
El presidente Leonel Fernández y el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro,  durante el encuentro que sostuvieron el lunes en la tarde por dos horas en las  que trataron sobre distintos tópicos, entre ellos la crisis económica en America  Latina, el legado de Juan Bosch y sobre la participación de ambos países en el  Clásico Mundial de Béisbol que se inicia el sábado.
El ex presidente cubano Fidel Castro revela algunos detalles de su  conversación del lunes en la tarde con el presidente Leonel Fernández, en su  columna “Reflexiones del Compañero Fidel” que reproduce hoy el diario  Granma.
 El extenso texto de la columna de Fidel dice:
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 Por Fidel Castro Ruz
 LA HABANA (Granma).- Se produjo el pasado lunes 2  de Marzo, a las 4 y 58 de la tarde.
 Lo conocí en República Dominicana cuando lo eligieron por primera vez como  Presidente. Fue particularmente deferente conmigo. Habló de sus primeros  esfuerzos por incrementar la capacidad de generar electricidad con mucho menos  consumo de fuel oil, cuyos precios crecían rápidamente.
 Nadie le regaló el cargo; llegó a él a través de una especie de selección  natural en virtud de la cual ascendió políticamente a medida que los  acontecimientos históricos se desarrollaban.
 Hijo de una mujer dominicana que, como otros muchos compatriotas suyos, había  emigrado a Estados Unidos, fue llevado en compañía de su hermano a la ciudad de  Nueva York, donde aprendió a leer y escribir.
 Tuvo la suerte de que la madre seguía de cerca los problemas de su patria, y  le trasmitía opiniones y criterios revolucionarios que lo condicionaron para los  nuevos tiempos que vivía el pueblo dominicano.
 Por vías diferentes a las mías llegó a criterios propios, que determinaron su  actitud ante situaciones que eran parecidas, y a la vez muy diferentes, a las  que yo viví 23 años antes en Cuba, donde sin haber cumplido 6 años de edad, una  joven maestra cubana, junto a dos hermanas, sin duda de extracción pequeño  burguesa santiaguera, vivían en condiciones de bastante pobreza, después de  estudiar, una medicina, otra magisterio y la tercera piano en una universidad de  Haití, el país vecino más próximo a Cuba y a la patria de Leonel Fernández.
 Me correspondió la dura experiencia del hambre, sin saber en qué consistía,  confundiéndola con un feroz e inusitado apetito, en la Ciudad de Santiago, donde  vi asombrado por primera vez una ciudad, y la maestra que atendía la escuela de  Birán, en pleno machadato, no recibía salario seguro y sí una buena pensión de  mi casa, persuadiendo a la familia de que me enviaran a Santiago.
 Aprendí a sumar, restar y multiplicar, gracias al forro rojo de una libreta  escolar, antes de leer y escribir. Comencé así a ejercitar la imaginación, pero  me retrasaron dos años, que con esfuerzo, recuperé más tarde.
 Tal vez de este modo se comprende mejor mi interés en conversar con Leonel a  la luz de los tiempos actuales.
 Conocí a Juan Bosch, historiador e ilustre personalidad dominicana en 1946,  cuando no había cumplido aún 20 años, era estudiante del segundo año de la  carrera de Derecho y líder de los estudiantes de esa Facultad, presidente por  añadidura de la organización de solidaridad con la democracia dominicana, en la  lucha de ese valiente pueblo contra la tiranía trujillista, erigida por las  fuerzas norteamericanas que habían intervenido la isla en 1928.
 Bosch y yo estábamos en el batallón Sandino, héroe nicaragüense que luchó  contra los interventores yankis y fue asesinado por esto, a raíz de otra  intervención imperialista en aquel país centroamericano.
 El prestigioso intelectual dominicano no era el jefe de aquella expedición.  La dirigían otros políticos dominicanos. Casi todos actuando de buena fe, pero  movidos por ideas e intereses de clase, incluso oligarcas y burgueses.
 Lo peor es que en lo que se refiere a Cuba lo dirigía lo más corrompido del  Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), nombre hurtado al Partido  Revolucionario Cubano creado por Martí para luchar por la independencia de Cuba  y Puerto Rico, los dos últimos enclaves coloniales de España en América Latina a  fines del siglo XIX.
 Nadie entendía el confuso galimatías del Profesor de Fisiología Grau San  Martín, heredero de la Revolución desatada por Antonio Guiteras Holmes, Ministro  de Gobernación del Gobierno Revolucionario, que surgió tras el machadato,  después de la caída del tirano en 1933.
 El hambre inocente a la que ya me referí completaba el cuadro.
 Cuando la Revolución triunfa el 1 de enero de 1959, Leonel por su parte había  cumplido apenas 6 años.
