miércoles, junio 04, 2008

PULSACIONES

El Nacional, Vespertino Dominicano

POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
Ojalá se pueda, algún día, organizar un debate público sobre los 30 años de Trujillo en el poder, en el que participen personas dispuestas a escuchar lo que no les guste y a rebatir ideas con ideas, en lugar de amenazas y, a veces, hasta ofensas.

El caso es que ya es tiempo de que a las escuelas se lleve una unidad de criterios con respecto a lo que fue aquello y no sólo una especie de anecdotario de lo malo y lo bueno, donde el rigor científico está totalmente ausente.

Es absurdo continuar con la forma muy dominicana de escribir la Historia, al extremo de que todavía se llama Batalla de las Carreras nuestra principal academia militar, a pesar de que hasta el propio presidente Joaquín Balaguer escribió que no hubo tal batalla y que, si acaso, fue quizás una escaramuza.

Y por ese mismo camino van mil y una batallas en la Historia dominicana, tal vez en mayor cantidad que las registradas durante los seis años de la Segunda Guerra Mundial.

Por eso tenemos batallas ganadas a pedradas y otras en las que apenas las tropas dominicanas salieron con un soldado lesionado, cuando un compañero involuntariamente le dio un golpe en la cabeza produciéndole un chichón.

Y leemos que la Virgen de las Mercedes, la santa patrona, el primer milagro conocido que hizo aquí fue devolver las flechas para matar a los indígenas que las disparaban contra los invasores españoles a quienes estaban a punto de derrotar en otra batalla, la del Santo Cerro, que por cierto se estableció que nunca había ocurrido.

Todo eso para no hablar de hechos muy recientes, como la Revolución de Abril, de la cual han salido "comandantes" al por mayor y al detalle, algunos de los cuales parecen vivir de sus recuerdos, reales o ficticios.

Resultaría una herejía histórica darle el mismo destino a los tiempos de Trujillo que si bien fue una implacable dictadura, no menos cierto es que dejó a República Dominicana en mejores condiciones económicas y sociales que como la encontró. ¿O no?

Ese debate histórico es lógico que también comprendería el destino de las riquezas que dejó Trujillo en el suelo nativo, a cuáles manos fueron a parar y por qué la intransigencia de algunos a la hora de querer sacar a relucir la verdad completa.

Porque esa verdad completa tendría que incluir el asesinato, en San José de las Matas, de Virgilio Martínez Reina y su embarazada esposa Altagracia Almánzar, que ha dejado el magnífico ejemplo de que ninguno de sus descendientes haya hecho reclamación alguna de heroicidad ni de ninguna de esas cosas tan habituales.

Hay que debatir con la mayor rigurosidad, todo lo que fue Trujillo sin hacer exclusiones, interesadas en su inmensa mayoría, de manera que se obtenga toda la verdad.

No se puede temer a la Historia, porque se trata de la única manera que podremos explicarnos lo que somos hoy y lo que podríamos ser en el futuro.

Basta de anécdotas, de cuentos y de invenciones. Hay que estudiar a Trujillo histórica y científicamente.

rgomez@elnacional.com.do

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