viernes, octubre 12, 2007
La columna de Miguel Guerrero
Por Miguel Guerrero / El Caribe, Matutino Dominicano
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Nota del Editor:
No estoy totalmente de acuerdo con el colega autor, a quien respeto mucho y recomiendo a los jóvenes y nuevos colegas que atiendan esta sugerencia y si desean hacer periodismo militante que no permitan que el corazón les bloquee el cerebro y no vacilen cuando de criticar se trata; hacerlo con sinceridad y apego a la verdad, para lo que hay que investigar siempre a fondo, criticar a su propio partido u organización de cualquier genero si es necesario. Ejerzo la crítica cuando el caso lo requiere y en mi partido no me escuchan. Recibo sugerencias con frecuencia pero nunca se me ha censurado ni enjuiciado por ello, en el presente proceso mis críticas han estado sobre el tapete. No obstante el artículo de Miguel Guerrero es el resultado de una larga carrera periodística juiciosa e independiente y los que estamos en el oficio, viejos y jóvenes, siempre encontraremos algo de aprender en sus muy leídos comentarios y por ello lo reproducimos con tanta frecuencia. (MI)
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La más importante lección que deben aprender los jóvenes que intentan encauzarse en este oficio es la obligación moral de mantenerse alejado de aquello sobre lo que informan e investigan.
El peor error es entregarse a un líder o presidente, sea por afecto, afinidad o encanto. La entrega del corazón va irremediablemente seguida de la pérdida del cerebro.
El sentido de la proporción se pierde y con ello la objetividad y la independencia.
En pocos momentos de nuestra historia reciente, se ha visto tanta vocación en ciertos medios nacionales para inclinarse ante un liderazgo y a un gobierno tan decidido a hacer de la prensa un instrumento de sus objetivos políticos.
Muchos programas, en la radio como en la televisión, son más escenarios de confrontaciones y sumisiones políticas que canales reales de orientación y comunicación con el público. La obscenidad que esto significa sólo tiene su par en la vulgaridad que se escucha y observa en muchos de ellos.
Los periodistas se preocupaban antes por ocultar sus preferencias y compromisos. Hoy algunos los exhiben con desparpajo y descaro. El éxito está asociado no tanto al talento como a la agresividad.
Y el debido respeto al público se está convirtiendo en la excepción por parte de aquellos a los que no les sonríe ni el éxito ni la fama.
La tragedia detrás de este fenómeno mediático radica en que los jóvenes no parecen muy dispuestos a esperar su turno y observan este camino como el más corto y provechoso, asumiéndolo así como un paradigma.
La lealtad que se observa en algunos profesionales del oficio a una causa partidista es una vergüenza para el periodismo nacional.
Con propiedad reivindicable en estos días, hace más de un siglo Oscar Wilde escribió: “Antaño, los hombres temían el tormento, hoy tienen la prensa”. Cierta y limitada prensa, aclararía yo para ser justo con aquella que se honra a sí misma.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do
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