miércoles, agosto 25, 2010

Un dominicano en Angola

Milton Ray Guevara

Desde mi apartamento en el 8 avenida Charles Floquet, París 8, se divisaba apenas a 500 metros con luminosidad inusual la Tour Eiffel. Partí hacia la embajada y me recibió la llamada del canciller Vega Imbert, instruyéndome para que representara al país en la 8va. Conferencia Ministerial de los Países No Alineados, a celebrarse en Luanda, capital de Angola, del 2 al 7 de Septiembre de 1985. Nuestro país era invitado en la entonces pujante organización, el simbolismo era evidente. El padre de la Independencia de Angola, el 11 de Noviembre de 1975, fue Agostinho Neto, amigo de Peña Gómez, médico y poeta que cursó estudios en las universidades de Coimbra y Lisboa. La Revolución de los Claveles sonó las campanas del colonialismo portugués y la dictadura de Marcelo Caetano, heredero en el poder del funesto Oliveira Salazar.

Tres movimientos se disputaban el poder del naciente estado: el FNLA, apoyado por Estados Unidos y Francia, la UNITA del controversial Jonás Savimbi, sustentada por el régimen del apartheid (segregación racial) y el Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) influenciado por la Unión Soviética y el bloque Socialista.

Me dirigí a la Gare de Montparnasse, era necesaria la vacuna contra la fiebre amarilla; a quien se la administraba, normalmente padecía fiebre y dolores de cabeza, por ello recomendaban ponérsela con varios días de antelación. Otra recomendación fue no tomar el agua local, en consecuencia, preparé un bulto con las botellas de agua Evian necesarias para la estadía.

Jonas Savimbi, co-fundador de UNITA.

El viaje se inició el 30 de agosto. A la llegada al aeropuerto Charles de Gaulle para abordar el vuelo de la línea aérea portuguesa TAP, aconteció algo inolvidable, se habían programado dos vuelos con la lógica desorganización que supone un destino que como Angola se encontraba en plena guerra interna. Transcurrido el tiempo solicité que me montaran en el primer avión que saliera, las autoridades accedieron. Para mi sorpresa cuando entré a la aeronave estaba repleta de trabajadores cubanos, quienes en realidad ostensiblemente eran militares. ¡Excelencia, excúsenos! ¡salgamos del avión, usted se va en el próximo vuelo más cómodo! ¡esto ha sido un lamentable error! Finalmente, hicimos el vuelo y el recibimiento en el aeropuerto Quatro de Fevereiro, fue extraordinario. Entrevistado a la llegada, pronuncié incendiarias palabras de rechazo al régimen racista de África del Sur. Un hecho nos favoreció, meses antes en la sede de la UNESCO se celebró una conferencia de Naciones Unidas sobre la cuestión de Namibia, entonces bajo la dominación del régimen de Pretoria. En esa oportunidad, con el apoyo decidido del presidente Jorge Blanco y del canciller Vega, anuncié que nuestro país rompía relaciones con África del Sur y cerraba el consulado honorario, vestigio del trujillato, que existía en Johannesburg, la asamblea nos tributó una gran ovación como recoge la prensa latina de la época. A mi llegada me asignaron un Mercedez-Benz y un edecán civil Julinho, éste era gran conversador y hasta el centro de la ciudad se mantuvo informándome de la actualidad, mientras en la radio se escuchaba a Compay Segundo, el Trío Matamoros, Omara Portuondo, Silvio Rodríguez, no había dudas de la solidaria presencia cubana. En el trayecto me llamó la atención que los antiguos edificios heredados de la colonización portuguesa lucían descuidados y repletos de cordeles con sábanas y ropa como en cualquier ciudad o campo dominicano de la época, a pesar de los diamantes y del petróleo que existían en cantidades industriales.

Fui alojado en el hotel Presidente frente al puerto natural de Luanda. Sentado en el balcón de la habitación observando las aguas grisáceas, me imaginaba a las fuerzas de “los fantoches” atacando la ciudad. Por la tarde, Julinho me llevó al museo de la revolución donde se exhibían fragmentos de bombas, armamentos, piezas de tanques y otros artefactos.

José Eduardo Dos Santos

Indudablemente, la conferencia en plena guerra fría giró en torno a la condena de Sudáfrica, Mandela estaba en prisión, y el apoyo al régimen de Luanda. Intervenciones memorables fueron las de Dante Caputo, canciller de Argentina; Augusto Ramírez Ocampo, canciller de Colombia; Acs Hameed, William Eteki y Yeo Cheow Tong, cancilleres de Sri Lanka, Camerún y Singapur respectivamente. El Partido Socialista de Puerto Rico presentó una declaración en la que reivindicaba el derecho a la independencia de la tierra borinqueña.

El día 4, el entonces joven presidente, José Eduardo Dos Santos, ofreció una recepción en su residencia oficial a las delegaciones alrededor de una imponente piscina, Dos Santos todavía es presidente de Angola, habiendo iniciado su primer mandato en 1979. Al otro día, disfrutamos de una presentación cultural en el teatro Karl Marx. Nuestra intervención fue categórica, nuevamente en la condena a la discriminación racial y a la injerencia en Angola y terminamos con la expresión “A luta continua, a vitória é certa”. Julinho me acompañó al aeropuerto y regresé a París vía Roma.

De presenciadigitalrd.blogspot.com

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