A ciertas personas no les luce criticar al presidente Obama y yo soy una de ellas. No lo respaldé en las primarias demócratas, y en la recta final contra John McCain, reconozco que casi di la sensación de respaldar al republicano.
Mas, esto no es motivo para que en estas circunstancias me inhiba de expresar mi opinión. Y mucho menos si considero que es pertinente hacerlo, por aquello de que las clarinadas siempre son útiles.
Políticamente hablando, el principal impedimento que enfrenta la reelección del presidente, no es el accionar de la oposición, que he de admitir, a veces ha resultado demoledor sino, el incumplimiento de sus promesas electorales.
En este caso particular, la campaña negativa contra el presidente sepia proveniente de los medios mas conservadores, sumada a las acciones internacionales -a todas luces cuestionables- como el conato de disturbio de comienzo de año en medio Oriente, el golpe de estado en Honduras y el aumento de la tensión en Suramérica, entre otras, son de por sí, causas suficientes para que su popularidad descienda hasta los números actuales.
La gente votó por Obama al margen de su militancia, los electores respaldaron sus aspiraciones porque él logró esperanzarlos con un discurso que prometía lo que todos queríamos oír, el retorno de los soldados a casa, entre otras cosas.
Si con apenas un año en la Sala Oval, el presidente tiene que desandar ese camino que lo conectó con el sentimiento nacional, es fácil prever que los argumentos que pueda esgrimir al momento de solicitar -como se estila- un segundo mandato, serán rechazados o cuando menos cuestionados.
La población hispana, que sin dudas fue seducida por el "encanto" del mulato que mejor se ha comunicado con la gente común, con los votantes americanos, le queda el consuelo de saber que su propuesta de reforma migratoria, así como el tan anhelado proyecto de cambios al sistema de salud, aun están en el tintero y parece que hay intención de materializarlos.
Con el envío de los 30,000 nuevos soldados a Afganistán, Obama fija la fecha de su despedida de la Casa Blanca; a no ser, que los proyectos de salud y migración fructifiquen, especialmente el de salud.
Con el optimismo propio de un inmigrante, y esperanzado en que siempre vendrán "días mejores", he de admitir sin embargo, que no luce claro el futuro político de Obama, y en consecuencia el de nosotros mismos.
El refrán criollo que reza: "burro flaco no da dos viajes" parece adquirir categoría de frase lapidaria, y eso me preocupa.
Rolando Robles
Comunicador Social
domingo, diciembre 13, 2009
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