-Por Boris Yopi
-De El Mostrador, Chile
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La contundente derrota experimentada por los republicanos en las recientes elecciones legislativas, implica también el ocaso de los sectores neo-conservadores que dirigieron la política exterior a partir de septiembre del 2001. Transformar el mundo, usando el poder incontrarrestado de Estados Unidos en la post Guerra Fría. Este era, ni más ni menos, el objetivo de este grupo de ideólogos neo-conservadores que tomaron control de la política exterior después de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.
La creciente pérdida de influencia del entonces Secretario de Estado Colin Powell, el giro de Condelezza Rice hacia posiciones más cercanas a los “neo-conservadores” , y el cuasi monopolio en las decisiones claves de la política exterior que adquirieron el Vice-Presidente, Dick Cheney, y el ahora ex - Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, demuestran cómo la estrategia neo-conservadora, conocida como “Doctrina Bush”, había adquirido un peso central en la política exterior norteamericana hacia fines del primer mandato del presidente de Estados Unidos. Sin embargo, el optimismo inicial en la guerra de Irak, demostró a poco andar, graves carencias de análisis y previsión, y tres años después, este país se encuentra en una situación de guerra civil, y convertida en un centro de operaciones y reclutamiento de terroristas que operan en el Medio Oriente.
Una deficiente planificación estratégica, un mal diagnóstico de la realidad socio-cultural local, la ausencia de apoyo internacional significativo a esta operación, y la insuficiencia de tropas para la magnitud del desafío, explican el caótico estado en que se encuentra Irak, lo que contrasta con las declaraciones iniciales del presidente Bush, de Rumsfeld y otros altos funcionarios, que habían pronosticado una rápida estabilización y retiro de las tropas norteamericanas en el conflicto.
De aquí que destacados analistas conservadores como Francis.Fukuyama, decidieran disociarse públicamente del movimiento neo-conservador, al señalar que este se encuentra indeleblemente asociado a los conceptos de “unilateralismo, cambios coercitivos de régimen, y hegemonía norteamericana en el mundo” .
El caos en Irak, y el triunfo demócrata, refuerzan ahora un escenario que Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations de New York, ha llamado una “América más contenida, donde las guerras a elección serán menos posibles y probables” . Sin embargo, tampoco es deseable un Estados Unidos que volviese al “aislacionismo” del pasado en su política exterior, pues no hay nada más peligroso que los escenarios de “vacío de poder” en momentos de grandes cambios y reacomodos en el sistema internacional. Pero para que este liderazgo sea efectivo, requiere de legitimidad, es decir, que los demás actores gravitantes en la escena internacional perciban como necesario y concordante con sus propios intereses, el despliegue de las principales iniciativas norteamericanas en el mundo. Y esto sólo es posible, cuando se concuerdan políticas y estrategias en ámbitos multilaterales, que son las que confieren legitimidad global y legal a lo que se pretende hacer.
Otros imperios y potencias coloniales ya aprendieron de la historia y experiencias pasadas, sobre los riesgos y costos de la “sobre-extensión imperial” de la que hablaba el historiador Paul Kennedy. Estados Unidos tendrá que hacer también el mismo ejercicio en su futura política exterior._
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