ROMA.-- Oriana Fallaci, la "pasionaria" del periodismo italiano, figura emblemática y controvertida de la prensa y la literatura de la península, murió en Florencia, su ciudad natal.
La periodista, nacida el 29 de junio de 1929, murió en la noche del jueves en un hospital de Florencia (centro de Italia) a consecuencia de un cáncer, enfermedad que combatía desde hace varios años y que denominaba 'El otro' en sus últimas obras.
Oriana Fallaci, que vivía alternadamente en Florencia y Nueva York, había sido hospitalizada con la mayor discreción en una clínica privada hace varios días.
La periodista y escritora, ex corresponsal de guerra, sobre todo en Medio Oriente y Vietnam, entrevistó en los años 60 y 70 a los personajes más importantes del mundo, entre ellos Yasser Arafat, Golda Meir, Indira Gandhi, Henry Kissinger, Mao Tse Tung, Robert Kennedy, Sean Connery.
En el 2002 causó sensación con la publicación de su libro "La rabia y el orgullo", escrito tras la conmoción de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Ese libro, denunciado como un panfleto antimusulmán, desató apasionadas polémicas y le valió procesos judiciales.
Con el mismo espíritu escribió "La fuerza de la razón", donde criticaba la pasividad de Occidente ante el Islam, provocando una nueva polémica.
La famosa corresponsal de guerra en sus últimos libros fustigaba la llamada "Eurabia" (Europa más Arabia), un continente que según ella se está convirtiendo "en una provincia del Islam, una colonia del Islam".
Según sus análisis, la creciente inmigración proveniente de los países árabes obedece a una estrategia, concebida por los ideólogos musulmanes, que piden además el reconocimiento de su "diversidad" para valorizar y consolidar su influencia religiosa y cultural en todo el viejo continente.
Oriana Fallaci, que pasó de la izquierda a la derecha, se definía como una "atea cristiana", es decir, como no creyente pero leal a la identidad cristiana de Europa.
La periodista fue recibida por el papa Benedicto XVI discretamente en agosto de 2005 en la residencia de verano pontificia de Castel Gandolfo, cerca de Roma, pese a que en sus libros criticaba a la Iglesia y al cristianismo, "los cuales serán fagocitados por el Islam, que convertirá a Jesucristo en un hijo degenerado, un profeta de segunda clase", según escribió.
La célebre reportera, que luchó cuando era adolescente con la resistencia antifascista, comenzó su carrera a los 17 años escribiendo para el diario Il Corriere della Sera.
Como enviada especial en el mundo entero, Oriana Fallaci logró lo que parecía imposible para una mujer.
Fue también una de las pocas mujeres a las que el ayatolá iraní Jomeiny concedió una entrevista en 1979.
Su historia de amor más conocida fue con un opositor asesinado durante el régimen de los coroneles en Grecia, Alekos Panagoulis.
En su novela 'Un hombre' contó la historia de Panagoulis, un héroe de la resistencia y su amante en los años 70 tras una entrevista.
Entre sus best-seller se incluyen 'Entrevista con la historia', un clásico del periodismo por sus grandes conversaciones con políticos y actores, y 'Carta a un niño que nunca nació', sobre el aborto.
El líder comunista italiano Fausto Bertinotti la críticó en un telegrama: "Tenía aversión a la diversidad, a las diferencias; es decir, a la Humanidad", afirmó.
Fallaci, que estaba siendo juzgada en Italia por difamar el Islam, fue elogiada este viernes por toda la clase política italiana por la pasión con la que defendía sus ideas.
"Pese a que no coincidíamos en las mismas ideas, hay que reconocerle el coraje intelectual y la sinceridad humana, porque era un interlocutor con el que se podía siempre discutir de manera franca", declaró este viernes el secretario de Democráticos de Izquierda, Piero Fassino.
"Era una mujer conocida a nivel mundial y una protagonista de grandes batallas culturales", aseguró el presidente de la República, Giorgio Napolitano.
Con su muerte, Italia "pierde una mujer comprometida y a una intelectual independiente. Sus entrevistas y reportajes han ayudado a generaciones enteras a entender el mundo y a conocer la historia", afirmó el alcalde de Roma, Walter Veltroni.
La renombrada periodista, que colaboró con los grandes diarios de la prensa extranjera tanto de Estados Unidos como de Francia y Alemania, será enterrada en una ceremonia privada como era su deseo.
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