 Jiménez Moya, que junto a otros revolucionarios dominicanos aterrizó en las  inmediaciones de la Sierra Maestra en un avión civil venezolano, conduciendo 150  fusiles semiautomáticos Garand que disparaban 9 cartuchos 30.06 por peine, y un  fusil FAL que personalmente me envió el almirante Larrazábal, quien presidía el  Gobierno Provisional venezolano, a la caída del dictador pro yanki Pérez  Jiménez, se incorporó a nuestras fuerzas en unión de otros compatriotas suyos,  cuando librábamos los últimos combates en la región oriental de Cuba.
 En el cerco de un batallón enemigo de tropas especiales bien entrenadas, fue  herido de gravedad. Atendido por nuestros médicos de campaña se recuperó y  estuvo listo para la operación el 14 de junio en Santo Domingo, en el año  1959.
 Ese día, a las 6 y 20 de la tarde, 56 combatientes dominicanos aterrizaron en  el aeropuerto militar trujillista de Constanza, sin que les quedara otra  alternativa a esa hora que hacerlo en ese punto y no en el sitio escogido. Casi  en su totalidad murieron después de heroica lucha.
 Otros 169 llegaron por mar días después y corrieron la misma suerte. La idea  coordinada y elaborada por los propios combatientes no pudo instrumentarse. El  adversario, como siempre, acudió a la tortura y el terror. Es una historia que  estaría por escribir.
 La sangre común derramada en nuestras luchas por la independencia y en las  décadas del 50 y el 60 unió para siempre a nuestros pueblos.
 Ya triunfante la Revolución en Cuba, bajo el gobierno de Eisenhower, el país  fue sometido a férreo bloqueo económico, una feroz campaña terrorista y atacado  posteriormente por Girón, con tropas mercenarias cubanas.
 El coronel Francisco Caamaño Deñó se subleva contra la jefatura militar  trujillista en el año 1965 y exige el regreso de Juan Bosch, que había sido  electo Presidente por el pueblo en diciembre de 1961. A él y sus oficiales y  soldados se une un grupo de revolucionarios que se habían entrenado en Cuba.
 El Congreso dominicano lo elige Presidente de ese país.
 El gobierno imperialista de Estados Unidos, asustado por los acontecimientos,  envía la 82 división aerotransportada y más de 40 mil hombres de la infantería  de marina a ocupar la isla.
 Caamaño mantuvo a raya aquellas poderosas fuerzas invasoras y los hostigó sin  descanso, obligándolos a negociar. Había jurado que no se rendiría jamás. Cuando  aquéllos habían suscrito un acuerdo, con garantías que nunca cumplieron, el  coronel Caamaño abandonó el territorio nacional y fue designado por el gobierno  como agregado militar en Londres.
 Pero no era hombre que se resignara a esa tarea. Quería regresar a Santo  Domingo para luchar contra los que oprimían a su pueblo. Se dirigió a nosotros  solicitando nuestra cooperación.
 Tampoco deseábamos que entregara su vida en cualquier momento, habríamos  deseado circunstancias más favorables, pero nuestra palabra era sagrada.
 Vivió entre nosotros un tiempo, apoyado en la promesa de facilitarle el  regreso con las armas en la mano tan pronto lo decidiera.
 Guardaremos siempre como un gran honor la confianza que depositó en nuestro  pueblo.
 Es otra historia que está por escribir con todo el rigor necesario.
 Sabía que Leonel, entre otras cosas, admiraba la cultura de nuestro pueblo.  Me permití por ello presentarle una página con 26 líneas que contiene una  brevísima historia del poeta negro Gabriel de la Concepción Valdés, conocido  como Plácido que, el 1 de Marzo de 2009 cumplió un aniversario más de su  arresto, junto a otros de su raza. Se le acusó de conspirar en contra de los  blancos y después de 4 meses de prisión fue fusilado el 29 de junio de 1844.
 Tal era el concepto de justicia que el imperio español durante siglos aplicó  en Quisqueya y en Cuba.
 Yo había conocido, cuando cursaba el 6to. grado de primaria en el Colegio  Dolores de los Jesuitas, la famosa Plegaria a Dios del genial poeta que siempre  recordé.
 Leonel lo leyó, con él estaba el compañero Esteban Lazo, Miembro del Buró  Político, designado recientemente por el Partido para organizar el 200  aniversario del nacimiento del poeta, que se inicia dentro de 15 días.
 Me alienta saber que nuestro pueblo podrá conocer la vida, el pensamiento y  los versos insuperables de Plácido.
 Donde la conversación con Leonel adquiere su mayor dimensión es cuando entra  en el tema del costo de la actual crisis. A partir de ese instante, su mente no  cesa un minuto de elaborar razonamientos, para expresar con cifras exactas cada  uno de los capítulos principales del costo de la actual crisis.
