Desde Mi Ventana Óptica
Por Alejandro Almánzar V.
Es preciso que la hija de Ramfis Trujillo tenga presente, que durante los tenebrosos 31 años de su abuelo, inocentes perdieron la vida y muchos crecieron sin esos seres queridos, sin saber el por qué. Que ciertamente no debe responder por las atrocidades del jefe, pero a lo mejor por los crímenes ejecutados por Ramfis, si.
Que la tarde anterior a su salida del país, su padre borracho, en la Hacienda María, en compañía de su otro hermano y colaboradores, dispararon cobardemente contra hombres amarrados y quienes por siempre vivirán entre nosotros, por quitarnos de encima la pesadilla del terror impuesta por los Trujillo.
Que a pesar de lo establecido en la Constitución, de que nadie carga con la responsabilidad penal de otro, su familia abrió heridas que nada podrá cicatrizarlas, pues a pesar del tiempo transcurrido, todavía sentimos el látigo de la crueldad.
Que probablemente los hijos y familiares de Virgilio Martínez Reina y su esposa, María Altagracia Almánzar, así como los descendientes de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, coincidan en que ella nada tuvo que ver con el dolor causado por esta tiranía.
Que en sentido general, quienes de una forma u otra fueron victimas de la saña trujillista, posiblemente la liberen de dicha culpa, que siendo justos, nada tiene que ver con ese pasado tétrico, pero quizás lo mismo no piensan aquellos descendientes de quienes de forma vil, fueron asesinados por Ramfis, luego del ajusticiamiento.
Por lo tanto, habría que preguntarles a hijos y familiares de Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda, Luis Manuel Cáceres, (Tunti), Roberto Pastoriza (Neri), del teniente Amado García Guerrero, Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza y otros, si tienen la misma opinión, pues esos muertos van a la cuenta personal de Ramfis Trujillo.
Que el pueblo tonto puede creer la historia de que no fue tanta la fortuna que se llevaron estos al abandonar el país, pero es imposible justificar esa buena vida que se dieron los Trujillo en Europa y otras naciones, donde los medios de comunicación dieron cuenta de conflictos a lo interno de esta familia, por la repartición de los bienes robados al pueblo dominicano.
Sería mas sensato confesar que lo mal habido se lo lleva el río, como dice el pueblo, pero tal vez Aida Trujillo desconoce, que esta familia pasó de simples cuatreros a extremadamente acaudalados, dueños del país por mas de tres décadas, donde todo lo que se producía iba a sus arcas personales, como la herencia que Duarte les había dejado.
Que a lo mejor por el derroche de dinero en esos países donde la vida es muy cara, hoy no tienen nada y están compelidos a volver a la tierra mancillada por el crimen contra sus mejores hombres. Que su inocencia puede ser incuestionable al respecto, pero la saña mostrada por su padre frente a los héroes del 30 de Mayo, eso es imborrable, hombres de mucha valía, que ofrendaron sus vidas para legarnos la libertad y democracia que hoy pueden disfrutar, incluso los dictadores.
alex15958@MSN.com
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