jueves, enero 18, 2007

Asesor de Hu Jintao: La democracia es buena


Un asesor del presidente chino Hu Jintao se descuelga con un significativo y sutil elogio del pluralismo

-DE VANGUARDIA. Es.
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Rafael Poch Emulando a Guido Benigni y su "La vida es bella", Yu Keping, un joven e influyente asesor del Presidente chino, Hu Jintao, se ha descolgado esta semana con un rotundo elogio "programático" de la democracia. No es una simpleza, sino un catálogo repleto de buen sentido. Su artículo, con el título "La Democracia es buena", se publica en el semanario de Hong Kong "Yazhou Zhoukan", que le dedica la portada con foto del autor, pero previamente había sido publicado por un diario de Pekín, provocando un amplio debate.

Mientras el Presidente Hu mantiene una campaña anticorrupción sin precedentes y un esfuerzo por "purificar" el Partido Comunista por distintas vías, Yu, director del Centro de innovaciones del gobierno chino de la Universidad de Pekín, proclama que la democracia es buena, aunque "engorrosa", e incluso "mala", para los funcionarios corruptos e indolentes. En condiciones de democracia los poderes de esos funcionarios serían fiscalizados por la población, "solo por eso la democracia no gusta a mucha gente".

La democracia no es perfecta, dice Yu, tiene manifiestas,"inconveniencias internas". Por ejemplo, puede hacer salir a la calle a la gente, y, en condiciones no democráticas, puede crear inestabilidad política y complicar y frivolizar sobremanera asuntos muy simples. Los procedimientos y discusiones pueden también restar eficacia a la administración y dar alas y altavoces a todo tipo de embaucadores y demagogos, pero aun así, "de todos los sistemas inventados y aplicados, la democracia es el que tiene menos defectos, es decir; que es el mejor sistema político para la humanidad".

"La democracia no significa únicamente medios para resolver las necesidades materiales de la gente, sino que también es una meta del desarrollo humano; no sólo es instrumento para conseguir otros objetivos, sino que está en línea con la naturaleza humana; incluso si se dispone de la mejor alimentación y vivienda posibles, el carácter humano es incompleto sin derechos democráticos".

Que la democracia sea buena, no significa que sea una receta mágica y omnipotente de resolución de problemas. La democracia puede tener un coste muy doloroso, puede "destruir el sistema legal", "causar desordenes políticos y sociales", "interrumpir el desarrollo económico", "crear divisiones en el país" y "distorsionar la paz internacional". También puede, "promocionar a ciertos dictadores en la escena política". "Todo eso ha ocurrido y seguirá ocurriendo, así que el precio de la democracia puede llegar a ser tan alto que puede hacerla inaceptable", aunque eso no será un defecto de la democracia, sino de los hombres y de los políticos encargados de aplicarla, dice.

Algunos políticos ignoran las normas democráticas, las condiciones históricas y sociales y promueven la democracia, "de una manera impracticable", obteniendo resultados opuestos a los buscados. Algunos usan la democracia como su herramienta para obtener el poder, invocan su nombre para obtener el clamor de la popularidad y engañar a la gente. "Para ellos la democracia es el nombre y la etiqueta, pero la dictadura y el poder son la realidad y la sustancia".

La democracia, "es una tendencia ineludible de todas las naciones del mundo", pero el calendario y los ritmos de su aplicación, así como la elección de su forma y sistema, son optativos. La democracia, requiere determinadas condiciones económicas, culturales y políticas, explica Yu, debe estar directamente vinculada a las tradiciones nacionales, a la cultura política y al nivel de los políticos y del pueblo. Promoverla en ausencia de esas condiciones, puede acarrear a la nación consecuencias desastrosas. "Se necesita la sabiduría del pueblo y de los políticos para pagar el mínimo precio político y social posible, logrando el máximo efecto democrático". "En ese sentido", concluye el politólogo, "la política democrática es un arte".

Siendo la democracia algo bueno, "ninguna persona u organización política tiene derecho a presentarse a sí misma como la encarnación de la democracia, forzando a la gente a hacer esto y no aquello en nombre de ella". En el plano nacional, "si un gobierno emplea la fuerza para que el pueblo acepte un sistema que no ha elegido, se trata de una autocracia". En la esfera internacional, "si un país utiliza métodos violentos para forzar al pueblos de otros países a aceptar su supuesto sistema democrático, se trata de una autocracia internacional y de una tiranía, y tanto la tiranía nacional como la internacional son contrarias a la naturaleza de la democracia".

El autor explica que China está construyendo actualmente una "fuerte nación socialista modernizada de características únicas chinas" y recuerda en ese contexto dos frases, una de los padres del socialismo según los cuales, "no hay socialismo sin democracia", y otra del Presidente Hu Jintao, en el sentido de que, "no hay modernización sin democracia". Los chinos, concluye, "queremos filtrar todos los buenos resultados de la cultura política universal, incluidos los de la democracia, pero, por otro lado, no vamos a importar modelos políticos de ultramar". "La construcción de nuestra democracia política debe estar estrechamente integrada con la historia, la cultura, tradición y las condiciones sociales existentes en nuestra nación", dice.

Visiones de China

¿Es China el "régimen comunista", rígido e inmovilista, que pintan nuestros periodistas?. David Gosset, un experto francés de la Universidad Europea (CEIBS) de Shanghai, apunta el testimonio del diplomático galo Eugene Simon (1885) que tras diez años en China escribió que, "muchos europeos creen que China es la quintaesencia del país despótico". "Puede esperarse", dice Gosset, " que muchos occidentales continúen fijándose exclusivamente en las diversas imperfecciones de la sociedad china, rechazando reconocer sus mejoras, lo que para ellos es una manera de confirmar sus prejuicios y su propia "superioridad".

Probablemente no hay país en el mundo que haya cambiado más en los últimos años y que acometa más reformas que China. El discurso de sus políticos y los programas de sus instituciones, presentan un país completamente abierto al cambio y un sistema que se reconoce constantemente imperfecto y mejorable, y para el que la evolución y la reforma son imperativos existenciales de perfeccionamiento y modernización. Desde ese punto de vista, el sistema chino no tiene análogos en el mundo.

En un articulo dedicado a las raíces democráticas de la tradición china, Gosset observa que, "para China, el proceso de democratización no tiene que ser un proceso de alienación", en el sentido de que es compatible -y puede apoyarse- con elementos de su propia tradición.

"Puesto que el relativamente reciente proceso de modernización política no es una ruptura total con los elementos tradicionales, no puede esperarse que China adopte una democracia de tipo europeo, sino que puede preverse una democratización con características chinas. En otras palabras, China puede ser moderna y china al mismo tiempo: en su calidad de matriz de la civilización, enriquecerá la modernidad y, desde luego, enriquecerá también el vocabulario de los politólogos occidentales", pronostica este filósofo.

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