MELVIN MATTHEWS
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El uso de los fondos públicos a favor del presidente Leonel Fernández se constituyó en factor decisivo para la derrota de Miguel Vargas, pero a pesar de esa desventaja competitiva demostrada por la oposición y admitida en el informe de la OEA, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pudo haber obtenido un mejor desempeño forzando una segunda vuelta, sino hubiera cometido errores graves durante la campaña electoral.
No ha sido novedad histórica para el PRD salir airoso de torneos electorales matizados por circunstancias adversas, donde los recursos del Estado favorecieron a sus competidores respaldados desde el Palacio Nacional.
Las victorias de 1978 y el 2000 hablan por sí solas, y las perspectivas de que ese cuadro adverso se modificará en el futuro cercano no son nada optimistas.
De modo que, reducir la victoria de la reelección únicamente al uso de los recursos del Estado puede obstruir el enfoque de otros factores relevantes para ganar una elección presidencial, los cuales, a nuestro juicio, fueron desdeñados por los estrategas de mi amigo Miguel, y que manejados adecuadamente, hubieran modificado el resultado del pasado 16 de mayo.
Hay que reconocer el liderazgo que ejerce Fernández sobre segmentos poblacionales electoralmente decisivos.
Su auto-proclamación de guía de los sectores conservadores no es obra exclusiva del aprovechamiento de los recursos estatales, aunque este aspecto ha amplificado desmesuradamente su figura.
Ese liderazgo proviene de la heredad balaguerista de 1996, que le ha permitido al PLD observar casi en su totalidad al otrora vigoroso partido Reformista Social Cristiano, ahora reducido a una entelequia con menos del porcentaje electoral del cinco por ciento; además, ese liderazgo puede atribuirse a la ambición de poder personal de Fernández y a la irrefrenable construcción mediática de la realidad, a través del más costoso aparato propagandístico oficial de todos los tiempos, capaz de desarrollar en el corazón del ciudadano la veneración o la adoración, fundada en la supuesta superioridad del mandatario, su prestigio, infalibilidad y para persuadir a los gobernados que su gobierno es el mejor posible, que viven felices gracias a él, más felices que bajo cualquier otro gobierno.
Debe admitirse la fortaleza del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sobretodo la justeza de su política de alianzas.
Los once aliados le aportaron poco más de 356,000 votos, esto es, el 8.1 por ciento necesario para decidir la victoria de Fernández en primera vuelta, en momentos que el PLD redujo al 44.9 por ciento su caudal electoral.
Vargas, un candidato potente, que demostró calidad presidencial, dedicó bastante tiempo a unificar al PRD, logro innegable que situó a la organización socialdemócrata en el 38.6 por ciento de apoyo electoral, pero perdió debido principalmente a la falta de una coalición atractiva y experimentada.
Sus aliados fueron el Movimiento Democrático Alternativo (MODA), la Alianza Social Demócrata y al Partido Verde de la Unidad Democrática, más cientos de movimientos de apoyo que no figuraron en la boleta electoral. Entre todos aportaron 76,655 votos, es decir, 1.97 por ciento. Un descenso significativo respecto al 2004 cuando cinco aliados le dieron al proyecto reeleccionista de Hipólito Mejía 107,528 votos, casi el 3 por ciento de su caudal electoral.
Para colmo, aliados del 2004, ahora apoyaron a Leonel.
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