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Por Miguel A. Matos / El Caribe
Soñamos con un gobierno de unidad nacional donde todos los partidos aporten sus mejores hombres, pero hasta el momento esto ha sido imposible.
República Dominicana desde que proclamó su Independencia el 27 de Febrero de 1844, ha sido una nación desgobernada por caudillos, caciques, dictadores y gobernantes que supeditan sus propios intereses a los del pueblo.
Desde esa fecha hasta acá, las cosas no han cambiado mucho. La mayoría de los gobernantes, con muy raras excepciones, ha tenido muy cuestionable escolaridad, y ¿qué puede esperar el país de personas así? En esos 163 años de vida republicana, se han registrado muchos casos que sería prolijo enumerar.
Hay un principio de política fundamental, y es que el que no maneja bien su casa, mucho menos lo hará con un país, que es la casa grande de todos. Aquí el que forma un partido o un movimiento ya se considera un político, lo que es erróneo.
Y ese tipo de “político” es el que ha gobernado y pretende seguir gobernando este país. Algunos creen que por participar en un cursillo o leerse unos cuantos libritos sobre política eso lo acredita como tal.
El que quiere incursionar en la política tiene que tener vocación, prepararse, y conocer lo que es gobernar y administrar bien un país. Eso se logra con muchos estudios, tener sensibilidad social, amar a su pueblo y a su gente.
El gobernante tiene que rodearse de personas sabias que puedan asesorarlo bien, no de “politiqueros quemados”, como se estila ahora. No todos los que se seleccionan para formar parte de un gabinete están preparados para ello.
Casi siempre, la mayoría se escoge por compromiso, y éstos ignoran la naturaleza del cargo a desempeñar, y desconocen lo que implica gobernar o administrar bien la cosa pública.
Ha sido una constante que la mayoría de los miembros de un gabinete no sintoniza con acciones políticas de su gobernante, creando malestar en toda la población.
Los jefes del Estado al escoger a sus acompañantes deben buscar lo mejor, que sean personas preparadas, honestas y coherentes, que les duela el país, que sepan manejar las el erario público, y que tengan verdadera vocación de servicio, que no sean “comecheques”.
Soñamos con un gobierno de unidad nacional, donde todos los partidos aporten sus mejores hombres, pero hasta el momento esto ha sido imposible.
En una ocasión alguien dijo que un gobernante electo puede tener las mejores intenciones para su pueblo, pero que cuando llega a Palacio se le mete el “fucú de Trujillo”, y sin percatarse, con el tiempo, se convierte en “un no sé qué”.
El país necesita hombres y mujeres que lo gobiernen bien, no que lo desgobiernen. Mucho ojo con esos “políticos improvisados” que todos conocemos.
Miguel A. Matos es periodista.
miércoles, julio 25, 2007
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