 Comienza por esclarecer la duda, casi universal, y la confusión entre el  significado del billón inglés y el billón español.
 Un billón inglés significa solamente 1000 millones.
 Un billón en español significa para nosotros un millón de millones.
 En las notas y en las cifras de cables y artículos se crea una enorme  confusión.
  
 Por ello Leonel utiliza la palabra trillón, califica así al billón  norteamericano. Su significado exacto equivale al millón de millones.
 Si desea señalar el PIB de Estados Unidos, que alcanza la cifra de casi 15  millones de millones, él lo expresa afirmando que el PIB de esa poderosa nación  se aproxima a 15 trillones de dólares.
 Formulada la aclaración, no se detiene un minuto en explicar a cuánto  asciende lo gastado por Bush en la guerra de Iraq, añadido al déficit anual en  el presupuesto de ese país, lo que calcula uno por uno, hasta el próximo 19 de  marzo; le agrega de inmediato el plan de rescate de Bush; acto seguido suma el  plan de rescate de Obama y así sucesivamente.
 En este caso se limita a lo que la crisis cuesta en Estados Unidos. Comienza  el cálculo de lo que a su vez cuesta a los países de Europa, primero a los de la  eurozona, que son apoyados por el Banco Central europeo, después los de todos  los países del Este Europeo y por último Gran Bretaña y Suecia.
 Sin detenerse, Leonel pasa a revisar los costos en los países del resto del  mundo.
 Hace comparaciones entre el PIB de Estados Unidos y las demás naciones. Los  suma todos. Calcula los déficit planteados en cada una de ellas. Pasa a calcular  los préstamos que llevan a cabo los bancos para sostener la producción de cada  una de las empresas productivas, las veces que prestan el dinero depositado en  los bancos, las sumas del total de préstamos, generadores de derivados tóxicos,  y el ascenso a cifras que equivalen a cientos de trillones de dólares.
 La especulación financiera impera por doquier, afirma Leonel.
 "En la especulación actúan personas que no producen."
 "Alguien vende un petróleo que no produce y alguien compra un petróleo que no  piensa consumir."
 "Ocurre lo mismo con los alimentos."
 "Así ocurre con todo."
 La hipoteca se convierte en un título que se comercializa en el mercado,  prosigue, sin que el dueño de la casa lo sepa. Puede perder su vivienda en  virtud de una operación que se realiza en un país distante.
 "El neoliberalismo se desmorona por sí mismo."
 "Volver a los principios del keynesianismo no resuelve la crisis actual."
 "Eso implica la búsqueda de nuevas ideas."
 Leonel sabe que las cifras son abrumadoras, le preocupa la necesidad de que  tales sumas sean comprendidas aunque parezcan absurdas y promete seguir  suministrando datos.
 Yo definiría la tesis de Leonel tal como él ve las cosas: el capitalismo es  un sistema que suda toxinas venenosas por todos los poros.
 Con la pasión con que su voz se escucha, deduzco que los yankis maldecirán la  aritmética que le enseñaron a Leonel en Nueva York, cuando aprendió a leer y  escribir.
 Por su parte, el poderoso órgano de las finanzas internacionales, The Wall  Street Journal, publica el 2 de marzo un artículo de Tunku Varadarajan,  afirmando que Nouriel Roubini, el gurú económico, sostiene firmemente que una  intervención temporal es la mejor solución a la crisis financiera.
 "Nouriel Roubini, siempre se viste de blanco y negro, lo conozco desde hace  casi 2 años y lo he visto en distintas situaciones, camino a clase en la Escuela  de Negocios Stern, de la Universidad de Nueva York, donde es profesor; tomando  una copa de vino en su lobby, en el barrio de Tribeca, en Manhattan; en una  conferencia académica, sentado sabiamente en la tarima; en una fiesta bohemia en  el barrio de Greenwich Village a las 3 de la mañana."
 "Siempre luce un traje negro con una camisa de lino blanca."
 Roubini es dueño de la firma de consultoría Roubini Global Economics, ubicada  en el centro de Nueva York. Es en la actualidad la persona cuya opinión sobre la  crisis es la más solicitada por los principales órganos de prensa de Estados  Unidos.
 "La idea de que el gobierno desembolse millones de millones de dólares para  rescatar instituciones financieras y seguir gastando en activos incobrables no  es atractiva, porque entonces el costo fiscal es mucho mayor, en lugar de ser  visto como algo bolchevique, la nacionalización es vista como pragmática.  Paradójicamente, la propuesta está más orientada al mercado, que la alternativa  de los bancos zombis."
 "Entonces, ¿será el nivel más alto del gobierno estadounidense receptivo a la  idea de nacionalizar los bancos? ‘Creo que sí’, afirma Roubini sin dudar.  ‘Personas como Lindsey Graham (el senador republicano de corte conservador) y  Alan Greenspan (ex presidente de la reserva federal) ya le dieron una bendición  explícita. Eso de alguna forma protege a Obama’."
