Duarte se destacó por su proactividad, no por su pasividad.
A pesar de ser considerado como el Padre de la Patria y fundador de la República Dominicana, la figura y el carácter de Juan Pablo Duarte no han estado exentos de cuestionamientos.
Pero Duarte era un hombre de armas tomar. Si su labor revolucionaria no hubiera representado una amenaza para la estabilidad del Gobierno invasor, ¿por qué iniciar una cacería en su contra?
“Si bien Duarte es el ideólogo del movimiento, también es, como decimos en buen dominicano, el revolucionario que se lanza a la candelada, a la prosecución de sus ideas”, dice el general retirado José Miguel Soto Jiménez, presidente de la Fundación V República y autor de la página semanal de historia de LISTÍN DIARIO.
Para él resulta inadecuado juzgar el carácter de Duarte tomando como punto de partida un único momento de su vida -el de la huida- y obviando la importante labor revolucionaria que encabezó antes de salir del país en 1843.
En 1834, cumplidos los 21 años y como parte de su labor revolucionaria, el más ilustre hijo de Juan José Duarte y Manuela Diez se enroló como furriel en la Guardia Nacional, dirigida por el Gobierno haitiano, e hizo, como otros trinitarios, carrera militar.
A esa institución, donde alcanzó en 1842 el rango de capitán de su compañía, Duarte ingresó no sólo para adquirir formación militar, tan necesaria para su obra revolucionaria. Según Soto Jiménez, el patricio tenía la intención de desarrollar, desde el seno de la Guardia, una subrepticia labor conspirativa que continuaría luego desde La Filantrópica y La Trinitaria.
La participación de Duarte, con el apoyo de sus compañeros trinitarios, en la Revolución Reformista de 1843 contra la dictadura de Boyer marca su carácter dinámico y proactivo, dos cualidades que deben añadirse a las que ya se les asignan.
Tras la revolución haitiana, habiendo iniciado Charles Herard acciones para acabar con las ideas separatistas que avanzaban en la parte Este de la isla, Duarte propuso efectuar el pronunciamiento independentista antes de que el general haitiano llegara a la capital, pero, en medio de desacuerdos con el sector conservador, su invitación a la acción fue desestimada.
La República
Una vez proclamada la nueva República y vuelto de su forzoso exilio, Duarte es nombrado general por la Junta Central Gubernativa, la cual dispone que, además del jefe expedicionario general Pedro Santana, en la región Sur, donde estaba acantonado el ejército dominicano, “haya otro oficial superior que pueda reemplazarle y coopere con él en la defensa de la patria”, y para ello designa a Duarte, entonces comandante del Departamento de Santo Domingo.
Desde un principio se evidenciaron diferencias entre Duarte, abanderado de la independencia pura, y Santana, instrumento del bando conservador y proteccionista.
Duarte, en otra muestra de su pro actividad, propuso atacar a los haitianos que estaban en Azua y Santana prefería aplicar la táctica de la defensa, de permanecer inactivo hasta que, finalmente, los haitianos se retiraran.
“Desde el punto de vista táctico, los hechos han demostrado que, en cuanto a las operaciones, en esa postura, al estar en desventaja numérica, Santana tenía razón. Ahora, no somos adivinos y lo que no pasó, no pasó; quizás si se da la idea de Duarte, de atacar a Azua, la historia dominicana hubiese sido más definitiva en la primera campaña y se hubiese evitado otra”, comenta el ex secretario de las Fuerzas Armadas, quien añade, además, que algunas versiones apuntan a que el nombramiento de Duarte para compartir mando junto a Santana se hizo, precisamente, para poner de manifiesto las diferencias y desacuerdos entre el hatero y el intelectual, y obligar a este último a retornar a Santo Domingo cuando la Junta Central Gubernativa se lo ordenó.
El nueve de junio de 1844, como consecuencia de las diferencias entre el grupo conservador que controlaba la Junta Central Gubernativa y el grupo liberal de Duarte, los últimos encabezan el primer golpe de Estado de la naciente república.
Tras el golpe del nueve de junio, se manifiesta de nuevo el hombre de acción que era Duarte. El patricio inicia un recorrido por la zona norte del país para apaciguar las luchas intestinas y fortalecer la tendencia liberal que quería la independencia pura en contraposición con aquellos que buscaban enajenar la independencia instaurando un protectorado.
En medio de esa labor, Duarte es apresado y expulsado del país, “no fue una decisión que él toma, o sea que Duarte sí hizo mucha labor activa, proactiva, para imponer sus ideales”.
