lunes, octubre 09, 2006

Participación Ciudadana y las drogas

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Vinicio A. Castillo Semán

(DE EL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO)

No existe ninguna duda de que el tráfico y distribución de drogas, y el lavado de dinero producto de sus ganancias ilícitas, representan uno de los principales males que afectan nuestra sociedad. El narcotráfico y el crimen de lavado que le acompaña son fenómenos con vastas conexiones inter-naciones, cuyas ganancias anuales se estiman en alrededor de 400 mil millones de dólares.

El narcotráfico ha permeado a nivel mundial los sectores más importantes de las sociedades modernas. La banca, la prensa, los partidos políticos, militares, policías, jueces, ministros, en fin todo aquel factor de poder que se ha hecho necesario corromper para poder instalar las redes de tráfico de ese veneno que día a día enferma y destruye a millones de familias.

Luchar contra el narcotráfico y el lavado de dinero se reconoce a nivel mundial como una de las funciones más riesgosas que pueda asumir un ciudadano. La razón es sencilla, las mafias de la droga sólo conocen dos métodos para aminorar los esfuerzos de esa lucha: el soborno (la plata) y el plomo (la muerte) o, en todo caso, el chantaje y la intimidación.

En una sociedad llena de irresponsables y farsantes, donde muy pocos asumen correr riesgos, el tema del narcotráfico y sus conexiones en sectores de poder ha estado ausente del debate político, empresarial y de la llamada sociedad civil. Todos saben que existe y se conoce exactamente hasta dónde llega su poder; sin embargo, a nadie le gusta abordarlo a fondo. Nuestras clases dominantes, ya sea por temor, complicidad soborno o irresponsabilidad, por décadas han decidido obviarlo.

En medio de ese panorama, República Dominicana ha tenido un hombre público que desde la década de los ‘80 alertaba todos los domingos, desde su programa de televisión, el avasallante fenómeno criminal. Educaba al pueblo de la realidad colombiana y advertía dramáticamente los peligros que corríamos los dominicanos, de que nuestras instituciones pudieran ser infectadas y controladas por los carteles de la droga. Hablaba de la secuela de la violencia, los secuestros; de casos impensados hace veinte años que pudieran ocurrir en nuestro país.

A ese hombre que se jugaba la vida y la de los suyos desde entonces, se le difamaba; le decían “profeta de catástrofes”, “fabulador”. El peso inexorable del tiempo, sin embargo, fue dando la prueba máxima del valor de esas incesantes prédicas que no hacían otra cosa, como ocurre con los grandes hombres públicos, de ver “más allá de la curva”. Nadie discute hoy que la droga ha sobrepasado con creces las visiones preclaras que tuvo ese hombre público desde la década de los ‘80.

Llegado al poder el presidente Leonel Fernández en 1996, el calumniado y difamado Dr. Marino Vinicio Castillo pasó a dirigir la política antidrogas del país, reconociéndose (después de 4 años de gestión) a nivel de las autoridades antidrogas de los Estados Unidos y del mundo como uno de los funcionarios más importantes contra la droga de toda la región.

Después de un interregno de 4 años de bandidaje gubernamental (2000-2004) donde la droga y la corrupción se enseñorearon y convirtieron al Estado dominicano en un verdadero Narcoestado, ese hombre fue llamado por su amigo y aliado político, el presidente Leonel Fernández para que lo ayudara en la asesoría antidrogas de su segundo gobierno.

Es a ese hombre público, al que se ha atrevido un individuo que nunca ha pronunciado en su vida la palabra droga llamado Pablo Herrera Maluf, a “protestar” porque no es “transparente” tener a quien se ha jugado la vida por este país en esa peligrosa lucha, como asesor del Presidente, porque ejerciendo su profesión dignamente es abogado de Ramón Báez Figueroa.

La “protesta” de Herrera Maluf y Participación Ciudadana es un claro reflejo de la inversión de valores que sufre nuestra sociedad. La queja proviene de individuos descalificados, que de la noche a la mañana y como por arte de magia, son convertidos en figuras con nombradía pública, escalando socialmente a través de la promoción de entidades de la sociedad civil, dentro de un proceso de venta de imagen mediático muy bien articulado. Son verdaderos sirvientes de poderosos grupos nacionales de presión, que los usan a su antojo pretendiendo dictar pautas éticas a los que han asumido compromisos fundamentales con esta nación.

¿Alguien de los estimados lectores ha oído a alguno de estos “desteñidos inventos” de la sociedad civil hablar del esclarecimiento de las conexiones del caso más grande de narcotráfico (Caso Quirino), con las estructuras de poder político, militar y económico de la República Dominicana? ¿Ha existido alguna iniciativa de Participación Ciudadana acerca de los peligros de la infiltración de dinero de la droga en el sistema financiero dominicano? ¿Se ha interesado Participación Ciudadana en realizar algún seminario acerca de cómo la banda de Quirino transfería sus ganancias a través de giros bancarios a la República Dominicana, según el expediente acusatorio del gobierno de los Estados Unidos?

Nunca Participación Ciudadana se ha referido a estos temas. Y no lo puede hacer, porque en todos sus miembros juntos no existe, ni una pulgada de los pantalones que en este país hay que tener, para abordar esos temas y porque los poderosos grupos nacionales que la sustentan económicamente y les dan cobertura mediática, no les interesa en modo alguno que la transparencia llegue tan lejos. Es mejor que sus peones se entretengan en una odiosa cacería contra Ramón Báez Figueroa.

Hay que recordarle al señor Herrera Maluf y a los miembros de Participación Ciudadana que cuando las multitudes enardecidas coreaban consignas a favor del Dr. Vincho Castillo, al mismo nivel de las que pronunciaban en favor de su candidato presidencial el Dr. Leonel Fernández, el Dr. Castillo era en ese momento el abogado principal de Ramón Báez Figueroa.

El Dr. Castillo, siendo el abogado principal de la defensa del Caso Baninter, fue una figura esencial en la campaña presidencial del año 2004, al grado que la mayoría de los dos millones de dominicanos que votaron por el Dr. Leonel Fernández, no sólo aspiraban a que éste fuera un colaborador fundamental del nuevo régimen, sino muy especialmente que fuera el encargado de darle cumplimiento al mandato popular que quería ver a los pepehachistas corruptos (que apañaba Participación Ciudadana) enviados a la cárcel.

Participación Ciudadana y Herrera Maluf protestan por el cargo del Dr. Castillo como Asesor de Drogas del Ejecutivo, sin embargo, no les molesta para nada que los abogados de Pepe Goico (el mismo de la tarjeta de Baninter y del Caso Quirino) sean los mismos del Banco Central y la Superintendencia de Bancos. Tampoco les llama la atención que esos mismos abogados recomendaron devolverle todos los bienes incautados, incluyendo un avión Jet Stream al coronel Pepe Goico y al capitán Torres Pezotti y que no se le haya cobrado ni siquiera civilmente los cientos de millones de pesos consumidos con la tarjeta presidencial de Hipólito Mejía.

Para hablar de drogas en este país hay que tener valor y calidad moral. Ni Participación Ciudadana, ni Herrera Maluf, ni los grupos nacionales que lo sufragan la tienen.

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