martes, enero 02, 2007

El PRD despeja el camino

Un análisis:
Por Osvaldo Santana
De el Caribe, matutino dominicano

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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) mostró la semana pasada una determinación clara: resolver los conflictos internos y culminar el proceso de recuperación para competir de manera efectiva en la contienda electoral del 2008.

Los diferentes sectores del PRD dieron señales de reconocimientos recíprocos. Los que están envueltos en la competencia por la candidatura presidencial lograron ponerse de acuerdo sobre la necesaria posposición de la convención.

El factor clave en todo ello parece ser que las fuerzas de la corriente Unitaria, con Milagros Ortiz Bosch como precandidata, como el sector que aúpa a Miguel Vargas Maldonado, se aceptan mutuamente como actores válidos y en consecuencia están en capacidad de dialogar y especialmente llegar a acuerdos, lo que posibilitó una negociación conveniente.

La corriente Unitaria es necesaria para completar el proceso de elección de la candidatura presidencial, que actúa en la desventajosa situación minoritaria en los organismos del PRD.

Sus contrarios del MVP entendieron esta vez y evitaron utilizar su mayoría aplastante en el comité ejecutivo nacional, con el propósito de llegar a la convención sin laceraciones, sin que sus adversarios se sintieran excluidos en la toma de decisiones.

En la medida que se aproximaba el 7 de enero, que era el día de la convención establecido el año pasado, prefirieron recurrir a las armas habituales de los competidores. Tensionar las fuerzas, ejecutar lances, probar las armas y finalmente lograr determinados resultados, sin sangre ni heridas.

Con ese proceder, el PRD muestra esta vez que desea el poder, y para conseguirlo debe preservarse como un instrumento fuerte y especialmente creíble. En alguna medida, la dirigencia blanca está consciente de que la masa seguidora ha profundizado también la cultura de poder. Que desea el poder como medio de vida, más que como vía de redención social.

En esa perspectiva, tiene sentido el discurso del precandidato Vargas Maldonado. Mantuvo la presión para que la convención se celebrara el 7 de enero, como estaba programado, incluso invocando la institucionalidad partidaria.

Pero mostró elasticidad y garras, cuando al mismo tiempo se declaró “abierto a cualquier negociación sobre los espacios de poder que el partido conquiste en las elecciones del 16 de mayo”. Y a seguidas puntualizó que “nunca transitará por los clásicos acuerdos de aposento que vulneran la institucionalidad del partido”.

Un discurso que cobra vida en un partido que ya gobernó en tiempos modernos en 1978-82, 1982-86 y sucesivamente estuvo fuera del poder hasta 1994 a consecuencia de la división interna.

El fenómeno se repitió en el 2004, cuando el PRD fue derrotado no solamente por el mal gobierno de Hipólito Mejía, sino también por los efectos devastadores de sus intentos por perpetuarse en el poder, que violentaron las reglas de juego en el partido y provocaron la separación de importantes cuadros renuentes a la reelección. Ortiz Bosch y su corriente Unitaria hicieron igualmente lo propio.

La convención no podía celebrarse en las condiciones previstas para el 7 de enero y lograron su propósito. El proceso por el que abogan puede ahora cumplirse el 28 de enero en mejores condiciones y con una actitud crítica contribuyeron a fortalecer los procedimientos democráticos, la tolerancia y fundamentalmente a generar un ambiente de credibilidad.

Salvadas las dificultades con el 7 de enero, el PRD avanza en su proceso de recuperación, con reglas de juego aceptables, que lo pueden convertir en una opción de poder para las elecciones del 2008. En esta fase tiene por delante la prueba del 28 de enero, sin excusas para posposiciones, escándalos ni tramposerías.

Persisten tensiones y diferencias

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pudo llegar a un consenso sobre la fecha de celebración de las primarias para escoger el candidato presidencial, pero eso no significa que no persistan las tensiones, y peor aún, profundas diferencias.

Sólo hay que observar que los escarceos no estuvieron ausentes. El primer intento en el club San Carlos por celebrar la reunión del comité ejecutivo nacional para decidir sobre la convención fue el miércoles pasado, pero el escenario fue contaminado con la presencia descontrolada de personas que no formaban parte de ese organismo. Y la reunión terminó en el caos.

Fue necesaria la intervención del secretario general, Orlando Jorge Mera, para suspenderla sin fecha. Posteriormente fue convocada en un hotel, el sábado pasado, bajo estrictas medidas de seguridad. Singularmente, a ese encuentro no acudió la precandidata Milagros Ortiz Bosch, quien fue representada por Enmanuel Esquea Guerrero. En una reunión de un órgano como el comité ejecutivo, resultó extraño que una precandidata del PRD fuese abucheada.

El Listín Diario del 31 de diciembre lo recoge así: “A su entrada al salón, minutos después de iniciarse la reunión, el precandidato presidencial Miguel Vargas fue ovacionado ampliamente por los presentes y coreado con el slogan MVP. En cambio, cuando se citó el nombre de Ortiz Bosch, algunos comenzaron a abuchear...”.

Ese comportamiento sugiere un nivel significativo de sectarismo, intolerancia y tensión, porque el comité ejecutivo, si bien está compuesto por más de 2,181 miembros, en el lugar sólo estaban mil 283 asambleístas, que se pueden considerar de un adecuado “nivel político”.

Y si de alguna manera había que sazonar la sesión, no podía ser sobre las costillas de Doña Milagros Ortiz Bosch, no sólo en su condición de dama, roble partidario, sino y especialmente precandidata, ex senadora del Distrito Nacional, ex vicepresidenta de la República y una de las eminencias grises de José Francisco Peña Gómez.


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