Una labor que retoma años más tarde, cuando, producto de la anexión a España, se inicia la gesta restauradora. En 1864, el Padre de la Patria fleta un buque para dirigirse al país con armas y dinero que pondría, como a su propia persona, al servicio de los restauradores. En el trayecto es perseguido por un vapor español, pero logra llegar a la República que fundó, donde se le encomienda la misión diplomática de buscar apoyo para el Gobierno restaurador, en Venezuela, Perú y Nueva Granada (Colombia). Como demócrata al fin, Duarte obedece.
“Él cumplió, lo que marca también su desprendimiento en procura de los grandes ideales nacionales y su desprendimiento a todas luces porque acata sin rechistar las órdenes del Gobierno de Santiago”, afirma Soto Jiménez.
El presidente de la Fundación V República opina que la imagen de un prócer soñador y pasivo tiene mucho que ver con la contaminación política de la historia: “En algunos casos ha existido una intención de los historiadores de santificar a Duarte, perdiendo de vista que en ese proceso de santificación han ocultado rasgos importantes de la proceridad de Juan Pablo Duarte, sobre todo en el campo de la sinergia, en el campo de la accionó pero Duarte es un revolucionario, es un luchador activo que no solamente concibe las ideas, sino que las lleva a cabo y trabaja por ellas”.
Asegura que el no haberse destacado por su espada no pone a Duarte por debajo de otros libertadores americanos, pues si bien al patricio dominicano se le ha querido “santificar”, lo mismo se ha hecho con los demás independentistas del continente.
El IV Congreso Internacional de Historia de América aprobó una comunicación sobre la faceta dinámica de Juan Pablo Duarte, en la cual señala 12 pasajes biográficos que resaltan su dinamismo: cuando creó el clima heroico a su regreso de Europa; al organizar La Trinitaria; cuando escogió el sitio y el día de la fundación de La Trinitaria; al dirigir los trabajos conspirativos; al recurrir al teatro como medio de levantar el espíritu público; al proclamar la unión e igualdad de las razas, contra el exclusivismo haitiano; al ingresar a la Guardia Nacional; al participar en la política haitiana en provecho de los fines patrióticos; al concurrir a las elecciones del 15 de junio de 1843; cuando propuso el pronunciamiento en medio de un grave momento a principios de julio de 1843; al actuar en Caracas y al entrar en la República en armas en 1864.
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-DEL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO-
A pesar de ser considerado como el Padre de la Patria y fundador de la República Dominicana, la figura y el carácter de Juan Pablo Duarte no han estado exentos de cuestionamientos.
Uno de los más extendidos en el razonamiento popular es aquel que pinta al prócer como un romántico idealista incapaz de asumir riesgos, idea basada en gran parte en el solo hecho de que, al momento de la proclama del 27 de febrero de 1844, el patricio se encontraba fuera del país, de donde salió a causa de la persecución que las autoridades haitianas iniciaron en su contra.
Pero Duarte era un hombre de armas tomar. Si su labor revolucionaria no hubiera representado una amenaza para la estabilidad del Gobierno invasor, ¿por qué iniciar una cacería en su contra?
“Si bien Duarte es el ideólogo del movimiento, también es, como decimos en buen dominicano, el revolucionario que se lanza a la candelada, a la prosecución de sus ideas”, dice el general retirado José Miguel Soto Jiménez, presidente de la Fundación V República y autor de la página semanal de historia de LISTÍN DIARIO.
Para él resulta inadecuado juzgar el carácter de Duarte tomando como punto de partida un único momento de su vida -el de la huida- y obviando la importante labor revolucionaria que encabezó antes de salir del país en 1843.
En 1834, cumplidos los 21 años y como parte de su labor revolucionaria, el más ilustre hijo de Juan José Duarte y Manuela Diez se enroló como furriel en la Guardia Nacional, dirigida por el Gobierno haitiano, e hizo, como otros trinitarios, carrera militar.
A esa institución, donde alcanzó en 1842 el rango de capitán de su compañía, Duarte ingresó no sólo para adquirir formación militar, tan necesaria para su obra revolucionaria. Según Soto Jiménez, el patricio tenía la intención de desarrollar, desde el seno de la Guardia, una subrepticia labor conspirativa que continuaría luego desde La Filantrópica y La Trinitaria.
La participación de Duarte, con el apoyo de sus compañeros trinitarios, en la Revolución Reformista de 1843 contra la dictadura de Boyer marca su carácter dinámico y proactivo, dos cualidades que deben añadirse a las que ya se les asignan.
Tras la revolución haitiana, habiendo iniciado Charles Herard acciones para acabar con las ideas separatistas que avanzaban en la parte Este de la isla, Duarte propuso efectuar el pronunciamiento independentista antes de que el general haitiano llegara a la capital, pero, en medio de desacuerdos con el sector conservador, su invitación a la acción fue desestimada.
