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En la precipitada campaña electoral, el PRSC y su candidato Amable Aristy Castro han preferido la moderación. El reformismo se ha marginado de la descalificación recíproca
Por Osvaldo Santana / El Caribe
El fenómeno más llamativo de la política dominicana de los últimos tiempos es cómo la carrera por el control del Palacio Nacional se ha precipitado, y especialmente, la tendencia muy acentuada a la descalificación recíproca.
El criterio más extendido es que un discurso agresivo en la fase que podría considerarse como la precampaña hacia el 16 de mayo de 2008, se constituya en siembra propicia para una campaña violenta, cuando ya las pobres masas populares estén lanzadas a las calles, como suele ocurrir en la vida dominicana.
El debate ha llevado al presidente de la Junta Central Electoral (JCE), doctor Julio César Castaños Guzmán, a abogar por una campaña pacífica.
Llamó a los dirigentes partidarios a promover un ambiente en el que “impere el honor, la consideración de las personas y las propuestas de ideas”.
“Yo hago una apuesta por una campaña pacífica y donde el honor y la consideración de las personas esté por encima de todo, y lo importante sea la propuesta de las ideas”, dijo Castaños Guzmán, citado por “Diario Libre” el pasado viernes 5 de octubre.
El periódico El Caribe, en su edición de ayer domingo, invita a la clase política la moderación y abreva en las enseñanzas del siempre actual Baltasar Gracián para recomendar prudencia.
Señala que “… quizás es bueno resaltar entre todas las advertencias que hace Gracián sobre los funestos efectos de la falta de control y del apasionamiento, que define como un “resbaladero para la cordura, que en algún momento puede traer consecuencias fatales”.
Naturalmente que todo esto viene a cuento por los duros debates que están protagonizando el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sobre sus propios actos en la administración, en este momento centrados en la forma de contratación de financiamientos para la realización de obras.
La opinión más extendida es que el PRD está empeñado en mejorar su apreciación en la población y para ello optó por atacar a su contendor principal, el PLD, con el agravante de que en ocasiones arrastra la figura del Presidente de la República, que en la tradición política dominicana solía ser respetada por sus opositores.
En el pasado más reciente el PRD puso el ojo en “la fortuna” del Presidente, y convocó a un debate sobre la “idoneidad” del origen de la misma en contraste con la de su candidato presidencial Miguel Vargas Maldonado.
En un ejercicio de “asepsia política” que sorprendió a muchos porque a decir verdad nadie imaginaba hacia dónde conduciría, la iniciativa provocó que los peledeístas encendieran los motores de su campaña.
Ahora el centro de la mira está en la contratación de préstamos rápidos en los gobiernos de Hipólito Mejía o Vargas Maldonado y de Leonel Fernández.
Como van las cosas, el debate puede llevarse de encuentro una práctica que quizás no llegue a un principio, que nunca fue escrito como tal, pero que ha operado en la política dominicana, y es el respeto, la comunicación, aún sea soterrada, entre los líderes partidarios, o sus adláteres, como ocurría entre Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez.
Mediante la comunicación mediada muchos conflictos, incluidos algunos potencialmente tintados en sangre, les fueron evitados a los dominicanos.
El debate entre el prd y el oficialismo
La política dominicana, en medio del siglo 21, parece signada por la confrontación apasionada y las descalificaciones que imposibilitarían la comunicación entre sus actores.
La experiencia demuestra la importancia de que existan niveles de aproximación entre los líderes, en determinadas coyunturas, que hagan posible diálogos constructivos. Quizás tendrían sentido las siguientes expresiones de una candidata en ruta hacia el Capitolio:
“Una de las lecciones más importantes que he aprendido durante mis años como primera dama es lo mucho que dependen los asuntos de estado y las políticas nacionales de las relaciones personales existentes entre los gobernantes. Hasta países de ideologías de signo contrario pueden llegar a acuerdos y forjar alianzas si sus líderes se conocen y se respetan mutuamente. Pero este tipo de diplomacia necesita de constantes cuidados y de un diálogo informal entre sus protagonistas, y ésa es una de las razones por las que el presidente, el vicepresidente y yo fuimos de viaje al extranjero con cierta frecuencia”… Hillary Rodham Clinton, de su libro “Historia Viva, Memorias., pág. 457, versión en español.
martes, octubre 09, 2007
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