miércoles, septiembre 27, 2006

¿Y tú también, Víctor?

(DE EL NACIONAL)

Me parece inconcebible que Víctor Gómez Casanova haya decidido hacerle coro al puñado de disidentes reformistas que se oponen a que Amable Aristy Castro opte por un tercer período como Secretario General de la LMD. Es difícil aceptar que haya olvidado tan pronto el ingente esfuerzo que Amable hizo por imponerlo no sólo como miembro de la Comisión Política del PRSC, sino también como Secretario General.

Lo de Sergia Elena, cuya nominación a la Secretaría de Organización fue resultado de la audacia del mismo Amable, no parece haber sorprendido a nadie. Pero lo de Víctor ha dejado anonadados a no pocos de sus compañeros y a una buena parte de quienes lo hemos visto descollar desde que se nos presentó en el noticiario del canal 9. Y esto así, porque al margen de que Amable es acreedor de su solidaridad y agradecimiento, la obediencia le imponía a Víctor someterse a la voluntad de su partido, cuya Comisión Política decidió repostular a su mentor a la LMD. ¿O no es acaso en el respeto de las mayorías que se sustenta la democracia?

Pero no es la primera vez que los vaivenes de Víctor provocan duras críticas. Si echamos un vistazo retrospectivo, recordaremos que el desplante que le hizo a Quique Antún en el acto de proclamación de la precandidatura presidencial de este último, le valió reproches de muy diversos tonos. En los días que corren vuelve a ser pábulo de murmuraciones, pues es secreto a voces que si Amable no le hubiese tendido la mano, jamás hubiese ganado la Secretaría General.

Digamos sin tapujos que Rogelio Genao, con largos años de servicio comunitario a cuestas, tenía virtualmente asegurado el triunfo, pero Amable, interesado en abrirle las puertas reformistas a la juventud, le ofreció en bandeja plata su respaldo a Víctor, a cuyo lado recorrió palmo a palmo el país. Una agresiva meningitis, infección con altos niveles de mortalidad que le hizo perder el conocimiento durante 18 horas, no fue motivo para que Amable desamparase a Víctor.

Con un tubo endotraqueal anillado a la laringe, pidió lápiz y papel para escribirle a sus seguidores, en un gesto de admirable desprendimiento, lo que solo Dios evitó que fuese su testamento político: "Voten por Víctor para la Secretaría General antes que por mí para la Comisión Política". Por encima, pues, de la adversidad y de los enojos que se granjeó entre connotados dirigentes de su partido, Héctor Marte entre ellos, Amable le allanó al joven político el camino de la victoria. Y ahora que el destino le ofrece la oportunidad de reciprocar el inestimable apoyo recibido, Víctor cruza inexplicablemente a la acera del frente y se sitúa a la derecha de Alfredo Pacheco, el derrotado aspirante a síndico del DN que se ha empecinado en desalojar al líder higüeyano de la LMD.

Las circunstancias que rodean la desconcertante conspiración de Víctor y Sergia Elena, me traen del recuerdo un episodio aleccionador de la mitología. Desesperado por escapar de la torre donde se encontraba encarcelado junto a su hijo Icaro, Dédalo diseñó ingeniosamente unas alas con trocitos de lino. Habiéndole advertido a Icaro que no volase demasiado alto para que el calor no derritiese la cera que aseguraba las plumas, ambos echaron a volar, pero el muchacho, deslumbrado por el firmamento, desoyó el consejo de su padre. Tan alto quiso llegar que el ardiente sol no demoró en fundir la cera que sujetaba las frágiles plumas. Percatado de las fatales consecuencias de su temeridad, Icaro batió desesperadamente sus brazos, pero ya era tarde. Ojalá que Víctor sepa verse en el espejo de Icaro, cuya ambición de ir más lejos de lo que la prudencia aconsejaba, terminó con su vida.

- JULIO CURY

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