martes, agosto 18, 2009

Dios y la Iglesia (III)

Desde Mi Ventana Optica

Por Alejandro Almánzar V.

El método represivo, disfrazado de disciplina, que imponen a quienes aspiran servir a Dios, es cuestionable, sobre todo, por tratarse de jóvenes en la edad de la indefinición personal, aprovechado por el clero para manipularlos a su antojo, convirtiéndolos en seres sumisos e influenciables.

Estos en nombre de Dios, son sumidos en una adolescencia retrasada, de la cual no pueden salir jamás, por eso aunque la Iglesia predica sobre el amor, los curas terminan no teniendo afecto por nadie, ya que son reprimidos en ese sentido, cuando se les prohíbe tener acercamiento a los demás.

Al respecto dice Johnson “la religión inmadura se convierte en dogmatismo rígido y compulsivo, provoca la intolerancia de los demás. Viven en una insaciable necesidad de seguridad, el ritualismo obsesivo y el temor al pecado imperdonable”, lo que los lleva a cometer las aberraciones sexuales denunciadas en esta obra.

La mujer y la Iglesia

El 65% de la población católica, corresponde a las mujeres, y sin embargo, estas no son admitidas en el clero, ese privilegió, la jerarquía eclesial lo reserva sólo para hombres. Ellas apenas alcanzan la categoría de “consagradas”, eso se circunscribe dentro del desprecio de la jerarquía católica hacia la mujer, por lo que no es extraño, que dentro de la Iglesia abunde la cundanguería.

Humillación clerical

La secularización está considerada como uno de los actos más degradante para un sacerdote. Los trámites de este proceso los realiza la “Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe”. Su forma inhumana de aplicarse ha dejado sus nefastas huellas, pues como sabemos, este es el relevo del tristemente recordado, tribunal de la “Sagrada Inquisición”, donde se ejecutaban a quienes contradecían a la Iglesia.

Después de todos esos años trabajados, si un sacerdote decide secularizarse, su única recompensa puede ser “un Dios te ayude”, o sea, no importa el tiempo sirviendo a la Iglesia, no son merecedores ni siquiera de un despido digno. El código del derecho canónico tipifica como “sacrilegio” todo acto de un sacerdote que atenta contra la castidad y ordena penas que van desde la amonestación en casos leves, hasta la suspensión a (divinis) expulsión en casos graves.

El sacerdote reducido a laico es inferior al clérigo, este es un fuerte castigo, como a alguien que apesta y hay que esconder. Los documentos de casamiento de sacerdotes, son guardados en los Archivos Secretos de la Curia. El matrimonio canónico aunque autorizado por el papa, debe celebrarse en condiciones íntimas. Debiendo vivir con la boca bien cerrada, para no caer en desgracia con los obispos.

Los obispos aceptan que tengan sexo clandestino, por eso encubren los abusos sexuales contra menores y fuerzan a los curas a abandonar a las mujeres que han embarazado. Les exigen que las obliguen a abortar y/o entregar los hijos a las monjitas.

Obispos castos, no existen, tienen sexo con mujeres u hombres. Los obispos homosexuales provienen del sector más conservador de la Iglesia. Un ejemplo de eso fue Rudolf Bar, de 64 años de edad, en Holanda, quien debió renunciar por la homosexualidad.

Obispos violadore2

En Canadá, Hubert Patrick Oconnor, de 62 años, fue procesado por violar dos mujeres y agredir a otras tres, mientras ejercía su ministerio como sacerdote y director de un colegio. Se conoce también de la renuncia de Alphonse Penney, arzobispo de San Juan de Terrona, Canadá, por encubrir los abusos homosexuales de 20 sacerdotes contra menores de sus diócesis.

Los jueces y fiscales protegen a curas violadores en España, siempre terminan declarados inocentes por falta de pruebas; se ha comprobado que la gente no lleva la mayoría de casos a los tribunales, por temor a la Iglesia y a la complicidad de la justicia con el clero. (La vida sexual del clero)

alex15958@MSN.com

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