Jorge Landívar Roca
De analítica, portal venezolano
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Quienes tienen tres dedos de frente, a diferencia de quienes la tienen cubierta, escuchan asombrados e impávidos los habituales discursos del primer mandatario, que con gran soltura y capacidad embaucadora, se da a la tarea de convertir en victimas a los victimarios, en enemigos del sistema democrático a quienes defienden la ley y en separatistas a quienes tienen la osadía de exigirle cumpla el mandato del referéndum sobre las autonomías.
El presidente, hay que reconocer, utiliza un lenguaje sencillo y simple y exhibe gran audacia para intercalar falacias en los fotogramas de una película construida con datos ciertos, de modo que sólo un análisis acucioso puede develar el oscuro propósito de sus intervenciones públicas. En efecto, se trata de discursos que tienen la particularidad de estar premeditadamente abonados para seducir e influir sobre una militancia masista dispuesta a actuar en cualquier circunstancia. No en vano el primer mandatario esgrime machaconamente argumentos que actúan perversamente sobre la mente de los llamados ‘movimientos sociales’ que no son otra cosa que ‘milicianos’, que incitados por la arenga de su máximo dirigente, actúan sedientas de sangre. Lo ocurrido en Cochabamba es una muestra patética de aquello.
Es sabido que la relación entre el lenguaje y la manipulación de conciencias, surge efecto sobre todo en ciudadanos con poca ilustración y gran resentimiento, ya que dada su escasa capacidad de discernimiento resultan presas fáciles de persuadir mediante la palabra y sus diversas técnicas. Los asesores extranjeros al servicio del presidente han estudiado perfectamente la mentalidad de estos individuos. Ellos naturalmente han recurrido a la psicología de masas. Conocen su pensamiento y saben como estimularlos para provocar una reacción mental moralmente insana; utilizan para ello manifestaciones lingüísticas que logran incentivar con efectividad su morbo, originando un virus psíquico que se contagia y aviva a través de la relación sindical.
El objetivo no se circunscribe únicamente en asumir el gobierno sino en conseguir el poder político total. Lo confesó el vicepresidente García Linera. Ello obliga a marchar hacia el ‘totalitarismo de Estado’ y para ello se debe desbrozar el camino confrontando, pero esta vez de un modo diferente; no bajo el término marxista de ‘lucha de clases’ sino esgrimiendo la ‘lucha de razas y regiones’. De allí que no es fortuito el que los mensajes del presidente resulten cargados de sentimientos revanchistas, de deseos de venganza y alienten la confrontación racial y regional.
Se tienen experiencias en sentido de que lo que comienza como un lenguaje manipulado acaba por producir los efectos deseados. Para desarrollar el ‘racismo’ el gobierno necesitó incorporar en el discurso un concepto emblemático y acuñó el término ‘originario’, que nadie hasta hoy logra definir, pero sí utilizar como bandera de lucha contra todo lo que no es aymara, es decir, contra mestizos, blancos y extranjeros.
Hoy el color de la piel que hace parecencia a ‘lo camba’, resulta un indicio para identificar al enemigo, al que sin tapujos el presidente califica en sus discursos como ‘oligarca’, ‘terrateniente’ y otros epítetos. Sindicaciones que a no dudar han logrado su propósito, pues hoy ningún ‘camba’ puede circular libremente por el occidente del país. Lo sucedido en Sacaba con los viajeros que tenían cédula de identidad ‘cruceña’ es una muestra en laboratorio de lo que se ha logrado. Lo cierto es que el gobierno está gestando el mayor enfrentamiento regional que de seguro no hemos visto jamás en la historia contemporánea del país.
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