(DE EL NACIONAL, VESPERTINO DOMINICANO)
SANTIAGO.- A propósito de que ya tres personas, dos hombres y una mujer, reclaman la condición de hijos de Joaquín Balaguer y sin menoscabo de sus pretensiones últimas que pudieran ser completamente legítimas ¿cuál es el monto de la posible fortuna dejada por el caudillo político?
Acaso sea éste el secreto personal y político mejor guardado, tanto como muchos de los que se fueron, con su muerte, al infinito.
Hasta ahora la única persona que ha rastreado y expuesto públicamente tan discreta y tan atesorada cuestión ha sido el señor Roberto Victoria en un libro crítico "Los diez mandamientos de Joaquín Balaguer", que escribió a partir de las votaciones de 1994.
Informa Victoria que en la llamada era de Trujillo, Balaguer tuvo ingresos por 744 mil pesos y egresos por 372 mil en el lapso de 372 meses.
Asimismo, en los 12 años de gobierno que van de 1966 hasta 1978, le ingresó al líder del Partido Reformista Social Cristiano la suma de un millón 8,000 pesos cuando tuvo egresos por 336 mil pesos en 144 meses.
De 1986 a 1994, es decir, 96 meses, Balaguer habría recibido 672 mil pesos y desembolsó de esa suma medio millón de pesos.
La producción literaria, cuenta Victoria, le dejó a Balaguer de por vida un millón de pesos de los que gastó la mitad.
En total y durante 51 años, o 612 meses, el total de ingresos percibidos por Balaguer suma tres millones 424 mil pesos y de ellos gastó un millón 712 mil pesos.
El sueldo promedio que le fue fijado durante la era de Trujillo fue de 2 mil pesos mensuales, tomándose en cuenta que Trujillo no regateaba un buen estipendio para sus colaboradores más fieles.
Esta era una suma bastante buena, el peso tenía una equivalencia exacta con el dólar.
Hay quienes sostienen que llegó en algún momento a costar incluso unos diez centavos más que la moneda estadounidense.
Victoria cree que los gastos personales de Balaguer ascendían a la mitad de lo que ganaba, aunque entre algunos funcionarios él cobró la imagen de "Doctor Piedra" de acuerdo al autor porque no era dado a operaciones supérfluas con su dinero, aunque hay quienes como este mismo autor entienden que él no amaba el dinero como fin y acaso ni como medio.
Victoria fue un colaborador excepcional. En cambio fue altamente generoso con los colaboradores suyos en el poder y algunos, en razón de la corrupción impune, se convirtieron en potentados.
Aunque cultivó el asombrar más que el asombro, pues nada parecía, seriamente, perturbarle el haber reconocido a un hombre implacable con su vida y su obra en la posición de embajador en un país europeo con posterioridad a un libro que claramente parecía infamarle, aquello fue lo último que se podía esperar de un Joaquín Balaguer casi siempre sorprendente.
Esa respuesta decide que
a) no se atrevieron a leerle "Los diez mandamientos de Joaquín Balaguer".
b) no le concedió importancia a una obra amarga y amargada que apenas circuló en las calles.
c) El mismo autorizó esa lapidación política poblada de ironía y puñaladas metafísicas.
d) Alguien de su confianza -si lo tuvo- "recogió" esa pólvora escritural antes de producir suficiente daño.
Cualquiera de esas cuatro posibilidades puede asumirse como cierta a condición de que se demuestre sus efectos y su fuente de inspiración como una cuestión verdadera.
"Los diez Mandamientos..." de la autoría de Victoria no aspiran a constituirse en una biografía, en un examen político desapasionado ni en una propuesta de beatificación de un gran incomprendido.
Pero tiene una virtud: no le falta ironía.
En la justificación del extenso prontuario de críticas sobrecogedoras, Victoria confiesa que se le ocurrió ese libro sobre Balaguer "exactamente el 19 de mayo de 1994, o sea, tres días después de las elecciones ("bellaquería electoral sería más apropiado"), cuando estaba compartiendo con unos amigos en el restaurante El Lago Enriquillo, en la avenida Mirador Sur, y caminaba el Presidente de la República por esa vía.
Balaguer nombró a Victoria embajador en un país europeo, con posterioridad incluso a ese libro, que significativamente dedica a Narciso González y a Orlando Martínez.
- POR RAFAEL P. RODRIGUEZ
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