domingo, agosto 27, 2006

Medusas, las ortigas (pringa moza en RD) de los mares

  • Son abubndantes en las costas del Caribe
  • Producen una especie picaduras Urticantes
  • Cada verano, millones de medusas invaden las costas del mundo en océanos, mares y en la cuenca mediterránea
  • Sus picaduras requieren unos cuidados especiales

MADRID.- De acuerdo con la mitología griega, Medusa era una mujer con serpientes en vez de cabellos. Era temida porque con su mirada podía convertir en piedra a cualquier criatura viva. Las medusas del Mare Nostrum también son objeto de temores, pero no por sus capacidades sobrenaturales sino por su molesto veneno.
Las medusas pertenecen al grupo zoológico de los cnidarios. 'Cnida' significa, en latín, urticante. Los seres vivos que pertenecen a este grupo tienen unas células con forma de bolsita con un filamento lleno de púas enrrollado en su interior.

Las medusas poseen millones de estas células en sus tentáculos, que pueden alcanzar los cinco metros de longitud.

Los extienden a modo de red y cuando una presa (o un 'molesto humano') entra en contacto con ellos, estas células lanzan como un látigo su filamento cargado de veneno.

Se conocen cerca de 4.000 especies de medusas, 300 viven en el mar Mediterráneo. Las especies más comunes son la 'Pelagia noctiluca' -muy transparente y difícil de ver-, la 'Chrysaora hysoscella', la 'Rhizostoma pulmo' y la 'Cotylorhyza tuberculata' -apodada medusa huevo frito-.

No todas las medusas tienen el mismo veneno; cada tipo posee una combinación de sustancias químicas que lo hacen más o menos potentes. Por ahora, en el Mediterráneo no habitan medusas con veneno letal, como sucede en Australia, donde se han registrado más muertes por picadura de medusa que por ataque de tiburón.


No obstante, todas basan su efecto urticante en un tipo de compuesto químico, las citolisinas. Éstas son proteínas solubles en agua dulce que actúan sobre la membrana de las células hasta romperlas. Cuando la piel de un humano entra en contacto con un tentáculo de medusa, le sobreviene un escozor intenso.

Poco después, pueden comenzar a sucederse una serie de perturbaciones entre las que figuran mareos, vómitos, náuseas, dolor de cabeza, fiebre e incluso pequeñas hemorragias.


Cómo actuar ante una picadura de medusa

  • Los expertos del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, en Barcelona, recomiendan las siguientes pautas:
  • Eliminar con mucho cuidado los restos de tejido de medusa para evitar que más células urticantes disparen sus tentáculos cargados de veneno.
  • No frotar la zona afectada, ni con arena ni con la toalla.
  • Nunca utilizar agua dulce para limpiar la zona afectada, siempre con agua salada.
  • Aplicar frío sobre la zona, bien con agua fría o con una bolsa de hielo (nunca directamente sobre la piel a no ser que sea agua marina).
Si el estado de la víctima empeora a pesar de haber aplicado hielo y comienza a sufrir alteraciones respiratorias, cardiacas o convulsiones, hay que desplazar urgentemente a la víctima al hospital más cercano.

Para evitar que la herida se infecte, es aconsejable aplicar un antiséptico, como una solución yodada, tres o cuatro veces al día y limpiar la herida una vez al día durante una semana hasta su cicatrización.

Acuda a la caseta de socorro más cercana, donde podrán identificar el tipo de medusa para aplicar el tratamiento más adecuado.

La sensibilidad al veneno aumenta con el número de picaduras. Por eso, las personas que se han enfrentado a la picadura de una medusa en más de una ocasión pueden presentar una reacción más severa.

La invasión de los seres de agua

El 95% del cuerpo de las medusas está compuesto por agua. Flotan en este medio y se dejan llevar por las corrientes. Generalmente viven a decenas de kilómetros de la costa, y en los años secos son arrastradas hacia las playas por los vientos que soplan desde mar hacia la tierra.

Cuando llueve, la temperatura y densidad del agua de la costa son distintas de las de mar abierto. Esto actúa como 'barrera' que impide que los densos enjambres de medusas alcancen las playas.

Es normal que lleguen de vez en cuando grandes grupos de medusas a las costas. Sin embargo, la frecuencia con la que se está produciendo esta llegada masiva y su enorme número no es natural. Según los expertos del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, se debe en gran parte a la falta de lluvias.

Por otra parte, la sobreexplotación pesquera ha contribuido al aumento del número de estos animales. La población de depredadores que se alimentan de medusas, como las tortugas o los atunes es cada vez menor. Asimismo, los residuos de materia orgánica que se vierten constituyen un exceso de nutrientes que favorecen su multiplicación.

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