1930-1961: problema de fuentes
2.- De la tiranía de Rafael Trujillo, en todos sus aspectos –económico, social, político-, hay, confiables, estas fuentes: “Los responsables”, del puertorriqueño Wilfredo Medina Bennet, “La era de Trujillo”, del español-vasco Jesús de Galíndez, “Trujillo”, “Trujillo. La trágica aventura del poder personal”, de Robert D. Crasweller y “Sangre en las calles”, Albert C. Hicks, norteamericanos los dos últimos.
Hay otros libros, confiables también, y uno de ellos debe ser “La viña de Naboth”, del también norteamericano Sumner Welles.
Existen fuentes de libros de dominicanos, exiliados, la mayoría de los cuales deja el camino del rigor académico y olvida la necesidad documental de la investigación para caer en el apasionamiento subjetivo de una política que los había perseguido y encarcelado, aquí, y que los había obligado a la opción del extranjero para conservar la vida.
No se sabe en realidad el tipo de persona que hay que ser para saltar sobre esas cuestiones subjetivas y enfrentar con la objetividad de una ciencia al régimen que la persiguió, la encarceló, la amenazó de muerte junto a su familia y que al final la desterró o la forzó al exilio.
Del otro lado están las fuentes de libros escritos aquí durante la tiranía como sólo podía escribirse en esa época triste: por encargo o para “trujillar” y ganar posición y puestos o para recuperar la “gracia” perdida.
Hasta la poesía y la música y la pintura, la escultura y la arquitectura, en la mayor parte de los casos, tenían que hacerse con la creatividad sometida a la necesidad vital de halagar y complacer al tirano, megalómano de por sí pero con una cohorte de aduladores que vivía al acecho para denunciar cualesquiera de esas obras que no encomiara la “obra” del “benefactor de la patria”, “padre de la patria nueva”, “protector de las artes y las letras” , amén de “primer maestro”.
Obras con datos estadísticos y financieros aparecen con esa información alterada porque durante la tiranía de Trujillo todo estaba muy bien y no había pobreza ni otras necesidades y los funcionarios eran vicarios del “jefe” que lo hacían todo a la perfección, como a la perfección marchaban la economía, la sociedad y la política, “a la sombra de la sabia política” del tirano.
La tiranía no contribuyó en lo absoluto a la institucionalización de las diferentes estructuras nacionales, salvo la disciplina de los cuarteles y la disciplina de cuartel que se aplicaba en la administración y en la mentalidad-conducta de todo aquel que quería presentarse como “trujillista auténtico”.
No había el menor asomo de sentido crítico para abordar cualquier tema de la economía, la sociedad o la política. Ninguna de las obras escritas dentro de esas disciplinas entre 1930 y 1961 respeta el rigor y la seriedad académicos.
Como fuentes para recabar hoy información y organizar los textos de la historia, esos libros –incluída la “Colección Trujillo” del 25 aniversario de la tiranía-, no tienen el menor valor científico. Valdrían sólo como referencia de comparación para la historia crítica.