sábado, agosto 21, 2010

Hasta luego Andrés, hasta siempre Bobbio

EN PLURAL
Enviado por Fonchi Tejada
Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez
Andrés L. Mateo, austero en su conducta, pródigo de palabras que queman como rayos justicieros, es un referente ético para los intelectuales dominicanos.
Durante más de 20 meses, me he levantado cada jueves muy temprano y he salido a la marquesina húmeda aún del rocío de la madrugada a buscar, como si fuera el pan prometedor del desayuno, el periódico Clave.
Al abrirlo, leía lo primero la columna de Andrés L. Mateo y recibía la dosis adecuada para alimentar mis indignaciones, a la vez para canalizarlas.
La lectura del artículo de cada jueves nos proporcionaba a Mario y a mí, una deliciosa sensación de agua limpia, la percibo igualmente con los poemas de Juan Ramón Jiménez: palabras que no sólo se leen, sino que se oyen, que hacen poesía con los temas más agrios y los pensamientos más densos, y la integración de la refl exión profunda con la belleza, producían en nosotros un singular efecto, nos sacudían de solidaria rabia y a la vez nos dejaban el regusto bueno del gozo estético.
Con la desaparición que espero sea transitoria de Clave, dejaremos de recibir cada jueves esa pedrada certera, ese lanzazo en el costado vulnerable y vulnerado, el revulsivo poderoso que intenta sacudir conciencias.
Los artículos semanales tocaban diferentes temáticas, en variantes de un mismo alerta trágico, que a semejanza de las profecías del viejo Testamento gemía por el pecado reiterado, condenaba a los pecadores soberbios y señalaba con infl exible autoridad las atroces acciones que merecen castigo y que quedan impunes con la complicidad exangu¨e de los que otorgan callando indulgencias plenarias.
Todo lo que piensa y escribe Andrés L. Mateo está empapado de ética.
Supongo que los que se sienten aludidos al leerlo, lo rechazan gritando un Vade Retro, no por el pudor de las vergu¨enzas que no tienen, así se encarga Andrés de develarlo, sino porque no quieren que los salpique una sola gota de moral. ¡Sería tan incongruente que esa agu¨ita bendita se mezclara con los escandalosos matices del fresco que muestra ostentosamente sus lacerias! Como en este país el poder se ejerce desbordado desde el Palacio Nacional, los ministerios y las otras instancias de gobierno, sin frenos ni pausas, la ética política ha sido el “leit motiv” de la saga textual de Andrés L. Mateo.
Prácticamente solo, con la voz más airada pero igualmente rigurosa que la de Norberto Bobbio, se coloca en la vieja polémica al lado de Erasmo, frente a Maquiavelo, y apuesta por una relación inextricable entre moral y política.
Recordemos que el debate sobre la relación entre ambas categorías ha aportado a la fi losofía y a las ciencias políticas refl exiones profundas.
Precisamente Norberto Bobbio compila las suyas en el libro “Elogio de la Templanza” que he releído de nuevo en estos días de añoranza por Clave.
Perdí, por lo menos en la lectura temprana de los jueves, el lujo de leer y comentar con Mario la estupenda columna de Andrés L. Mateo.
Me queda Bobbio, un Bobbio más sereno que el que aprendí a admirar en su más conocida “Derecha e Izquierda”, igualmente sabio y acucioso en su “Elogio de la templanza”.
Con fl uidez casi indolente presenta a sus lectores los conceptos, sin posicionamientos subjetivos, logrando el propósito didáctico de que conozcamos y entendamos la variopinta colección de teorías sobre el tema.
Solo al fi nal de la lección se decanta con sobriedad por una posición, la monista fl exible, que afi rma un solo sistema normativo, el moral, aunque en el plano de lo político, en determinadas circunstancias, o por particulares sujetos, acepte derogaciones o excepciones justifi cables con argumentos razonables.
Bobbio se inclina a ella “por ser menos escandalosa, la más aceptable desde el punto de vista de la moral”.
El ejemplo que pone es digno de la ética: “La regla de no mentir se invalida en el caso de un militante revolucionario preso, quien al pedirle que denuncie a los compañeros, miente por no traicionarlos”.
En medio de la anomia moral de este tiempo post-moderno, leer a Bobbio y creer en él, y lamentar que Andrés L. Mateo no me atrape y me ponga cara a cara con mi conciencia cada jueves, parece locura; lo menos, un despiste.
Despistada, tal vez. Pero en ese rumbo que no me conduce, estoy segura, a congraciarme con quienes niegan la moral, pública y privada, me siento bien acompañada. Bobbio me guía, maestro solemne, y Andrés L. Mateo volverá a publicar su columna en otro medio, y me saludará, en la mañana o en la tarde.
Como no atesoro ni siquiera recuerdos, me basta en la mochila la decisión de seguirlos leyendo, y de tratar de emularlos. http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2010/8/20/155601/Hasta-luego-Andres-hasta-siempre-Bobbio SANTO DOMINGO. Sábado, 21 de agosto de 2010

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