La República
Una vez proclamada la nueva República y vuelto de su forzoso exilio, Duarte es nombrado general por la Junta Central Gubernativa, la cual dispone que, además del jefe expedicionario general Pedro Santana, en la región Sur, donde estaba acantonado el ejército dominicano, “haya otro oficial superior que pueda reemplazarle y coopere con él en la defensa de la patria”, y para ello designa a Duarte, entonces comandante del Departamento de Santo Domingo.
Desde un principio se evidenciaron diferencias entre Duarte, abanderado de la independencia pura, y Santana, instrumento del bando conservador y proteccionista.
Duarte, en otra muestra de su pro actividad, propuso atacar a los haitianos que estaban en Azua y Santana prefería aplicar la táctica de la defensa, de permanecer inactivo hasta que, finalmente, los haitianos se retiraran.
“Desde el punto de vista táctico, los hechos han demostrado que, en cuanto a las operaciones, en esa postura, al estar en desventaja numérica, Santana tenía razón. Ahora, no somos adivinos y lo que no pasó, no pasó; quizás si se da la idea de Duarte, de atacar a Azua, la historia dominicana hubiese sido más definitiva en la primera campaña y se hubiese evitado otra”, comenta el ex secretario de las Fuerzas Armadas, quien añade, además, que algunas versiones apuntan a que el nombramiento de Duarte para compartir mando junto a Santana se hizo, precisamente, para poner de manifiesto las diferencias y desacuerdos entre el hatero y el intelectual, y obligar a este último a retornar a Santo Domingo cuando la Junta Central Gubernativa se lo ordenó.
El nueve de junio de 1844, como consecuencia de las diferencias entre el grupo conservador que controlaba la Junta Central Gubernativa y el grupo liberal de Duarte, los últimos encabezan el primer golpe de Estado de la naciente república.
Tras el golpe del nueve de junio, se manifiesta de nuevo el hombre de acción que era Duarte. El patricio inicia un recorrido por la zona norte del país para apaciguar las luchas intestinas y fortalecer la tendencia liberal que quería la independencia pura en contraposición con aquellos que buscaban enajenar la independencia instaurando un protectorado.
En medio de esa labor, Duarte es apresado y expulsado del país, “no fue una decisión que él toma, o sea que Duarte sí hizo mucha labor activa, proactiva, para imponer sus ideales”.
Una labor que retoma años más tarde, cuando, producto de la anexión a España, se inicia la gesta restauradora. En 1864, el Padre de la Patria fleta un buque para dirigirse al país con armas y dinero que pondría, como a su propia persona, al servicio de los restauradores. En el trayecto es perseguido por un vapor español, pero logra llegar a la República que fundó, donde se le encomienda la misión diplomática de buscar apoyo para el Gobierno restaurador, en Venezuela, Perú y Nueva Granada (Colombia). Como demócrata al fin, Duarte obedece.
“Él cumplió, lo que marca también su desprendimiento en procura de los grandes ideales nacionales y su desprendimiento a todas luces porque acata sin rechistar las órdenes del Gobierno de Santiago”, afirma Soto Jiménez.
El presidente de la Fundación V República opina que la imagen de un prócer soñador y pasivo tiene mucho que ver con la contaminación política de la historia: “En algunos casos ha existido una intención de los historiadores de santificar a Duarte, perdiendo de vista que en ese proceso de santificación han ocultado rasgos importantes de la proceridad de Juan Pablo Duarte, sobre todo en el campo de la sinergia, en el campo de la accionó pero Duarte es un revolucionario, es un luchador activo que no solamente concibe las ideas, sino que las lleva a cabo y trabaja por ellas”.
Asegura que el no haberse destacado por su espada no pone a Duarte por debajo de otros libertadores americanos, pues si bien al patricio dominicano se le ha querido “santificar”, lo mismo se ha hecho con los demás independentistas del continente.
El IV Congreso Internacional de Historia de América aprobó una comunicación sobre la faceta dinámica de Juan Pablo Duarte, en la cual señala 12 pasajes biográficos que resaltan su dinamismo: cuando creó el clima heroico a su regreso de Europa; al organizar La Trinitaria; cuando escogió el sitio y el día de la fundación de La Trinitaria; al dirigir los trabajos conspirativos; al recurrir al teatro como medio de levantar el espíritu público; al proclamar la unión e igualdad de las razas, contra el exclusivismo haitiano; al ingresar a la Guardia Nacional; al participar en la política haitiana en provecho de los fines patrióticos; al concurrir a las elecciones del 15 de junio de 1843; cuando propuso el pronunciamiento en medio de un grave momento a principios de julio de 1843; al actuar en Caracas y al entrar en la República en armas en 1864.
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