 "Entonces, ¿cuál es exactamente la filosofía económica de Nouriel Roubini?  ‘Creo en la economía de mercado’, afirma, con algo de énfasis. ‘Creo que la  gente reacciona a los incentivos, que los incentivos son importantes, y que los  precios reflejan la forma en que las cosas deberían ser distribuidas. Pero  también creo que las economías de mercado a veces tienen fallas de mercado, y,  cuando se producen, hay cabida para una regulación prudente (no excesiva) del  sistema financiero’."
 Dos cosas en las que Greenspan se equivocó por completo fueron creer que, en  primer lugar, el mercado se autorregula, y en segundo lugar, no hay fallas de  mercado.
 En dos palabras, para el periodista de The Wall Street Journal, Tunku  Varadarajan y el eminente experto Nouriel Roubini, el sistema capitalista no  puede funcionar sin el mercado, pero el mercado no puede dejar de regularse; por  tanto, el Estado debe garantizar las dos cosas.
 Comprendo la angustia de Leonel cuando medita seriamente sobre el costo de la  crisis. La propia sociedad que ha impulsado al sistema capitalista desarrollado  no sabe ahora cómo enfrentar el problema, y sus teorías más reconocidas lanzan  ideas como las que acabamos de informar.
 Con la mayor serenidad del mundo regresa a los problemas más concretos de  Santo Domingo y va señalando cada una de las medidas que se propone tomar en los  próximos años. En este punto, su caballo de batalla son los fondos sociales.  Enarbola con fuerza la idea de que en los fondos sociales de los países de  América Latina los descuentos de los salarios reales de los trabajadores  constituyen una fuente de capital que, manejado por el Estado, acumula recursos  que no pierden valor, por cuanto éste crece cada año.
 Invertidos en viviendas y otros servicios decisivos de la población,  descontando una parte real del trabajo vivo que se invierte cada año en ellos,  el valor de tales fondos crecería continuamente.
 Observando el desarrollo del Encuentro Internacional de Economistas sobre  Globalización y Desarrollo he apreciado en los primeros dos días un fuerte  acento de los economistas de prestigio internacional reunidos en Cuba, que se  pone en la búsqueda de una fuente de acumulación de capital al servicio de la  sociedad con esperanza de liberar a ésta de las crisis que está padeciendo.
 De repente, ante el cúmulo de teorías y soluciones salvadoras, vienen a mi  mente otras realidades y me pregunto.
 ¿Podrá la ciencia dar una respuesta urgente al descongelamiento de los  círculos polares Antártico y Ártico, que se está produciendo a ojos vista, y que  la atmósfera alcanza los niveles de calor más altos en los últimos 700 mil años,  algo que Naciones Unidas y otras prestigiosas instituciones conocen?
 Comprendo que tales cifras pueden desalentar a unos pocos, pero ¿no sería  peor ignorarlas?
 Ahí sin embargo no concluyó la conversación con Leonel. Me dijo que viajaría  a Santiago de Cuba para poner unas flores al pie de la lápida que guarda los  restos de nuestro Héroe Nacional. Fue éste quien en Montecristi declaró que se  iniciaba la batalla final contra el poder colonial español, para liberar a Cuba  y Puerto Rico. Con él viajaba Máximo Gómez, quien nos enseñó y perfeccionó en  los campos de Cuba las cargas al machete.
 Martí en Dos Ríos lanzó la consigna que presidió las luchas futuras de  nuestro pueblo contra el dominio imperialista en los países de América  Latina.
 Antes de despedirnos me dijo: "¿Sabes una cosa? No quiero marcharme de Cuba  sin visitar el cuartel Moncada." Yo ni siquiera había recordado aquella  fortaleza en medio de tanta historia. No le hice muchos comentarios y le di las  gracias por su deferencia. Quiso una foto de cámara digital. Se buscó una y se  tomó la imagen. Cuando me dijo que no quería exponerse a que lo desmintieran, le  respondí bromeando que nadie correría ese riesgo, porque sabían que yo podría  montar en avión y aterrizar en un país vecino.
 Así transcurrió agradablemente el tiempo. Mientras escribía estas líneas el  miércoles 4, escuché las encendidas palabras de Manuel Zelaya, Presidente de  Honduras, que asistió al Encuentro sobre Globalización y Desarrollo, y ayer  había pronunciado un gran discurso en ese evento. Más encendidas todavía fueron  sus palabras con que condenó el bloqueo a Cuba; su oratoria es impresionante.  Lástima que se marche hoy sin saludarlo. Es la segunda vez que visita Cuba.  ¿Pero qué hago, de dónde saco tiempo?
 Fidel Castro Ruz
 Marzo 4 de 2009