispositivo, ese diario ha advertido a la Junta de una “inadmisible intervención” en asuntos atinentes al libre desempeño de la prensa.

En efecto, tal como señala en sus observaciones el director de El Día, el veterano periodista Rafael Molina Morillo, resulta improcedente que la JCE pretenda aplicar criterios y contenidos que solo corresponden a los editores o directores de medios.

Los periodistas y los medios de comunicación no están ni pueden acogerse a una instancia de privilegiada excepción. Al igual que todos los ciudadanos y las organizaciones tienen que regirse por el imperio de la ley, sin excusas ni favoritismos.

Pero jamás pueden renunciar a su sagrada misión de informar con la amplitud necesaria para representar todos los temas que debe conocer el público, sin temer a amenazas o intentos de intromisión por parte del poder, sea éste estatal o privado.

Tal y como está estructurado en algunas de sus partes, el “reglamento de campaña electoral, actos de propaganda y uso de los medios de comunicación” podría erigirse en un serio obstáculo para que la prensa pueda desarrollar su trabajo con independencia y sin censura alguna.

Otro aspecto fundamental que Molina Morillo señala también en su condición de ciudadano y de presidente del Centro para la Libertad de Expresión de la República Dominicana, es la pretensión de la Junta de conocer litigios entre medios y políticos, una función que es competencia de los tribunales ordinarios.

El Caribe se adhiere de forma total a esos planteamientos y en los próximos días formalizará sus observaciones ante la JCE, siguiendo las enseñanzas tantas veces divulgadas en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), de que el precio de la libertad es la eterna vigilancia.

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