viernes, junio 06, 2008

El silencio de ETA, las FARC y Hugo Chávez

RAMÓN PÉREZ-MAURA, ABC.Es/Servicios Google
«Por una grave confusión con otra unidad de las FARC que los confundió con «elenos» [terroristas del Ejército de Liberación Nacional (ELN)] y los atacó, la guardia ejecutó a 11 de los 12 rehenes porque pensaban que el Ejército los atacaba. Grave equivocación que nos creará muchos problemas. Si hay Ejército cerca en el lugar donde ocurrieron los hechos y podemos arrastrarlos para ese lugar, le podemos echar la culpa de lo ocurrido al enemigo». Esto es parte de un correo electrónico enviado por Alfonso Cano, cabecilla de las FARC tras la muerte de «Tirofijo», a los demás miembros del secretariado, el 18 de junio de 2007, día de la masacre de once diputados del Valle del Cauca que estaban secuestrados por la organización terrorista. El correo, como tantos otros tesoros malignos, ha surgido del ordenador capturado al terrorista «Raúl Reyes» tras su muerte en un enfrentamiento con el Ejército colombiano en territorio ecuatoriano.
El primer afán de las FARC y del Gobierno venezolano fue el de descalificar cualquier dato que pudiera surgir de ese computador, sabedores de la gravedad de todo lo que pudiese contener. El aval que ha dado la Interpol a la investigación, en el sentido de que ningún contenido del ordenador ha sido manipulado por las autoridades colombianas, pone en muy difícil terreno a cuantos desfilan por el destape que está haciendo la Policía colombiana.
El pasado viernes anticipábamos en ABC la vinculación de las FARC con ETA y su propuesta a los terroristas españoles de que pagaran los favores recibidos matando en Madrid a Andrés Pastrana. ABC ha contado también cómo uno de los interlocutores de los etarras, Iván Márquez, tiene colgadas en internet diatribas contra la Familia Real española y nuestra democracia. Y cómo este Márquez se mueve a sus anchas en Venezuela, creando el maridaje perfecto: FARC-ETA-Chávez. Ni siquiera el bolivariano -ni su embajador, el locuaz Toro Hardy- es capaz de salir al quite de las graves implicaciones que contiene el ordenador de «Raúl Reyes».

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