Desde Mi Ventana Optica
Por Alejandro Almánzar V.
La ocultación de un crimen, exige la comisión de muchos otros crímenes. (Séneca)
El celibato fue impuesto en el año 300 d. C. por la jerarquía eclesiástica, en el que se impide a sacerdotes contraer unión matrimonial, pero ojo, esto no significa que el sexo no sea parte de las ofrendas al señor, por parte de los discípulos de San Agustín de Hipona. También se estableció la castidad como “símbolo de la pureza”, pero de ésta a la virginidad, hay tremendo trecho, partiendo de los testimonios de sacerdotes y religiosos retirados, secularizados y activos.
Nos masturbamos o nos aguantamos, relata un sacerdote activo, para la Iglesia, el pecado es lo que se hace y no se le confiesa. Tenemos que confesarnos, pues no podemos dar misa en pecado, dicen. Pero el otro elemento es, que un cura casado sale más caro que un soltero a la Iglesia, sigue sosteniendo.
A los sacerdotes se les prohíbe casarse, no tener sexo, en su opinión. Más del 80% de los curas salen con mujeres, algunos creen que el 95% lo hace y otros más radicales, establecen que nadie cumple con el celibato. No importa lo que haga el cura, si no, su capacidad de ser discreto, son las recomendaciones del clero.
En el pasado convertían en Barraganas (concubinas) a las amas de llaves. El padre José Antonio Carmina, brillante teólogo, graduado con honores de filosofía, no se sometía al mero ritualismo y tenía bien claro, de que la realidad humana es hombre/mujer, contradiciendo la posición eclesial.
Consideraba la confesión, como una intromisión ilegitima en la vida de los fieles, convencido de eso, un día salió huyendo del confesionario para siempre, pidió su secularización por no seguir obedeciendo a siegas. Cree que el erotismo nos lleva a la intimidad del ser.
El célibe no te hace más dispuesto para los demás, como dice la Iglesia, explica Carmina. Tampoco comparte la idea de que no se puede amar a Dios y a una persona al mismo tiempo, expresando que este es como el fuego, mientras mas se comparte, mas se extiende.
Sobre este particular, el padre Javier Garrido entiende que el célibe no tiene que ser solitario, pero no deben hacer de la amistad una necesidad, afirmando que, “hacer depender a mi vida afectiva de otra persona, deteriora automáticamente la calidad de la vinculación a Dios”, ese es su punto de vista, mientras tanto, el celibato no impide la vida sexual de sacerdotes.
Quienes rompen con el celibato, son considerados desertores y privados de sus derechos humanos, para obtener la secularización, les hacen firmar diciendo que han perdido la fe, como parte de la humillación a que los someten, afirma el sacerdote y abogado, Rosendo Sorando. De la Iglesia han salido los mejores y peores sacerdotes, sólo quedan los mediocres, enfatizó.
Con el celibato obligatorio, en lugar de voluntario, la Iglesia genera mucho sufrimiento y ninguna santidad. Dentro de esta se cometen abusos y malos tratos, razón por la cual pidió su secularización. Sorando, si el problema es de falda, tira para adelante y no te salgas del sacerdocio, le aconsejó el obispo Ramón Malla Call.
Su consejo me abrió los ojos y entonces fue cuando en verdad sentí el verdadero deseo de abandonar los hábitos, aunque no tenía problemas de sexo, manifestó el arcipreste. Como vemos, la doble moral en los discípulos de San Agustín de Hipona, mantiene a los feligreses al borde de perder la fe, ya que todas sus decisiones están motivadas en lo económico y nada mas. (La vida sexual del Clero) Continuara…
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