Reactivar el sector agrícola es una tarea compleja que va mucho más allá de aumentar la producción. Se trata de revertir situaciones estructurales y medulares del campo, esquemas de producción y rentabilidad digna
Por César Nicolás Penson / El Caribe
Recién termina la Cumbre de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria FAO, celebrada en Roma, con asistencia de mandatarios de 43 países y 5,000 delegados de 180 naciones. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se define como que “conduce las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre”.
Cónclave para tratar el tema de la situación alimentaria del mundo, los altos precios, el uso de alimentos para producir biocombustibles y las consecuencias del imparable precio del petróleo. Destacó la dramática situación de los países pobres señalados en el mapa del hambre, entre los que está República Dominicana.
Al margen de las conclusiones, predecibles como sucede en estos cónclaves entre naciones desarrolladas y países de menor escala económica, la importancia del evento es que pone en agenda otra vez la grave situación sobre una parte importante de los habitantes del planeta, en lo que a alimentación se refiere.
En tiempos donde se evidencian los resultados de abusos sostenidos sobre el medioambiente y los desbalances producidos por el hombre en su afán por “dominar” la naturaleza, los desequilibrios alimentarios se ponen de manifiesto y se mencionan cifras escalofriantes: cerca de 1,000 millones de seres que sufren hambre.
El presidente Fernández jugó un honroso papel con la oportunidad de señalar aspectos fundamentales y responsabilidades mayores de los países desarrollados y la imposibilidad de cargar con un petróleo de precio astronómico. Requiere Fernández el apoyo de todos los sectores para potenciar cambios trascendentales y esquemas de desarrollo tangibles.
Reactivar el sector agrícola es una tarea compleja que va mucho más allá que aumentar la producción.
Se trata de revertir situaciones estructurales y medulares del campo, esquemas de producción, rentabilidad digna, de dar razones a los que viven en zonas rurales a no emigrar a los centros urbanos.
Se requiere tecnificación en un momento que su “haitianización” la ancla al primitivismo, la ausencia de instrucción básica y la carencia de preparación técnica.
Producimos en un solo país para alimentar habitantes de dos. En el campo hace falta el crédito blando y rápido, el seguro agrícola, fondos de garantías, asistencia técnica, la facilitación de servicios mecanizados, creación de conjuntos productivos, reducción de trabas burocráticas, la siembra planificada y la incorporación de áreas agrícolas carentes hoy de infraestructura básica.
Se precisa crear las condiciones para que el productor no sea el eslabón más débil y de más riesgos de la cadena de comercialización.
César Nicolás Penson Paulus es empresario
lunes, junio 09, 2008
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